ESTRATEGIAS

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DAENYRA

Como de costumbre mi tienda estaba hecha un desastre, uno que yo encontraba organizado porque sabía en qué lugar había dejado mis pertenencias. Libros y mapas tirados sobre la mesa y la cama, mi lugar de descanso se había convertido también en mi lugar de trabajo.

Poco a poco nos hemos estado movilizando, no tan rápido como deseamos pues le estamos dando tiempo a Rhaenys y Orys de llegar a nosotros a tiempo.

Uno de los vasallos corrió hasta donde estaba sentada, con una reverencia me entregó una carta, sin más que decir se marchó. Curiosa, abrí el pergamino y leí su contenido. Al parecer, todo había ido bien en Tierras de la Tormenta. Camine fuera de la tienda para encontrar a dos de mis hermanos entrenando.

Tanto Visenya como Aegon no se daban por vencidos en aquel acalorado enfrentamiento que ambos tenían, según ellos amistoso, pero la forma en la que blandían sus espadas parecía decir lo contrario. Ahora más que nunca tenían que mantener sus cuerpos fuertes para la guerra que estábamos librando; ser débil no era una opción.

Aegon no tenía tiempo para atacar, solo podía defenderse tan rápido como Visenya se lo permitía. Y como cada uno de sus encuentros en el campo de entrenamiento, aquel momento llegó a su fin cuando Hermana Oscura yacía recostada contra el cuello de Aegon.

—Un día más, otra derrota añadida a tu interminable lista. —dijo Visenya, con una sonrisa triunfal.

—Algún día cambiaré esa racha —replicó, poniendo su espada sobre la mesa más cercana.

Aegon suspiró y se sacudió el sudor de la frente. No pude evitar sonreír al ver la expresión de frustración en su rostro. Siempre había sido así, incapaz de aceptar la derrota, especialmente cuando se trataba de Visenya. Me preguntaba si el verdadero motivo detrás de su constante lucha no era solo la competencia, sino una forma de desafiarse a sí mismo para mantener la concentración y la preparación para lo que vendría.

De repente, Aegon se giró hacia mí, y aunque sus ojos estaban llenos de cansancio, también había un destello de algo más, algo que no podía descifrar completamente desde mi distancia o solo prefería ignorarlo.

—¿Te has divertido mirando, pequeña observadora? —me llamó con una sonrisa cansada.

—Siempre lo hago, es parte de mi trabajo. —respondí con una sonrisa ligera.

—¿Parte de tu trabajo? No sabía que observar nuestras prácticas formaba parte de tus responsabilidades.

—Bueno, tal vez no oficialmente —admití—, pero ciertamente es una manera de mantenerme al tanto de lo que está ocurriendo.

Visenya, que había estado limpiando su espada, se unió a la conversación, su mirada aún llena de desafío.

—No te preocupes, Daenyra. Si estuvieras entrenando con nosotros, estarías demasiado ocupada para observar.

—No tengo dudas de eso —dije, con un toque juguetón—. Además, creo que prefiero mi lugar lleno de privilegios.

Me preguntaba si algún día tendría la fuerza y la destreza de Visenya, aunque sabía que mi lugar en esta guerra no estaba en el campo de batalla. Sin embargo, mi papel era igual de crucial. Había aprendido a valorar mis propias habilidades, aunque a veces deseaba tener la oportunidad de blandir una espada y sentir la adrenalina de la lucha.

Pero tampoco tengo quejas. Amo mi lugar en el consejo, sobre todo porque sé que es mi fuerte, el área donde puedo dar todo de mí y sentir que realmente tengo un impacto. Pasé años estudiando, creando falsas estrategias y buscando sus puntos débiles para seguir mejorando.

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⏰ Última actualización: Sep 19 ⏰

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LUSTFUL ── 𝐚𝐞𝐠𝐨𝐧 𝐢, 𝐭𝐡𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐪𝐮𝐞𝐫𝐨𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora