prólogo

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         ADRIANNE ERA una cosita muy curiosa, siempre cuestionándolo todo y queriendo saberlo todo

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         ADRIANNE ERA una cosita muy curiosa, siempre cuestionándolo todo y queriendo saberlo todo. Todo lo que ella quería saber lo aprendía, no queriendo seguir con las dudas carcomiendo todos y cada uno de sus pensamientos.

Ella devoró cada libro lleno de conocimiento.

Ella cuestionó y cuestionó a sus profesores.

Pronto, no hubo nada que no supiera; no había campo que no pudiese dominar con su mente llena de sabiduria y sus ansias de obtener experiencia. Luego los eruditos más renombrados del imperio bajaban la cabeza ante ella con prufunda admiración llenando sus corazones y los antiguos magos negaban con aparente molestia apesar de las sonrisas que no podían ocultar.

Fue admirada.

Fue...

Molesto.

Adrianne ya no podía hacer algo sin ser el centro de atención; a cada paso que daba en su vida era seguida por innumerables cantos de alabanzas hacia su persona. Cada respiración suya era tomada como la cosa más asombrosa mientras que su sólo mirar era suficiente para tener al mundo a sus pies.

Era asfixiante.

Porque, ahora, cada error suyo debía convertirlo en la hazaña más impresionante del año, del siglo. Cada error suyo que no podía arreglar era convertido en el error de alguien más.

Porque Adrianne de Secramise no cometía errores.

Aunque todo lo que quería, y alguna vez buscó, fue hacer que su madre dejara de llorar por su fallecido hermano mayor. Entonces puso todo su empeño en ser lo suficientemente brillante para que su madre solo pudiese mirarla a ella.

Pero su madre nunca la miró.

Sólo fingió verla mientras sus ojos revelaban su anhelo de encontrar a alguien más.

Alguien que fuese más competente.

Alguien que resultase ser más fuerte.

Alguien que fuera más maduro.

Alguien que sí era un hombre.

Alguien... que resultase ser Ares.

Entonces Adrianne lloró cada noche dentro de la desolada biblioteca imperial, rogando por algún tipo de respuesta mágica que pudiese curar su pequeño corazón herido.

Y halló su respuesta, pero...

¿Cuál fue el costo?

¿Cuál fue el costo?

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Delicados y dulces gemidos rompieron el silencio de la habitación, pero hicieron arder el anterior frío ambiente.

Suaves y pequeñas manos blancas se aferraron con desesperación a los anchos hombros llenos de ambiguas marcas rojizas.

Grandes ojos de un púrpura rojizo, que rogaban por un descanso, se hallaban perdidos en un mundo de dicha donde su dueña sólo podía sentirse feliz y plena.

—Y...ya n- ¡ah! no más~ —su habla fue interrumpida por sus propios gemidos de placer al seguir sintiendo como su esposo siguió con sus certeras embestidas a su punto dulce. Si él seguía así... a este punto, no tardaría en volverla loca por el placer.

Los ojos amatistas de su esposo brillaban con un salvajismo sorprendente; dedicándose a observar con deleite el usualmente inocente rostro de su amada mancharse con la impureza del erotismo.

Hah, amor, hoy luces más radiante —murmuró él con una sonrisa traviesa, disfrutando de como su adorable esposa apretaba su miembro con sus suaves y húmedas paredes. Sabía que ella amaba cuando la elogiaba y la veía sólo a ella, así como él amaba que ella derramase cantos de amor con sus labios de azúcar y lengua de miel. —. Debería... ¿deberíamos hacerlo más seguido?

La respuesta llegó en adorables lloriqueos desesperados acompañados de más razguños en su espalda, ah, su esposa había tenido otro orgasmo.

El hombre no pudo evitar lamerse sus labios sentiéndose dichoso y con ganas de más al observar el rostro puro de su amada deformarse por el placer mientras aplastaba sus abundantes pechos contra él.














Bavilo y Adrianne de Secramise habían sido comprometidos y casados bajo las antiguas tradiciones Secramise.

Ambos habían sido elegidos por el templo para ser la medida de seguridad para el imperio, así como alguna vez lo fueron Jaider y Roserise de Secramise.

Un hijo legítimo desfavorecido y una hija ilegítima abandonada.

El emperador y la emperatriz actuales habían sido casados por las tradiciones y la necesidad de tener un futuro estable en el imperio si la lucha por el trono salía mal y todos los herederos elegibles morían. Ellos serían y fueron la pluma de repuesto.

Pero eso cambio con la llegada de Ares de Secramise, donde ellos finalmente fueron aclamados y venerados como la verdadera salvación del imperio. Aquello también los unió como un verdadero matrimonio amoroso.

Hasta que él murió.

Y sus sentimientos también.

Por ello, ya no dudaron y sacrificaron a esos dos Secramise.

Para que la historia se repitiese.


Pero mejor.







NOTA:guau, muy intenso

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NOTA:
guau, muy intenso.
bueno, ante guerra avisada no hay soldado desprevenido.
sí, la protagonista y Bavilo están casados.
seguro que se preguntarán: "si están casados... ¡¿como vas a cumplir con lo que dijiste en la info?!"
*risas malvadas*

tengo muchos planes, ustedes solo lean y disfruten.

por otro lado, ¿qué les pareció?
sí, ya sé, tengo que mejorar mi escritura cuando se trata de contenido explícito.
¿alguien tiene una vaga idea de lo que se viene?
yo sí y será medio turbio, aunque no prometo nada.
ay, en fin, que tengan buena noche.

ay, en fin, que tengan buena noche

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ESTRELLAS GEMELAS; the princess's jewelry boxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora