p r o l o g o

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Prólogo de la novela: Horst-Eberhard Richter.

"Christiane F., 13 años, drogadicta y prostituta". Kai Hermann y Horst Rieck.
"Este libro nos sumerge en un problema relacionado con la angustia y desamparo de
un sector de nuestra sociedad que intentamos desconocer. Es de la mayor trascendencia abordar el tema en esta ocasión porque nos obliga a compenetrarnos y en profundidad- ya que nos aporta elementos muchos más valiosos que aquellos que nos podrían ofrecer masivos análisis sociológicos, o en ocasiones,
informaciones proporcionadas por expertos o especialistas en materia de
drogadicción juvenil.

Este documento único hará que un numeroso público comprenda finalmente- al menos, eso
esperamos-, que la toxicomanía juvenil, al igual que el alcoholismo juvenil, avanza hoy en día en progresión constante y que la atracción de los jóvenes por sectas no son fenómenos importados sino que han sido engendrados dentro de nuestra misma sociedad. Nuestras familias, nuestras escuelas, las discotecas, son entre otros, aquellos lugares de encuentro en los que los jóvenes conviven y a los que tienen acceso por derecho propio y en los cuales germina este flagelo, generalmente considerado como una enfermedad exótica. Y el documento que
nos ofrece Christiane (con la ayuda de los periodistas Kai Hermann y Horst Rieck) nos enseña además otra cosa: el camino que conduce a la droga no está pavimentado de excentricidades de una particular categoría de niños y adolescentes marginales en su mayoría si no que a un conjunto de
problemas complejos e interrelacionados: condiciones habitacionales inhumanas, desventajas en las reglas del juego social; crisis matrimoniales de los padres, un sentimiento generalizado de alienación y aislamiento, tanto dentro del seno de las familias como en las escuelas.

Después de haber concluido la lectura de este libro, más de alguien, y con justicia, se preguntará: ¿Quién era la persona más "humana" próxima a la desventurada Christiane, drogadicta y delincuente, cundo las personas más cercanas a su entorno reconocidas habitualmente como "normales" por la sociedad moderna se reconocen también como "honorables"?
Durante la década de los sesenta emergió un síntoma de sublevación juvenil y cuando la ebullición comenzó a declinar, la mayoría de nosotros nos adormecimos con la ilusión de que todo había retornado al orden habitual. Se pensaba, con excepción de los terroristas y sus imitadores, que la juventud actual vivía dentro de un proceso de integración social. Esa idea surgió como producto de un obstinado trabajo subconsciente de evasión. Se constató la extinción de conflictos provocados por activistas, característicos de los sesentas, las que a su vez acarreaban realizaciones de lamentables provocaciones diarias y se tendió a minimizar, a mirar con negligencia las nuevas formas de rebelión. Y esto se debió a que la nueva generación
era menos bulliciosa y espectacular que aquella que la antecedió. Sin embargo, esta conducta ilustra a una importante mayoría de la juventud actual. Por su parte, los adultos estaban satisfechos al comprobar que habían cesado los permanentes conflictos generados en el interior de las familias, en las escuelas, en las universidades. También se pensó que las calles se habían liberado definitivamente de las masivas manifestaciones que realizaban los jóvenes de los sesentas. Por otro lado, los adultos prefirieron no enterarse que bajo una fachada de posible adaptación al medio, habían comenzado a emerger algunos síntomas inquietantes, los que ya se habían asilado en un masivo y creciente número de jóvenes. Entre estas características podríamos mencionar una extraña apatía y una cierta tendencia replegarse en si mismos. La gran masa de todos los adultos, constituida por individuos establecidos y adaptados socialmente, adoptó una actitud resignada pero básicamente defensiva:"Allá ustedes y su anticultura, sus excéntricos modos de vida, siempre que no perturben nuestros pequeño mundo. Ustedes terminarán por comprender que para sobrevivir en nuestra socieda hiperorganizada y despiadada, tendrán que terminar por adaptarse a ésta definitivamente."La indiferencia, las manifestaciones de rechazo de muchos niños y adolescentes, nosotros las interpretamos con un:"Déjennos en paz" o "Queremos estar entre nosotros", etc. Sin embargo, esa interpretación no es más que un deseo subconsciente de los adultos para mantener su involuntaria ceguera ante la realidad. Christiane, como miles de otros niños y adolescentes, se alejaron de su entorno familiar porque estaban decepcionados. A su vez, los adultos, en general, no supieron brindarles una imagen de comunidad fraternal en la que existía un espacio para ellos y en el que ellos querrían integrarse a su vez al sentir que recibían comprensión, seguridad y afecto. Christiane, como todos los integrantes de su pandilla-integrada por drogadictos y prostitutas- poseían padres que a su vez, padecían grandes dificultades e inconscientemente les transmitían su angustia, su soledad, tanto física como
psíquica, sus desmoralizaciones como sus amarguras y resentimientos.

𝘤𝘩𝘳𝘪𝘴𝘵𝘪𝘢𝘯𝘦 𝘧.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora