Ethan Brown
—No puedo creerlo.
Miré la televisión y las noticias cada vez se esmeraban más en darme jaqueca. Pedí un trago a la criada y con nerviosismo lo dejó sobre la mesa del despacho.
Por más que intentara cambiar de canal todos se ocupaban de lo mismo. Lancé el vaso al televisor y me agité.
—Mantén la calma o te saldrá una cana— se burlaron detrás mío.
—Debí tirarlo al mar al maldito.
Klaus se acercó y me tendió un papel.
—Esa es la declaración que preparó el equipo legal— abrí el sobre desesperadamente y pasé mis ojos sobre las letras—. La aprenderás tal cual está.
El teléfono sobre el escritorio comenzó a sonar y lo apagué.
—¿Por qué cortaste?
—No necesito que Mildred me toque las pelotas en este momento.
Esa mujer pelirroja parecía no cansarse. Al parecer siempre aparecía en los momentos inoportunos.
—Debes saber que en cualquier momento vendrán por tí para interrogarte. Es necesario que lo aprendas cuánto antes.
Rodé los ojos y cuando volví mi vista a la hoja de declaración esta vez sonó el teléfono de la empresa.
—Creo que ya es tarde— volví a guardar el papel en el sobre y se lo entregué.
Enseguida lo escondió por dentro de su saco y me invitó a fingir otra cosa. No podía permitir que entraran al despacho después de ver el desastre del televisor.
Salimos de mi oficina y a dos metros un par de oficiales me detuvo.
—Nos vemos otra vez— la policía abrió paso para el dueño de la voz.
De sólo verle la sonrisa altiva me repugnaba como siempre lo hacía.
—Oficial Rex— moví la cabeza en modo de saludo hacia él.
Por más que fuera más bajo que yo se creía todo un intimidador con esas gafas redondas y ese lunar que amenazaba siempre con sacarme una risa en un momento serio.
—Señor Brown— devolvió el gesto—, debemos llevarlo a la estación para hacerle algunas preguntas.
Klaus se paró a mi lado y a diferencia de mí no pudo disimular el desagrado hacia el oficial.
—Puede irse señor— habló para mí pero sin quitar su vista al hombre frente a nosotros—. Enviaré un representante legal para usted.
Comencé a caminar custodiado por un par de policías a mi alrededor y poco a poco, también mis hombres se percataron de la escena y me acompañaron hasta la salida del edificio.
—Señor— uno de los… al parecer novatos abrió la puerta del móvil policial.
—Disculpa, pero no se me acusa de nada… directamente— ladee la cabeza— viajaré en una de mis camionetas a la estación.
—¡Déjalo!— Rex miró a su peón y este se apenó enseguida.
Mi chófer y dos hombres más viajaron hasta que llegamos en la camioneta negra a una edificación que ya conocía muy bien. Las personas allí me miraban con terror al pasar, por más que me gustará no me podía dar el gusto de sonreír a su miedo.
****
—Ya debe saber que está aquí por el asesinato que hubo en su casino, señor Brown.
Fruncí el ceño.
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Las cláusulas de un corazón de hierro
Lãng mạnUna deuda que debe ser pagada. Una muchacha que su vida se torna cada vez más en desgracia. Un hombre que necesita a alguien que cumpla los deseos de su familia. Sí, así es cómo comienza la historia de Ada, una chica que busca esconderse del mundo y...