El "Rangoon", uno de los buques que la Compañía Peninsular y Oriental emplea para el servicio del mar de China y del Japón, era un vapor de hierro, de hélice, con el aforo en bruto de mil setecientas toneladas, y la fuerza nominal de cuatrocientos caballos. Igualaba al "Mongolia" en velocidad, pero no en comodidades. Por eso mistress Aouida no estuvo tan bien instalada como lo hubiera deseado Phileas Fogg. Por lo demás, tratándose sólo de una travesía de tres mil quinientas millas, o sea de once a doce días, la joven no fue viajera de difícil acomodo.
Durante los primeros días de la travesía, mistress Aouida contrajo mayor intimidad con Phileas Fogg. En todas ocasiones le manifestaba el más vivo reconocimiento. El flemático gentleman la escuchaba, en apariencia al menos, con la mayor frialdad, sin que una entonación ni un ademán revelasen la más ligera emoción. Cuidaba que nada faltase a la joven. A ciertas horas acudía regularmente, si no a hablar, al menos a escucharla. Cumplía con ella los deberes de urbanidad más estricta, pero con la gracia y la imprevisión de un autómata cuyos movimientos se hubiesen dispuesto para ese fin. Aouida no sabía qué pensar de ello, pero Picaporte le había explicado algo de la excéntrica personalidad de su amo. Le había instruido de la apuesta que le hacía dar la vuelta al mundo. Mistress Aoulda se había sonreído; pero al fin te debía la vida, y su salvador no podía salir perdiendo en que ella lo viese al través de su reconocimiento.
Mistress Aouida confirmó la noticia que el guía indio había hecho de su interesante historia. Pertenecía ella, en efecto, a esa raza que ocupa el primer lugar entre los indígenas. Varios negociantes parsis han hecho grandes fortunas en las Indias en el comercio de algodones. Uno de ellos, sir James Jejeebloy, ha sido ennoblecido por el gobierno inglés, y Aouida era pariente de ese rico personaje que habitaba en Bombay. Contaba ella con encontrar en Hong Kong al honorable Jejeeh, primo de sir Jejeebloy. ¿Hallaría allí refugio y protección? No podría asegurarlo, y a eso respondía mister Fogg que no se inquietara porque todo se arreglaría matemáticamente. Estas fueron sus palabras.
¿Comprendía lajoven viuda la significación de tan horrible adverbio? No se sabe; pero sus hermosos ojos, límpidos como los sagrados lagos del Himalaya, se fijaban sobre los de Fogg, quien, tan intratable y tan abotonado como siempre, no parecía dispuesto a arrojarse en el referido lago.
Esta primera parte de la travesía del "Rangoon" se efectuó con excelentes condiciones. El tiempo era bonancible, y toda la porción de la inmensa bahía que los marineros llaman los "brazos del Bengala", se mostró favorable a la marcha del vapor.
El "Rangoon" no tardó en cruzar por delante del Gran Andaman, que era la principal isla de un grupo que los naveganes divisan desde lejos, por su pintoresca montaña de Saddle Peek, de dos mil cuatrocientos pies de altura.
Se fue siguiendo la costa de bastante cerca. Los salvajes papúas de la isla no se mostraron. Son unos seres colocados en el último grado de la escala humana, pero que han sido indudablemente considerados como antropófagos.
El desarrollo panorámico de las islas era soberbio. Inmensos bosques de palmeras asiáticas, arecas, bambúes, moscadas, tecks, mimosas gigantescas, helechos arborescentes cubrían el primer plano del país, perfilándose atrás los elegantes contornos de las montañas. Sobre la costa pululaban a millares esas preciosas salanganas, cuyos nidos comestibles son un manjar muy apetitoso en el Celeste Imperio. Pero todo este espectáculo variado, ofrecido a las miradas por el grupo de las Andaman, paso pronto, y el "Rangoon" se dirigió con rapidez hacia el estrecho de Malaca, que debía darle acceso a los mares de la China.
¿Qué hacía durante la travesía el inspector Fix, tan desgraciadamente arrastrado en aquel viaje de circunnavegación? Al salir de Calcuta, después de haber dejado instrucciones para que, si llegase el mandamiento, le fuese remitido a Hong Kong, había podido embarcar a bordo del "Rangoon" sin haber sido visto de Picaporte, y confiaba en disimular su presencia hasta la llegada a puerto. En efecto, difícil le hubiera sido explicar por qué se hallaba a bordo sin excitar las sospechas de Picaporte, que debía creerle en Bombay. Pero la lógica misma de las circunstancias reanudó sus relaciones con el honrado mozo. ¿De qué modo? Vamos a verlo.
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La vuelta al mundo en 80 días
РазноеEsta es otra de las famosas novelas escritas por Julio Verne donde el autor relata fantásticas aventuras, documentándolas con inventos existentes o anticipando las predicciones de otros que aparecerían posteriormente.