Un destello de luz brilló en Flamebrook, una nueva historia llegaba a su comienzo.
Lizzy, Michael, Jeremy y Roxy estaban en un coche con las ventanillas teñidas de negro.
Después de haber derrotado a un asesino que les dejó huérfanos, la justicia había pensado que era buena idea mandarles un poco lejos del barullo de Flamebrook, un lugar que era sombrío y oscuro de por si.
Justo cuando mataron al villano el eclipse acabó y pudieron vivir en paz.
Todos estaban callados, les llevaban a las afueras de Flamebrook, junto con la ciudad rival, Waterville era una cuidad perfecta, sin delincuencia...
Flamebrook era la ciudad asesina.
Roxy miró por la ventana aterrada, después de haberla secuestrado y drogado estaba traumatizada y con secuelas grandes en su mente, se imaginaba que su padre no había muerto, que la seguía en sus pesadillas, se imaginaba que mientras ella dormía su padre la observaba desde la puerta, en la oscuridad, sonriendo como una caricatura, un dibujo animado enturbiado y macabro.
Era muy triste que el mismo padre que la abrazaba, jugaba con ella y la quería que la secuestrara en una trastienda y que la torturara.
Jeremy tenía nostalgia y ansiedad, después de haber estado sometido a tanto estrés estaba siempre en guardia, como si el asesino volviera a aparecer y a intentar matarle.
Lizzy estaba depresiva, sus padres no habían muerto, pero la habían abandonado, se habían ido de Flamebrook sin decírselo, se habían llevado toda la comida y medicina, hasta habían cortado el agua, para toda su familia ella era una delincuente desagradecida.
Michael estaba dormido para no pensar, sus padres ya no estaban ahí para consolarle ahora el se tenía que comportar como un adulto.
El internado estaba al lado de una maizena, llena de altos brotes naranjas y secos, ahí criaturas y recuerdos se escondían acechando a nuestro cuarteto de amigos.
También habían girasoles y pájaros, el sitio era muy bonito y otoñal, había lagos y juegos para que los niños pequeños jugaran.
No tener padres es lo peor que le puede pasar a un niño, no tienen nada en lo que apoyarse, no tiene nada en lo que esconderse, la oscuridad es mas grande para los huerfanos y las criaturas largas y chirriantes que habitan en la noche están hambrientos, el hombre del saco les visita todas las noches, les observan con ganas de devorarles el alma.
Las monjas y los curas les avisaban que no tenían que dejarse engañar por el diablo, pero eso no era el diablo... era algo más real, las sombras no se mueven si no las miras.
Loa chicos entraron por la puerta de madera y se quedaron muy tristes, olía a humedad y les recordaba mucho a su infancia.
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LOS HORRORES DE FLAMEBROOK 2 : El internado de cruces invertidas
HorrorLos personajes se vuelven a enfrentar a un nuevo asesino en un internado donde residen.