Uno

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Las puertas del muro se abrieron de par en par, dentro se encontraba una columna de guardias reales esperando la llegada de los hanagaki. El carruaje paró su andar para que ambos rubios de bajaran de este. Lejos, en uno de los cuartos más grandes del palacio, se encontraba una jovencita de aura cálida, ojos y cabello color rosa tenue y un flequillo cayendo suavemente sobre su rostro.

Ella tenía una complexión delgada y el lunar que estaba bajo sus labios hacia que resaltara más, su nombre es Hinata Tachibana. La princesa del Duque Tachibana y la protagonista de esta novela.

Su mucama seguía peinando sus mechones delicados, para enfrentar a Takemichi ella quería estar bien arreglada. Una sonrisa llena de arrogancia se posó en su cara, definitivamente, se encargará de hacer caer a los Hanagaki.

Otra sirvienta entró a su habitación con una reverencia. – Señorita Tachibana, los Hanagaki han llegado.

Hinata alzó una mano, indicándole a la criada que dejara de cepillarle el cabello, volteó a ver a la mujer, sonriéndole, pero si veías a fondo esa sonrisa indicaba maldad.

– Dígale a Hanagaki Takemichi que venga a mi habitación, necesito terminar con el de una vez por todas. – Lo último lo susurró para si misma, ambas chicas asintieron para salir del cuarto de la princesa e irse, Tachibana vió desde su ventana a su padre dándoles la bienvenida a la familia contraria.

Su sonrisa se agrandó más.

– No espero hacerte caer, maldita basura.

Con Takemichi, este veía con nerviosismo al Duque Tachibana, este tenía un carácter amable, pero en la novela fue uno de los primeros que no dudó en ejecutarlo, tragó saliva con desconfianza, si todo salía bien, se ahorraría demasiados problemas.

– Pasen, Kanae-san, Takemichi-kun. – Dijo con una sonrisa, haciéndose a un lado de las grandes puertas para que los rubios pasaran.

Ya más a fondo, se podía ver a la esposa del Duque, Ryoko Tachibana, quien estaba hablando algunos asuntos con unas sirvientas, al ver a la Hanagaki rápidamente las dejó de un lado para saludar a su amiga.

– ¡Kanae! ¡Me alegra tanto verte! – Comentó con un tono alegre mientras la abrazaba con suavidad, volteó a ver al menor. – ¡Has crecido, Takemichi-kun!

Mozume rió un poco por la actitud de la mujer, – ¡No Ryoko-san, Michi será siempre mi bebé!

Dijo lastimera para abrazar con fuerza a su primogénito, el cual estaba rojo de la vergüenza.

– ¡Mamá! ¡Te dije que no me llamaras así en público! – Lloriqueó y las féminas comenzaron a reirse. El duque solo veía con un suspiro cansado a los tres.

– Disculpen por la interrupción. – Una rubia con vestido de sirvienta habló con una reverencia. – La señorita Tachibana pide que Hanagaki Takemichi vaya directo a su habitación.

Ante eso, los mayores estaban algo confundidos, ¿Qué hablarían sus hijos que ellos no pueden escuchar?

El ojiazul solo asintió para seguir a la chica, por el pasillo se podían ver grandes cuadros con marcos que posiblemente y cuesten más que su ojo, mesas pequeñas de vidrio con sillones para tomar el té de terciopelo rosado, jarrones con diseños colorados y una gran alfombra roja que cubría la mayoría del piso.

Pararon su andar frente a una gran puerta de mármol, Takemichi tomó una gran bocanada de aire antes de entrar a la habitación. La mucama tocó tres veces, la puerta se abrió, con Hinata recibiendo su llegada.

– ¡Buenos días, Takemichi-kun! – La chica sonrió en grande para agarrar la mano del muchacho, ambas manos temblaron, Hinata por el asco y Takemichi por el nerviosismo.

𝐄𝐥 𝐞𝐱 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐩𝐫𝐨𝐭𝐚𝐠𝐨𝐧𝐢𝐬𝐭𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora