Hacía un calor de mierda. Y eso que iban en la camioneta de camino al barrio privado, pero el vehículo parecía un sauna mientras intentaban llegar lo más rápido posible y no tener que pasar ni un minuto más dentro de esa tortura de chapa y engranes. Suspiró mientras sacaba un brazo por la ventana tratando de conseguir algo de aire, pero lo único que encontró fue una brisa caliente. Miró a su viejo. No sé me movía ni un pelo el calor de argentina, menos el de Buenos Aires, pero era donde Daniel se había criado, por lo tanto para él era el mismísimo Tártaro en verano. Aún así no le molestaba ayudar a su papá con el laburo, jamás. Sabía que mientras más pasaban los años más ayuda necesitaría con los trabajos que tome, como también sabía que la familia Hernández, unas de las más respetadas del complejo de viviendas, no aceptaba que se realice en su casa ningún trabajo que no fuera hecho con las manos de Raúl de Irala. Su papá tenía muy buena reputación dentro de aquel barrio privado, y en parte eso era gracias a que los Hernández hablaban maravillas de su viejo, le dieron trabajo casi toda su vida puede decirse.
No era la primera vez que su papá le pedía ir a visitar esa casa y sabe muy bien que no fue interés de su padre llevarlo, sino de esa familia, o más bien, de ella. Según le contó toda su vida, los Hernández cuándo se enteraron que Raúl tenía un hijo de casi la misma edad que su hija, insistieron en que podía llevarlo y pasar el tiempo ahí con ella. Conocía a Martina Hernández, la vió esporádicamente por la casa cuando trabajaban e incluso recibió una que otra solicitud de amistad en sus redes sociales de ella. Y a medida que fue creciendo, ese interés de la chica por él fue aumentando, lo notaba. Pero Daniel nunca se interesó, jamás se sintió llamado para compartir momentos con la gente de clase alta. En vez de eso prefirió asistir a una escuela de doble jornada, para que así sus viejos no tuvieran que cuidarlo al mediodía y ellos pudieran trabajar en paz. Por lo que tampoco tenía mucho tiempo que digamos en venir a aquella mansión o quedarse demasiado tiempo.
Pero ese día no podía negarse, su papá le había pedido por favor que lo ayude a terminar los últimos detalles de un pequeño baño que los Hernández mandaron a construir en el patio, para que sea utilizado los días de veranos y no tuvieran que ir y venir al baño principal dentro de la casa. Tenía sentido, si uno quería ir al baño y recién había estado en la pileta, mojaría todo el piso queriendo llegar. Ese pequeño baño solucionaría eso, por ejemplo. Aunque para Daniel seguía pareciendo una boludes.
Solo la gente así se puede dar los gustos de gastar plata en estas boludeces.
Pero tampoco se iba a negar, era trabajo para su viejo.
No podía negar que era hermosa. Los Hernández tenían buen gusto tanto para la decoración como para elegir la arquitectura de la casa. A diferencia de las casas vecinas, la residencia de la familia tenía bastantes espacios abiertos con grandes ventanales y en su mayoría pisos y paredes eran de madera. Muy hermoso. Incluso había gran variedad de plantas. Sin duda la clase de casa que Daniel sueña con tener en un futuro.
—La señora no está en la casa, pasó a buscar a su hija en la universidad, pero nos dejó la llave, así que empecemos y en menos de tres horas ya nos vamos.
Y prefirió no perder el tiempo. El nuevo baño estaba casi completo, su papá lo había traído para que lo ayude a poner las cerámicas y luego de eso solo quedaba pintar, que era lo que a Daniel mejor se le daba. Todavía hacía un calor de mierda, las doce del mediodía era la peor hora para trabajar bajo el sol, pero al menos se irían temprano y Daniel tendría tiempo para estudiar para los exámenes finales de la próxima semana.
El chico se encargó de hacer la mezcla de materiales para que pudieran empezar lo antes posible con la colocación de las cerámicas del piso y pared. El trabajo dentro de todo era tranquilo e incluso se permitieron poner música en un volumen bajo con un pequeño parlante que su papá traía de acá para allá.
ESTÁS LEYENDO
Amor en construcción (ArgPara)
FanfictionDaniel lleva años tratando de evitar las insinuaciones de Martina Hernández, la insoportable hija de los patrones de su padre. Pero un día que decide ayudar a su papá en el trabajo, no podrá evitar caer finalmente en las garras de la egocéntrica arg...