A Fourth nunca le gustaron los chicos deportistas.Preferiría elegir a un tipo nerd como él si tuviera la oportunidad o si quisiera. Puede que sea abierto con su sexualidad, pero sus estándares cuando se trata de admirar a alguien son muy altos. Preferiría escribir miles de poemas cada día que divulgarse para llamar la atención sobre él. No era lo suyo. Sí, los estereotipos son una mierda, pero no puede evitar caer en ese tipo de mentalidad. ¿Quizás su mecanismo de defensa? Y agregue su aversión a la interacción social y su entrañable torpeza, gafas gruesas y atuendos de nerd que dificultaban el desarrollo de su confianza. Hasta que conoció y se hizo amigo del estudiante de segundo año Gemini Norawit, jugador de fútbol y barista a tiempo parcial en el café más cercano a su universidad. El tipo que le demostró que estaba equivocado: no importa cuán masivas fueran sus paredes interiores y exteriores, las paredes de ladrillo que construyó para proteger su corazón durante un largo período se romperían sin esfuerzo. Gracias a esta bendición disfrazada llamada Gemini. Nótese el sarcasmo.
Al igual que hoy, Gemini estaba jugando al fútbol con sus amigos a plena luz del día sólo para pasar la hora del almuerzo. Mientras Fourth al margen, estaba sentado en el banquillo, cautivado por cada movimiento de Gemini. Con su cuaderno en su regazo y un bolígrafo en la mano, dejó que las palabras jugaran con gracia en su mente y llenó la página siguiente a sus cientos de poesía. Su eterna admiración se transformaba en poesía cada día, y le gustaba revelar sus fuertes sentimientos por su mejor amigo en su pluma de pasión y en su cuaderno como muro de confesiones.
Mientras Gemini pateaba el balón hacia la portería, los ojos de Fourth seguían cada uno de sus pasos. Sus amigos aplaudieron y gritaron de aliento mientras Gemini se acercaba a la meta. El aire lleno de expectación rodeó el campo y el banquillo. El corazón de Fourth se aceleró, las palabras le vinieron a la cabeza y apretó las manos mientras intentaba capturar la intensidad del momento. Gemini nunca dejaba de fascinarlo con su actuación, y eso hizo que Fourth dibujara una sonrisa de triunfo en sus labios reticentes.
Con un último impulso de velocidad, Gemini pateó el balón hacia la red. El tiempo pareció ralentizarse a medida que la pelota se elevaba por el aire, encontrando su objetivo con certeza. La red se enredó y estallaron fuertes vítores de los compañeros de Gemini. El corazón de Fourth se estremeció de orgullo y su poema llegó al último verso. ¡Ahora está completo!
Cuando Gemini y sus compañeros decidieron detenerse, sus compañeros se despidieron y los dejaron a ellos dos (y a otros estudiantes que vieron su juego). Gemini comenzó a acercarse a él, tenía el sudor por todo el cuerpo empapando su uniforme escolar y Fourth se sintió como teniendo un paro cardíaco con sólo ver a su adorado que le cepillaba el pelo liso y medio largo hacia atrás para evitar que cayera sobre su frente y tapara sus ojos castaños morenos.
