Increíble. Así fue como describió una de mis amigas, la espectacular noche que vivimos todos mis compañeros de escuela y yo en Miami. Estábamos celebrando nuestra graduación de la secundaria, y no hay mejor manera de hacerlo que con un viaje a una de las ciudades con las mejores playas del mundo. Yo la verdad me la pasé muy bien, sobre todo porque mis compañeros armaron una gran fiesta frente al mar, y eso sí que me emociono mucho. La mayoría de mis compañeros se emborracharon en aquella fiesta, algunos hasta hicieron cosas que no debería decir, pero sí que tuve la oportunidad de divertirme a lo grande. Música, diversión, amigos, todo era de maravilla, y lo mejor de todo, fue que en un momento de la fiesta, todos mis compañeros y yo nos metimos al mar, fue muy bonito, muy alocado, de lo mejor que pude haber vivido en mi vida.
Mi amiga Amanda, quien compartía habitación conmigo en el hotel de Miami, me dijo muchas cosas que quería hacer el resto de los días en los que estaríamos en la ciudad. A ella le gustaría salir a pasear en bote y conocer el mar, o mejor aún, salir a bucear. Yo entendí lo mucho que ella quería conocer el océano, pero si fuese por mí, yo mejor me quedaría en la tierra, pues navegar en un bote no me parece muy buena idea, sobre todo porque tenía miedo que un tiburón gigante nos venga a comer a todos inesperadamente. Y, sobre bucear a las profundidades, pues, preferiría dormir con el diablo que adentrarme en lo oscuro que es el fondo del mar, sí, le tengo mucho miedo al mar, desde muy pequeña. Al decirle eso a Amanda, ella soltó una carcajada y me llamo "cobarde". Eso no me importo en lo absoluto, ella seguro lo decía solo para burlarse de mí, cuando en realidad no me conoce completamente y no sabe a qué cosas les tengo miedo y a que cosas no. En fin, esperamos a nuestras otras 2 compañeras de habitación, quienes también eran mis amigas, Linda y Brittany. Cuando llegaron, las 4 nos pusimos a conversar sobre la fiesta, y minutos después, nos quedamos dormidas.
Al día siguiente, yo fui la primera en levantarme. Decidí abandonar la habitación para salir a caminar por la playa. Algunos de mis compañeros se habían levantado, pero no eran exactamente amigos míos. Cuando me dirigí a la playa, vi como una niebla intensa recorría el lugar por donde caminaba. Sin importar el hecho de que aún no saliera el sol, me dispuse a recorrer la larga orilla que había en la playa. Camine y camine mientras mantenía mi mente en mis pies, las olas, la arena y el cielo. Pude ver como las personas en la playa aumentaba a medida que caminaba. Estaba descalza, así que pude sentir lo suave que era la arena mojada con el agua de las olas, era muy relajante.
Llego un punto en el que sentí la sensación de que alguien me estaba siguiendo, así que me di la vuelta, y efectivamente, pude ver a alguien siguiéndome, yo al ver eso me asuste un poquito, pero luego decidí ignorar a esa persona y pensar que se estaba dirigiendo a otro lado, y de esa forma tranquilizarme un poco del susto. Minutos después, yo aún me encontraba caminando por la playa, hasta que de la nada, alguien me toca el hombro. Cuando voltee la mirada, vi fijamente quién era esa persona. Era una chica pelirroja con ojos azules que vestía un traje muy común de una adolescente. Ella me miró fijamente, mientras empecé a temblar un poquito por su mirada un poco asesina. Al principio, creí que se trataba de una de mis compañeras de escuela, hasta que ella abrió la boca.
- Te encontré, mi bella - Me dijo aquella chica.
- ¿Ah? - Pregunte - Un momento, ¿tú fuiste la chica que me estaba siguiendo todo este tiempo?
- Ahh... - Dijo la chica - Sí, yo era esa chica, ¿algún problema, mi cielo?
- Sí - Dije - En primer lugar, ¿quién diablos eres? En segundo lugar, ¿por qué me estabas siguiendo?
- Mmm... - Dijo la chica - Bueno, mi nombre es Chelsea, Chelsea Van Der Zee. Un gusto en conocerte, mi amiga, ¿y tú como te llamas?
- Ahh... - Dije - Bueno, yo me llamo _____ Miller, y no soy tu amiga.
- ¿Qué? - Pregunto Chelsea - ¿Acaso no te agrada que esté aquí? Yo solo quiero ser tu amiga.
- Pero... - Dije - Ni siquiera te conozco bien, además, ¿qué te hizo tener que seguirme?
- Es que... - Dijo Chelsea un poco nerviosa - Me gustas.
Yo en ese momento salte de la impresión. No podía creerlo, una chica desconocida se había enamorado de mí. Trate de ser precisa con ella con decirle que no me gustaban las chicas lesbianas, pero el carisma puro de Chelsea hizo que poco a poco cambiase de opinión. Al final, fue ella quien hablo primero.
- Me gustas, _____ - Dijo Chelsea - En serio, ¿no lo crees?
- Ahh... - Dije - ¿Chelsea, de donde vienes? Es que, no lo sé, quiero conocerte bien, tienes un bonito rostro y me gusta como vistes. Eres tierna.
- Bueno... - Dijo Chelsea - Vengo de por aquí, vivo en una casa cerca de esta playa.
Note que Chelsea estaba nerviosa cuando dijo todo eso, supuse que estaba mintiendo, pero Chelsea fue muy clara al decir que venía de una casa cercana a la playa, así que después de pensarlo, le creí.
- ¿Y qué hacías a estas horas en la orilla, Chelsea? - Le pregunte.
- Lo mismo que tú, caminar - Dijo Chelsea mientras soltaba una risita - Ya sabes, yo también necesito relajarme de vez en cuando.
- Que, ¿acaso ayer no tuviste una noche tranquila? - Le pregunté - Porque yo no, ayer tuve una fiesta.
- Pues, yo si, pero uno tiene derecho a caminar por la orilla cuando se le da la gana, además, es muy bonito la orilla, ¿no ves? - Dijo Chelsea.
- Sí, lo veo - Dije - Oye, Chelsea, está bien, acepto ser tu amiga, ¿no quieres conocer a mis amigos de la escuela? Es que vine con todos ellos para celebrar nuestra graduación.
- ¡Suena genial! - Dijo Chelsea - ¡Vamos!
En eso, ambas fuimos hasta el hotel en donde me había hospedado con mis amigos. Chelsea me pareció una gran amiga, y la verdad es que por su actitud amable y su carisma, puede decir que ella jamás me dará la espalda. Siendo sincera, yo también estoy enamorada de Chelsea.
