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Tras llegar al límite de toda emoción, Juan y Rubí terminan gritando todo pensamiento que por mucho tiempo se guardaron.
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˚₊· ͟͟͞ También conocido como, pequeña lectura terapéutica para los amantes de está ship y un...
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¿Qué has echo mal?
. . .
¿Por qué te has metido con gente igual de mala?
. . .
¿Mereces siquiera la felicidad?
. . . “ ... ”
Frondosas nubes cargadas del odio y tristeza de un Dios, golpeaban tanto las tierras como los cuidados árboles del pueblo, estrellando sin piedad algunos miles de rayos, que solo podían iniciar chispas de llamas naranjas con el sutil brillo rojizo.
Nadie tenía idea qué ocurría, qué demonios estaba pasando aquel día, más importante, no entraba pensamiento alguno sobre quién les estaba atacando con fuertes lluvias eléctricas, o eso era lo que todos los pueblos querían aparentar.
Vivir y fingir la ignorancia siempre les dejaba fuera del problema, sin importar que tal vez ellos fueron los responsables de dicha situación, era más preferible limpiarse las manos entre sus pantalones e irse de la escena. Por ende nadie buscaba la respuesta, tampoco imploraban en rezos que se detuviera, nada más buscaban un refugio a la espera de que todo acabara.
“ ¡Eres un puto mentiroso! ”
Restos de vidrio roto chocaron apenas fue lanzada la lujosa cerámica de bodas muy por encima del hombro de un castaño miope, el cual reaccionó tan rápido como su cuerpo se lo permitió, esquivando tal lanzamiento e inflando la postura a una más demandante.
— ¡Tú tampoco eres una santa! Me cambiaste con el primero que se te cruzó en la puerta.
La garganta quemaba parecido a las llamas del mismísimo inframundo, no pensando dos veces en sus palabras y solo queriendo defender su postura.
— ¡Al menos yo no me pongo a coger con la primera tía que vea!
Los intentos de tirar objetos resultaban inútiles, notando esto en el milésimo intento por atinar a la cara de su esposo, esquivando y resultando en trozos que tendría que limpiar más tarde.
— Deja de moverte, gilipollas. —Si bien los gruñidos no eran muy habituales, ahora mismo no dejaban de rebotar por las paredes repletas de agua que cubrían la casa del híbrido de oso, maldiciendo en alto y buscando con desespero algo para lanzar.
— Estás mal si piensas que me voy a quedar parado como tu pendejo nada más para que me tires algo.
El ambiente que a ambos les rodeaba, se sentía sumamente pesado, ninguno tenía la esperanza de bajar la guardia, mucho menos deseaba verse débil para su "oponente".