27.

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—Estás en el equipo —digo aún sin creérmela internamente, aunque mi cara es de desinterés y fastidio.

—¡Mierda! El último autobús salió hace ocho minutos... —habla después de haberme sonreído.

Suelta el balón, sale del patio trasero y yo lo sigo hasta la calle. Va corriendo por la orilla como si su vida dependiera de ello.

—¡Ni siquiera traes mochila! —grito. Él se detiene en seco, casi cayendo al suelo.

Escucho como maldice y yo subo al auto mientras lo veo regresar corriendo a la dirección contraria. Pero cuando está a unos metros bajo la ventanilla.

—Tu primera clase hoy es conmigo, ¿no? —le pregunto y él se detiene a tomar aire a un lado del auto.

—Sí... Me... ¿M-Me podría llevar? —jadea.

—No —rió—. Pero si llegas tarde tendrás que dar quince vueltas a la cancha —sonrió mientras enciendo el auto, saliendo del patio y manejando por las calles.

Voy llegando al gimnasio justo cuando la campana suena.

Mi ropa está algo sudada, así que sólo mojo una toalla pequeña y me limpio el sudor para luego dejarla alrededor de mi cuello y caminar hasta el gimnasio.

Zhang Hao no ha llegado.

Sonrío y doy un aplauso, callando todos los murmullos.

—Hagan equipos, ahora. Practicaremos lanzamiento y trabajo en equipo.

(...)

Zhang Hao no llegó en ningún momento, sólo faltó a la clase.

Por un momento me preocupe, pero me dio igual después y seguí dando clases olvidando casi todo.

La cancha me distraía, era algo brusco con quiénes jugaba. Pero correr, saltar, esquivar y sentir la adrenalina sólo para encestar era uno de los pocos sentimientos que disfrutaba.

Cuando la campana del receso se escucha. Zhang entra por la puerta después de que todos hayan salido. Yo me he quedado para jugar un poco más.

—¿Porqué no viniste a clase?

—Perdón, estaba en el hospital comprando un inhalador —habla sarcásticamente.

Trae ahora una camisa azul cielo y unos jeans negros con los mismos tenis de hace rato.

—Bueno, ya que estás aquí puedes dar las quince... No, las veinte vueltas a la cancha. Cinco más por faltar.

—¿Qué sucede con "el plan" para que Hikaru no diga nada?

—Oh... Hikaru dirá todo —sonrió lanzando un balón y encestando.

—¿Q-Qué?

—Señor Sung.

Ambos miramos la puerta principal. Hikaru y el director están entrando. Y Zhang Hao se acerca hacia mí con miedo, yo solo le doy el balón y le acaricio el cabello como a un niño pequeño.

—Va mejorando, Zhang. Su lugar ya está casi asegurado en el equipo —comento y sonrío con falsedad cuando están lo suficientemente cerca.

—¿Qué? —susurra.

—Sí, solo practiquemos esos pases en la siguiente clase, ¿de acuerdo? —sonrío aún más grande con tal de darla a entender.

—Oh... ¡Oh! Sí, entrenador... Y-Yo practicaré en casa, gracias por enseñarme el tiro de esquina.

Me da el balón y ambos sonreímos a los presentes.

—¿Qué te sucede, Hao? ¿Por qué haces esto? —pregunta realmente confundida Hikaru.

—Y-Yo no sé de qué hablas, Karu. Solo vine a pedirle unos consejos al entrenador.

—Él nos echó del equipo.

—¿Eso es verdad, señor Sung? —finalmente, pregunta el anciano.

—Oh, sí —confirmo—. Aunque solo a Hikaru... Lo siento, el Basketball no es lo tuyo. Pero Hao... —pongo una mano sobre su hombro—. Tiene potencial.

—P-Pero... —tartamudea Hikaru.

—Señorita, ¿es esto alguna clase de broma?

—¡No! Él es el peor profesor, golpeó a Zhang Hao, ¡él me lo dijo!

¿Zhang Hao se lo dijo?

Aprieto con fuerza el hombro del chino y este hace una mueca.

—No, Karu. ¿De qué hablas? —aprieto más fuerte—. Es estricto, pero jamás nos golpearía.

—¿Y esos golpes, Zhang? —pregunta el director, viendo los pequeños moretones del castaño en sus brazos y pómulos.

—Me asaltaron hace unos días y yo me resistí —se encoge de hombros y mira el suelo—. Por suerte no pasó nada grave.

—Señorita Ezaki, acompáñeme a la dirección —pide el director.

—N-No... Pero ellos...

—¿Acaso quiere un reporte por mal comportamiento y difamación a un profesor? —pregunta irritado.

Hikaru se resigna, bufando y dándose la vuelta molesta y con los puños cerrados.

—Eres un terrible actor, Hanbin —comenta Zhang Hao, quitando mi mano de su hombro.

—¿De qué hablas?

Pone los ojos en blanco.

—Como sea, ya lárgate o da las veinte vueltas.

Zhang Hao camina hacia la puerta y antes de salir, se detiene.

Pero Hao tiene potencial —comenta con voz chillona, abriendo la puerta de un golpe.

—Hao... —la puerta se cierra con brusquedad detrás suyo—. No mentí sobre eso —digo, aún sabiendo que no me escuchará.

gym ♡ haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora