Parte única.

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Solo.

Otro día completamente solo.

Desde hace tres meses había perdido toda comunicación con Sophie, la chica ya no se sentía comoda a su lado y decidio alejarse. Él lo comprendió, siempre fue algo intenso cuando estaba con ella y realmente actuó como un fenómeno al momento de que la mujer rechazó sus sentimientos.. Claro, al principio se enojó, lloro e incluso se autolesionó nuevamente por la partida de Sophie. Él pensó que la chica se había alejado al ser lo que él mismo describía como "un trozo de carne sentado en una silla". Pero eventualmente las aguas en su mente se calmaron, comenzó a realizar su propio comportamiento y entendió que esto era lo mejor, no solo para ella, si no también para si mismo.

Claro, seguía llorando por las noches, pero la culpa que hinchaba su pecho comenzó a bajar, dejando de ser un sentimiento tan jodidamente abrumador y agudo.

Claro, eso hasta unas semanas después, cuando David; su mejor amigo.. Desapareció de su vida sin ninguna explicación.

El hombre que estuvo ahí cuando sucedió lo del día negro, el que lo ayudo a dejar sus autolesiones, la anorexia y su adicción a los antidepresivos se había ido, lo había dejado solo.

Lo abandonó.

La culpa lo consumió, no pudo evitar pensar que algo hizo, algo lo molesto. ¿Tal vez una palabra? ¿Tal vez alguna actitud? Eso ya no importa, sabe que él no regresará. Nunca había tardado tanto tiempo en volver, ya eran siete semanas sin la presencia del ex-drogadicto.

Cortó, cortó frenéticamente y de manera profunda. No importaba cuánta sangre salía, cuantas veces cortaba. Ya no sentía dolor, no sentía absolutamente nada en las piernas.

Él se desesperó.

Lloró, gritó, rompió todo lo que podría romperse. Él ahora era una mezcla de lágrimas y mocos, sintiendo asco de su estado. Se limpió la cara con su sudadera de manera brusca, pero en un mal movimiento él cayó de la silla de ruedas, golpeando su cabeza contra la esquina de la cama, comenzando a sangrar. Ese dolor punzante lo invadió, gritando de dolor mientras se retorcía en el suelo.. Él intentó pararse, pero no podia. Sus piernas no se movían, sus piernas no servían.

Se abrazó a si mismo, intentando buscar calor, intentando buscar consuelo.. Intentando buscar calor.

Se sentía patético, solitario, como un adolescente confundido nuevamente. Nada tenía sentido, todos lo habían abandonado. Su padre, el cual se fue cuando él era un niño.. Aún recuerda su desprecio y sus golpes, lo atormentan todos los días. Luego está su madre, la cual había muerto hace unos dos años. Él ya no recuerda su rostro, ya no recuerda su voz. Sophie.. Él ni siquiera quiere recordarla.

¿Por qué, David?

Era el único que pensó que se quedaría a su lado, pero bueno, no entendía como no lo espero, despues de todo el hombre siempre iba y aparecia de su vida.

Él estaba aturdido, en trance. Sus pensamientos lo estaban cegando, la sangre manchando el suelo de manera lenta.. Entonces, él vió el arma con la que se había intentado suicidar cuando era joven. Aún la conservaba después de años, curioso.

Recuerda que se había intentado pegar un tiro, pero el arma no tenía balas porque David las habia retirado sin que él lo supiera.

Agarró el revólver, revisando el tambor de este. Tenía dos balas.

Dos balas.

Dos.

Suspiró, las últimas lágrimas corriendo por sus mejillas mientras ponía el cañón en su sien, acariciando el gatillo de manera tranquila y amorosa.

¡Boom!

Sus sesos se expusieron, aunque no de manera exagerada. La sangre saltó, manchando el suelo, la cama y un poco de la pared.

Su sufrimiento había acabado.












Bzz, bzz..

David L.: "Hey, Si. ¿Estás?"












David L.: "¿Si?"











David L.: "Estoy yendo a tu casa, te espero ahí."

⤷ ❝𝘼𝙡𝘰𝘯𝘦.❞ || Simon HenrikssonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora