El espacio exterior. Una extensión infinita de maravillas indescriptibles aun por descubrir. Un lugar de posibilidades ilimitadas, incluso un lugar tan hermoso como ese no pudo escapar del caos de la intervención humana.
En un lugar muy alejado de la cuna de la humanidad un combate feroz se estaba llevando a cabo. La infinita calma del vacío del espacio era perturbada por inmensas explosiones moradas, campos de fuego que se disipaban con el paso de una veloz máquina humanoide, cuya blanca armadura resaltaba un intenso brillo rojo a la par que una estela celeste marcaba el trayecto de su movimiento. A pesar de tratarse de una máquina de más de 18 metros de altura y casi 50 toneladas, la gracia con la que se movía mientras avanzaba entre la formación de los mobile suits enemigos hacia parecer que se trataba de un humano, un espectáculo mortal en el que, uno a uno, las unidades de tipo Heingra caían ante el sable láser de la veloz máquina.
—¡Comandante, los refuerzos del enemigo no dejan de llegar!
—¡No mordieron el anzuelo, la segunda nave de evacuación está siendo atacada!
—Malditos sean esos desgraciados de la Unión, ¿no piensan ni dejar escapar a los civiles de la colonia?
Dentro de la cabina de aquella distintiva unidad se escuchaban las voces de diferentes pilotos, cada uno librando una desesperada batalla para mantener su posición. Quien escuchaba sus reportes era una mujer de tez morena, su rostro no resultaba del todo visible debido al opaco cristal de su casco, pero incluso debajo de este se podía notar un intenso brillo rojizo que combinaba con el de su máquina.
—¡Aguanten tres minutos más! Ya casi alcance su nave nodriza, los modelos de pre producción ya escaparon a la tierra, solo nos queda proteger la nave de evacuación mientras llegan nuestros refuerzos.— La joven morena, a pesar de la tensa situación en la que se encontraba, se esforzaba para mantener la calma y dar órdenes apropiadamente, debía mantener la compostura para poder darle esperanza a sus soldados, ese era el peso de ser la piloto estrella de la Alianza.
—¡Regresa de inmediato! ¡Ellos no van a poder sin ti!— De repente una voz masculina se hizo escuchar en los canales de comunicación.
—¡¿Papá?! ¡Pensé que te habías ido, ¿qué haces aquí?!— Alarmada por la presencia de su padre, la piloto detuvo en seco el movimiento de su máquina, observando estática como la dañada nave del enemigo se alejaba más y más mientras que una nueva formación de Heingras aparecía como muro para protegerle.
—Tonta, ¿cómo podría mirarles las caras si regreso sin ti, Eri?—
Aquellas palabras, saliendo del corazón de un padre preocupado, fueron suficientes para que la piloto pensase dos veces sobre las imprudentes acciones que iba a cometer, y el recuerdo de la promesa que había hecho se presentó en su mente.
Una alegre fiesta en la noche. El salón había sido decorado con hermosas luces y telas. Adultos bebían y niños jugaban, mientras que dos figuras al centro bailaban una danza elegante. Una de ellas era la piloto, Ericht Samaya, quien guiaba la coreografía mientras miraba a su hermana pequeña, aquella con la sonrisa más pura e inocente que haya visto.
—¿Cuándo regresarás, Ericht?— Aquella pregunta resonó en su mente, interrumpiendo el dulce recuerdo del último cumpleaños de su hermana.
La joven morena hubiese disfrutado recordando aquellos buenos momentos un poco más, pero una aguda alarma le recordó rápidamente el tipo de situación en la que estaba. La pequeña brecha que se creó con el descuido de Ericht permitió al enemigo lanzar una ofensiva contundente, ocho Heingras a la vez soltaron una lluvia de láseres sobre la blanca unidad, buscando acribillarla desde la distancia con sus fusiles.

ESTÁS LEYENDO
La Comandante de Mercurio.
FanficA pesar de que la humanidad avanzó tanto como para hacer su vida en el espacio los conflicto continúan. El mundo se ha dividido en dos bandos debido a sus diferentes ideas del camino que la humanidad debería escoger para seguir avanzando, junto a un...