Capítulo 4

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"Corre"

Quackity estaba en su cama, estaba temblando, con los cabellos pegados a la cara por el sudor y sus ojos un poco rojos por las lágrimas.

Abrió un poco los ojos, luego los abrió de golpe cuando vio que estaba en su habitación.

–¿Qué hago aquí?. -se preguntó a sí mismo.

Se sentó en el borde de su cama sobándose los ojos, buscó sus pantuflas con la mirada para salir de la habitación, las encontró y entonces se levantó yendo hacia ellas para ponérselas. Después se dirigió a la puerta para salir de ahí; abrió la puerta suavemente, todo le parecía extraño.

Con miedo, caminaba lentamente mientras escuchaba risas que se hacían más fuertes cuando avanzaba. Eran las risas de sus amigos...

Cuando reconoció sus risas empezó a caminar más rápido, pero parecía que el pasillo era tan largo que no llegaba a su sala. Tan desesperado estaba en ver a sus amigos que comenzó a correr, hasta que por fin llegó.

Dudaba en abrir la puerta, pero eran sus amigos, así que la abrió. Todos voltearon a ver Quackity ni bien entró.

–¡Alex! Que bueno que despertaste pendejo, ya ibamos de salida a comer, ¿vienes? –Habló Roier.

–Cállense que me desconcentran. –regañó Rivers que jugaba a Mario Kart en la televisión con Mariana, Ari, Juan y Aldo.

–Hagan apuestas, yo le voy a Samantha. –Comentó Spreen.

–Dale amigo, yo le voy a Osvaldo. -Apostó Carre.

–¿Nadie le va por mí? Que hijos de puta. –Decía Ari mirando al gran televisor donde se proyectaba el videojuego.

–Abril, ya todos sabemos que vas a perder. Obviamente nadie le va a por ti. –se burló Aldo.

–Cállate, que eres el menos indicado para hablar. – le dió un golpe en el brazo.

–¡Ja! Gané culeros, ¡eh! –exclamó Mariana.

–No mames, pinche Osvaldo. –se quejó Rivers.

–Silencio umpa lumpa. Es mi victoria, déjame disfrutarla.

Quackity estaba paralizado, su cabeza estaba procesando y analizando lo que veía, ellos estaban bien... como si nada hubiera pasado; sus vidas seguían como si nada.

–Chicos... ¿ya terminó todo? –preguntó al borde de las lágrimas.

–A sí, ya acabamos la partida. Vámonos a comer. –respondió Roier.

–No... no me refería a eso... –suspiró–¿saben qué? Tuve una pesadilla, pero vamos rápido.

Todos se levantaron y algunos comenzaron a buscar sus billeteras, sus carteras o sus abrigos para salir de la casa.

Ya todos listos, salieron y empezaron a caminar en grupo mientras hablaban y reían por los chistes que decían entre ellos.

Como Quackity salió último, le tocaba cerrar la puerta; la cerró, cuando iba a ir a donde su grupo estaba avanzando, no podía caminar, se había quedado quieto, como si algo o alguien sosteníera sus pies para no poder avanzar. Él le gritaba a su grupo para que lo esperen, pero ellos seguían avanzando. En cuanto más avanzaban, menos visibles eran.

Luego, todo se volvió aterrador, el cielo era color rojo, las casas que lo rodeaban estaban quemadas y destrozadas; agachó la cabeza y vio que un zombie estaba sosteniendo su pie. Se asustó mucho que en un intento de soltarse se cayó al suelo, el zombie se arrastraba hacia él ayudándose con las manos; Quackity también se arrastraba alejándose del zombie, pero este logró agarrarlo del tobillo tan fuerte que ya no podía seguir avanzando, pensó que era su fin, pero vió un fierro a su lado y golpeó al zombie en la cabeza; esto hizo que el zombie muriera.

Se levantó asustado, pensando que su "pesadilla" se volvió realidad. Volteó la cabeza y vio a todos sus amigos con la ropa rota, algunas manchas de sangre, sus venas marcadas, los ojos completamente blancos y el cabello desordenado.

Todos ellos comenzaron a correr hacia él, entonces Quackity tomó el fierro con las dos manos, se preparó tanto mentalmente como físicamente para golpear al primero que se le acerque, aunque no quería, tenía que hacerlo.

Se estaba acercando Roier hacia él más rápido que los demás, Quackity no tuvo más opción que golpearlo; se acercó Rivers, también la golpeó; ahora estaban cerca Spreen y Mariana, también los golpeó, así como golpeó a los que quedaban.

Luego se dio cuenta que todos sus amigos estaban muertos, todos estaban tirados a su alrededor. Intentó convencerse de que lo hizo por su bien y lo hizo para sobrevivir por ellos.

De la nada, todo se volvió oscuro, una luz que estaba encima de él se prendió, vio que habían muchos espejos a su alrededor donde estaba su reflejo. Se acercó a uno de los espejos y sus pupilas se extendieron por todo su ojo.

–¿Por qué lo hiciste? –le preguntó su propio reflejo.

–Tuve que hacerlo porque... fue por mi propio bien. –respondió dándose cuenta de que fue "egoísta".

–¿Por tu propio bien? Eres un idiota, debiste convertirte en uno de ellos en lugar de matarlos, eran tus amigos.

–No, no, no...

–Sí, te lo repetiré una y otra vez: ¡Eres un idiota!

–¡Cállate! –golpeó el vidrio con su puño derecho, el cual comenzó a derramar sangre por los trozos de vidrio que lastimaron sus nudillos.

–Y sigues actuando como un idiota. –dijo una voz detrás de él.

Volteó y vio que era él, aún con las pupilas extendidas por todo sus ojos.

–No soy un idiota, solo hice lo que tenía que hacer. –sus piernas se derrumbaron y cayó al suelo con la cabeza abajo y soltando unas cuantas lágrimas.

Su reflejo salió del espejo y tomó su mentón e hizo que lo viera a los ojos.

–Deja de llorar, al final, lo hiciste por tu propio bien, ¿verdad? –soltó un leve risa y con ella también soltó el mentón de Quackity.

"Despierta".

"Despierta".

"Alex, ¿estás bien?"

"Hey, despierta".

Se despertó, con lágrimas en los ojos y sudando. Lo primero que vio fue a Carre.

–Alex, ¿estás bien? ¿Qué pasó? –preguntó Carre preocupado.

–No, no pasa nada, estoy bien. –sonrió levemente para que fuera creíble.

–¿Estás seguro? –preguntó nuevamente.

–Sí, no te preocupes.

Carre se levantó lentamente para volver al sitio donde estaba durmiendo.

Quackity no entendía lo que soñó, no sabía por qué soñó eso, ni mucho menos a qué se refería ese sueño. Tal vez era una señal, tal vez era una predicción, o tal vez podía ser una advertencia de lo que estaría por pasar para que se prepare. Estuvo pensando en el sueño que tuvo toda la madrugada, vio el reloj que estaba colgado en la pared del salón y notó que ya eran las 5:02 a.m.

Luego de ver la hora, decidió ya no tomarle importancia a su sueño, pero ya no quería dormir, entonces se levantó y se sentó en el borde de la ventana y fue testigo del amanecer mientras pensaba en otra cosa para despejar su mente.

No mires atrás | StreamersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora