Capítulo 23

268 42 131
                                        

Me despido de Aria en la puerta y entro en casa con la sangre hirviéndome en las venas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me despido de Aria en la puerta y entro en casa con la sangre hirviéndome en las venas.

—Eres despreciable —ladro a West—. ¿Cómo mierda te atreves a hablarle así?

—Así ¿cómo? Tu novia es una cría. Asúmelo y deberías de dejarle claro que no puede levantarle la voz a un hombre —dice levantándose del taburete y encarándome.

—Ella puede hacer lo que quiera cuando lo crea oportuno y defenderse cuando algún capullo se meta con ella —me encojo de hombros y mi indiferencia lo cabrea aún más.

—Más vale que la frenes ahora que estás a tiempo, antes de que te saque hasta los ojos. No creo que valga la pena tanto su culo como para ser el puto novio calzonazos que te estás volviendo por ella.

—En tú vida vuelvas a hablar de ella —digo en un tono de voz hostil—. Y ahora recoge tus cosas en dos horas nos largamos de aquí —lo dejo ahí en la cocina hablando solo mientras voy al cuarto de mis hermanas.

Cierro la puerta de su habitación muy despacio, no quiero que se despierten todavía, necesito observarlas mientras duermen, ajenas a todo lo malo que se avecina y sin preocupaciones, procuro no hacerles saber nada de lo que pasa cuando se tratan de cosas malas, y les hago casi una fiesta cada vez que algo bueno sucede. Como lo que pasó anoche entre Aria y yo.

Todavía no puedo creérmelo.

Me estaba consumiendo no hacer nada al respecto hacia ella. Pero no tenía muy claro lo que ella sentía por mí, no al menos hasta el punto de tener una relación y mucho menos después de todo lo que el innombrable como ella lo llama le hizo pasar, no estaba dispuesto a arriesgarme sin tener clara la situación y hacerle pasar un momento incomodo, después de todo, ella vive aquí, con nosotros. Pero ahora no veo la hora de estar aquí mañana, y ver cómo están las cosas entre nosotros, espero que no se arrepienta y solo fuera cosa del momento porque eso sería una gran putada.

Ahora que la he probado y se cómo se siente estar con ella, es lo único que quiero.

Tenerla solo para mí.

Hacerla mía. En todos los sentidos.

Sacudo mi cabeza aturdido por los pensamientos sobre, ahora sí, mi chica. Y pongo todos mis sentidos a disposición de mis hermanas donde ya han notado mi presencia y se despiertan. Me siento en la cama de Nora. Ayudo a mis hermanas a incorporarse y las siento en mis rodillas, les doy un fuerte achuchón y muchos besos. Ellas no dicen nada, simplemente se dejan mimar por mí a la vez que me rodean la cintura con sus pequeños brazos escondiendo sus cabecitas en mi pecho.

Nos quedamos así por unos minutos disfrutando de la compañía que nos damos desde hace ya unos años.

Ellas lo son todo para mí, y yo soy todo lo que ellas tienen.

—¿Qué tal habéis dormido niñas? —pregunto muy sonriente.

—Bien —contestan a la vez frotándose los ojos y medio bostezando—. ¿Cómo has dormido tú, príncipe? —pregunta Nora.

Distrito 24 ¡¡PRÓX EN FÍSICO!! ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora