parte única.

4K 291 306
                                    

Carre no diría que estaba perdidamente enamorado, de ninguna manera, solo que había pasado la mayor parte del último año y medio un poco encaprichado con Spreen; y tal vez saltó con demasiado entusiasmo cuando el pelinegro le preguntó, un par de meses antes, si quería salir con él y sus amigos de joda un fin de semana cualquiera.

A pesar de los vergonzosos instintos iniciales de Carrera (que consistían principalmente en momentos aleatorios de perderse en la manera en que sonaba la risa del pelinegro o esa involuntaria sonrisita cariñosa que se formaba en el rostro del castaño al mirarlo con atención), aparentemente había causado una impresión lo suficientemente decente como para ser invitado después de eso, una y otra, y otra vez, hasta que finalmente el tiempo que pasaban juntos se redujo a solo ellos dos.

Ahora estaban sentados en la alfombra de la sala de Iván, escuchando música a un volumen bajo mientras el pelinegro hablaba de quién sabe qué cosa.

Rodrigo lo escuchaba, o al menos, estaba consciente de la voz de su amigo, pero estaba mucho más concentrado en tratar de no dejar que su mirada permaneciera fija en su boca por largos períodos de tiempo.

-"¿Che, me querés besar?"-

Los ojos de Rodrigo se posaron en los de Iván ante las palabras. No tenía idea de qué había estado hablando el alto un segundo antes, pero estaba seguro de que se había imaginado esa última frase. Spreen, sin embargo, miraba a Carre con las cejas fruncidas inocentemente, como si esperara una respuesta.

-"¿Eh- cómo?"- preguntó el castaño, nervioso.

-"Te pregunté si me querés besar"- y no, Rodrigo no se lo había imaginado, porque ahí estaba de nuevo, expresado tan casualmente que Iván podría haber estado preguntándole si tenía hambre.

De repente el rostro de Carre se sintió mucho más caliente, y todas las palabras que pudo haber dicho en ese momento quedaron atrapadas en su garganta, dejándolo con la boca abierta en estado de shock antes de finalmente tartamudear.

-"¿Por qué- eh, no boludo, que decís..."-

-"Tranqui"- dijo Iván tranquilizadoramente, y con una voz mucho más suave de lo que Rodrigo hubiera creído que sería capaz. Lo que quedaba de su corazón se disolvió rápidamente en un charco inútil y tembloroso cuando el pelinegro extendió la mano para tirar suavemente de su brazo, instándolo a acercarse y hablándole en voz baja.

-“También te quiero besar. Vení"-

Entonces Rodrigo obedeció, porque las pequeñas mariposas que bailaban en su estómago lo hacían incapaz de resistirse a Iván incluso si quisiera, aunque sucedió que él realmente no quería resistirse.

El agarre de Iván se aflojó cuando Rodri se acomodó a su lado en el suelo. Sus labios, sus hermosos y perfectos labios que acababa de ofrecer voluntariamente para presionar contra los de Rodrigo, se curvaron en una sonrisa, fácil y genuina mientras deslizaba una mano detrás del cuello del castaño y tiraba de él hacia adelante.

Carre logró exhalar temblorosamente y sintió que el calor de su propio aliento volvía a él cuando golpeó los labios de Spreen, y antes de que pudiera formar otro pensamiento coherente, los ojos del pelinegro se cerraron y eliminó la distancia restante entre ellos.

Había demasiada nariz en el camino y no había suficiente aire entre sus bocas, y nunca en la vida de Rodrigo los dientes habían parecido tan inconvenientes; pero incluso esas vergüenzas palidecieron en comparación con la forma en que el bajito se quedó completamente congelado cuando los labios de Spreen encontraron los suyos.

୨ৎ kissing classesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora