Razón 5.

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Al siguiente día de aquella visita, Wooyoung no se presentó a clases. Ni ese, ni el siguiente. Ausentadose casi una semana. San estaba preocupado, sin embargo no tenía cómo comunicarse con el menor. No tenía su número de celular y no le parecía bien plantarse frente a la puerta de su casa.

Él siguió con su rutina normal, pero pensando en el menor a cada rato. Sabía que su estancia en el colegio era irregular por como al inicio se ausentaba, pero creía que esta vez sería diferente.

Se concentró el día completo en clases, mirando de vez en cuando la ventana por si Wooyoung dignaba a presentarse tarde. Pero eso jamás pasó.

Las clases terminaron y con ello San se dirigió a su hogar. Estacionó el auto como siempre y entró por la puerta principal. La casa estaba desolada. Una nota aparecía en la cocina acompañada de dinero y San ya suponía que era. No hacía falta leerla.

Tiró la nota y con torpeza tomó el dinero, guardandolo en cualquier bolso de su pantalón y subiendo a su habitación.

Se recostó como siempre, tumbado boca arriba y mirando el techo. Tomó su celular para revisar la hora, colocando una alarma para despertarse más tarde. Se acomodó a lo largo de su cama y se dedicó a cerrar los ojos con la finalidad de tomar una siesta.

Sus ojos apenas se cerraron, volviendo a abrirlos de golpe por el timbre resonando más de una vez. Eso le molestó, pensando que sería algún vecino molesto o algunos niños jugando fuera. Se levantó con desgano, yendo directo a la puerta para arrojar un par de su enojo.

No fue posible.

Wooyoung se encontraba fuera. Estático en su lugar y con su mochila de siempre, como si hubiera estado en clases todo el día. Se dió paso entre San con calma, temiendo por la acción de éste al irrumpir en su hogar como si fuera el dueño.

San se quedó sin habla. Solo volteó a mirar a Wooyoung pasar por su sala y cerró la puerta con fuerza, haciendo que el contrario saltara y volteara con miedo hacia el ruido. No era la intención de San mostrarse molesto, pero era tanta su duda por el estado de Wooyoung ahí que no pensó dos veces en su acción. Era un simple azote de puerta, pero decía mucho en Wooyoung.

San se adelantó, sentándose en su sofá con las piernas estiradas y los brazos cruzados, dándole una pequeña mirada a Wooyoung para que tomara lugar junto a él. Acató la mini orden, pero con el ligero cambio de estar casi pegado a San.

Wooyoung colocó una mano en la pierna ajena, marcando pequeños circulos con sus dedos y mordiendo su labio con nerviosismo.

—¿Qué haces aquí?—Preguntó San. Su tono de voz era duro, no parecía una pregunta de alguien que estuvo preocupado por el estado del otro. Mas bien parecía una pregunta a un completo desconocido.

—Vine a verte, San.—Respondió. Sus movimientos en la pierna del contrario cesaron y la alejó. No pensó que esa pregunta saldría de la boca del otro.—¿No estás feliz de verme?—Volvió a hablar. Esta vez su tono carismático se escuchó por primera vez, queriendo darle humor a su pregunta y aligerar lo que fuera que tuviera San.

El contrario suspiró pesado. Quería abrazar al menor hasta la noche y preguntarle por su estado en los días atrás, pero no le era útil hacer eso. Eran acciones de un arrebato de sentimientos y él no quería mostrarlo. Se inmutó a solo carraspear para darle una respuesta sin ser necesariamente acertiva o negativa.

El silencio se hizo presente como siempre. Nadie dijo alguna palabra aunque quisieran.

San se levantó del sofá tomando camino a su habitación de nuevo, dando pasos pesados en las escaleras y mirando en dirección a Wooyoung.

i say 𐙚 sanwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora