Extra 2. El primero de muchos

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Tras darles las buenas noches, los pasos de Himeko todavía reverberan en el vagón panorámico. Caelus continúa oyendo con atención. El sonido de los tacones se apaga paulatinamente y seguido de ello, se oye una puerta abrirse y cerrarse.

Solo allí él suspira.

—Jamás me cansaré de esto —dice Marzo, totalmente embelesada.

Caelus se gira para observarla. Su mirada brillante refleja las mismas estrellas que mira fijamente.

Sus ojos opalinos fulguran con la intensidad de mil soles, suficiente para desplazar el invierno que reinaba en su corazón.

Su mano está apoyada sobre el marco del gran ventanal que da al espacio exterior y una gran sonrisa está dibujada en sus labios.

Marzo lo mira al fin y le dedica una sonrisa.

—Pero creo que ya es hora de dormir —agrega seguido de un bostezo.

Caelus aprieta sus puños y con disimulo repasa los alrededores. No hay nadie, confirma, todos se han ido a dormir ya.

Solo entonces él acorta la distancia que lo separa de ella y apoya su mano en la suya.

Marzo permanece inmóvil por un segundo e inmediatamente se apoya contra él, volviendo la vista una vez más al vasto espacio más allá de la ventana.

Él no observa el exterior en ningún momento. No lo necesita. La estrella más brillante del firmamento está allí, justo frente a él.

Apenas han pasado algunos días desde que comenzaron a ser algo más que amigos, pero desde entonces ni siquiera han tenido tiempo para volver a estar juntos, solos.

—¿Realmente quieres irte a dormir ya? —pregunta él.

Él no puede evitar sentirse un poco abatido. Lo que más le gustaría es pasar el día enteramente con ella, pero acordaron ser discretos.

Tal vez el resto de la tripulación comience a sospechar tarde o temprano, pero lo más conveniente sería dilatar esa confrontación cuanto se pueda.

—Si quieres puedo quedarme un poco más, pero no demasiado. Debes dormir y yo también. ¿Sabes lo que le hace una mala rutina de sueño a la piel? Me estremezco de solo imaginarlo.

Caelus suspira una risa.

—Eres hermosa con o sin rutina de sueño.

—Esta belleza es precisamente producto de un cuidado estricto —Marzo se agita el cabello con aire de suficiencia.

Ella deja de apoyarse sobre él y toma distancia.

—Anda, vayamos a dormir. Buenas noches.

Ella se gira en dirección al vagón dormitorio, pero antes de siquiera avanzar un paso una mano cálida la detiene.

Por inercia, ella voltea y cuando lo hace Caelus atrapa sus labios en un beso casto.

Él la abraza y ella trastabilla unos pasos, pero se sostiene pasando sus brazos alrededor de su cuello.

Aquel beso primeramente inocente se vuelve avasallante de un segundo a otro. Los labios de Caelus atacan los suyos sin piedad, depositando beso tras beso sin darle oportunidad de escapar.

Con lentitud Marzo va retrocediendo hasta que finalmente la pared corta su camino. De pronto una mordida la sorprende y cuando ella quiere hacer algo al respecto, él da un último paso al frente.

Caelus invade su boca y trenza su lengua con la suya en una batalla apasionada por primera vez. Es inesperado y sorpresivo, pero ella no puede negarse. También lo desea y corresponde de la mejor manera. Es un beso tan hambriento como inexperto, mas no les lleva mucho tiempo acomodarse al ritmo del otro. Pronto sus lenguas hallan un tempo cómodo pero no menos feroz. La forma en que él la sujeta así como la ferocidad de aquel beso habla de una necesidad impostergable.

La mano de Caelus que está firmemente apoyada en la espalda baja de Marzo comienza a descender sin prisa.

Concentrada en la inmensidad de estímulos que la atacan sus sentidos, Marzo no se percata de ésta hasta que lo siente por debajo de su cintura, casi llegando a... Marzo toma la mano de Caelus y vuelve a subirla a su lugar inicial y lo oye reír sin interrumpir el beso.

Ella lo muerde levemente en respuesta y él la abraza con más fuerza.

Sus dientes chocan, sus labios arden y pronto se ven obligados a separarse por la falta de aire.

Sin embargo, él se mantiene a escasos centímetros de ella.

—Eso fue intenso —Confiesa Marzo entre jadeos. La falta de aire no le permite hablar con claridad.

—Y me estoy conteniendo —Caelus deposita otro beso en sus labios, pero no se extiende.

Marzo está totalmente obnubilada. La sensación electrizante de los labios de él sobre los suyos debería ser un pecado. No es posible que pueda despertarle tantos deseos indecorosos.

—Te amo —susurra él y ella se petrifica en el acto.

Es la primera vez que lo oye decirlo. La noche anterior había escrito en su diario sobre eso. ¿Cuándo sería qué él le dijera esas palabras? Marzo sabe que él no es muy hablador y aunque sea un sinvergüenza, realmente le cuesta exteriorizar lo que siente.

La extroversión es la mejor arma de un alma tímida como la suya y él sabe utilizarla bien.

—Yo también te amo —responde Marzo con un hilo de voz.

—Ahora sí es hora de ir a dormir.

Amnesia anónima | CaemarchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora