Trescientos sesenta y cinco días después

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Todo comenzó en cuanto el Coronel y yo, luego de pensarlo durante seis meses completos, decidimos que era hora de visitarla.

Vine Station nos traía tenebrosos recuerdos sobre el funeral de Alaska Young, el invierno en el depresivo pueblo de Alabama nos conmocionaba a todos los que nos encontrábamos allí. Llegamos al cementerio y logré ver a un hombre vestido de traje frente a una lápida. Mi mente me hizo recordar al Señor Young, al que había visto por primera y última vez exactamente hace un año; recordé sus ojos verdes hundidos en cuencas oscuras y su semejanza a un fantasma que se desmoronaba al recordar la trágica muerte de su esposa y, posteriormente, de su única hija.

El Coronel quiso comprar flores, por lo que comencé a acercarme al hombre mientras él se alejaba hacia el pequeño puesto situado fuera del cementerio. En cuanto más cerca me encontraba, comenzaba a distinguir plenamente los rasgos del señor. Su camisa blanca a cuadros le quedaba chica y remarcaba su barriga, el cabello que restaba en su cabeza era de color caoba y por sus mejillas blancas corrían rezagos de lagrimas que se habían encontrado allí no hace mucho tiempo. Me recordó a Alaska. El hombre sintió mis pasos y se volteó a verme.

Él era su padre. Y ambos nos encontrábamos frente a la lápida de Alaska Young. Me observó, intentado recordar quién era yo. El Coronel se acercó hacia nosotros con margaritas de color blanco en sus manos; sus mejillas ya se encontraban empapadas de pequeñas gotas de dolor.

-Aún no logro entenderla. -Dijo su padre. "Nunca me entenderás. De eso se trata." recordé sus palabras cuando nos encontrábamos frente al televisor, hace más de un año.

No le dijimos lo que sabíamos.

No le dijimos lo que verdaderamente había sucedido con su hija.

Deberíamos haberle dicho algo.

Deberíamos habernos hecho cargo de lo que hicimos.

Pero, nuevamente, no hicimos nada.

Y él se retiró sin decir más.

El Coronel dejó las flores frente a la lápida. Ambos mantuvimos el silencio frente a ella, hasta que leí el nombre que se encontraba en esta. "Joseph J. Jones." lo cual, me pareció gracioso luego de leerlo, hasta que asimilé lo que estaba sucediendo.

-Chip, Alaska no está aquí. -Le dije, rompiendo el silencio que se presentaba entre nosotros.

-Ya sé eso, Gordo. Hace un año que ella no está aquí.

-No, no. No me refiero a eso -Señalé la lápida.- Ella verdaderamente no está aquí. Su nombre no es Joseph Jones. -Ambos nos observamos y nos decidimos por buscarla entre todo el cementerio. El Coronel se encargó desde el centro hacia el este y yo desde el centro hacia el oeste.

Luego de dos horas, no encontré nada. Caminé hacia la puerta principal, esperando al Coronel, que se acercó hacia mí media hora más tarde con expresión preocupada.

-Dime que la has encontrado. -Mi voz se entrecortaba. Chip negó con la cabeza y millones de preguntas comenzaron a surgir en mi mente. Comencé a marearme y las nauseas se apoderaron de mí. ¿Que rayos le sucedió al cuerpo de Alaska Young?

Caminamos hacia la "administración", -sí, suena morboso- y preguntamos por ella. La mujer comenzó a buscar entre los expedientes y aseguró que ninguna persona se encontraba actualmente ahí, por lo que le proporcionamos la fecha de su muerte: 10 de enero de 2005. Volvió a rebuscar entre otros papeles mientras negaba con la cabeza. Mis manos temblaban esperando una respuesta acerca de ello.

La mujer dejó los papeles, excepto uno, y nos observó a ambos con tristeza para luego decir:

-Lo único que he logrado encontrar sobre la familia Young son las visitas del señor Young a su esposa, que murió el... -revisó nuevamente el expediente que había tomado- 10 de enero de 1997. Lo siento, muchachos.

Buscando a Alaska - Final Alternativo- OneShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora