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Jungwon se sintió sofocado, el espacio entre la pared fría del palacete y el pecho de la persona era muy reducido. Una mano cálida se mantuvo sobre su boca. Aterrorizado por el olor característico de un alfa decidió mantener su mirada en los botones negros de la camisa del hombre que lo había acorralado.

—¿Quién está ahí?—las voces en eco de los otros alfas le hicieron dar cuenta de la situación en donde estaba. Los pasos de los otros hombres se acercaron más hacia donde estaban.

Sıçmak|Mierda|—el hombre arriba suyo susurro con un tono irritado. Después de un momento más, cuando la presencia de los guardaespaldas y su castigo por estar fuera de las alas de los hatuns ya se estaban volviendo una realidad próxima, el alfa que lo sostenía decidió asomar una parte de su cuerpo, manteniendo aún una mano sobre sus labios. Lo cuál era algo sarcástico, ya que ningún sonido saldría de la boca de Jungwon.

—¡Ah! Ni-Ki —murmura uno de los guardaespaldas con un tono calmado. El cuerpo de Jungwon se tensa aún más, ¿Ni-Ki?, ¿Nishimura Ni-Ki? Ese era el nombre del francotirador más temerario de La Roja. Uno de los hombres de mayor rango entre el resto de los Park. Jungwon no había oído más que horrores de ese hombre.

Batı kulelerini koruyor olmalılardice el pelinegro de mechas con tono neutro.

Arkamızı dönecektik ama bir şey duyduk.

Los hombres empezaron a hablar en turco, un idioma que desgraciadamente no estaba entre los tres que sabía Jungwon.
Con temblor en la parte de su cuello, alza la cabeza temeroso. El perfil marcado del hombre era atractivo, y sus movimientos eran tranquilos, casi tanto como para venir por parte de un alfa.

Las voces de la conversación entre los alfas se fueron apagando poco a poco. Jungwon se dio cuenta de la ausencia de los otros dos hombres hasta que los ojos cristalinos del alfa se dirigieron hacia él. Jungwon había conocido los horrores de la vida en jerarquía a la que estaban destinados, sabía cómo era estar bajo la yugular de las miradas tajantes y crueles de las personas, principalmente de los alfas.

Pero estos ojos eran amables, las palabras filosas de las crueles acciones de Nishimura Ni-Ki iban dejando de tener sentido cuando una sonrisa amable se extendió en el rostro del alfa. Hace mucho que el omega no recibía una sonrisa sincera.

—¿Qué hace uno de los hatuns recorriendo estos pasillos?—la voz ronca del hombre trajo a Jungwon a la realidad, no tenía que olvidar en qué situación estaba. Era uno de los bajá de La Roja, no debía confiarse.

Jungwon hizo movimientos con sus manos, intentando explicarle con sus expresiones que estaba ahí por que se perdió. Ni-Ki frunció su ceño.

—¿Ah?, ¿No hablas? —Ni-Ki confundió su mutismo con nerviosismo y miedo—No te preocupes, no te haré nada.

Sus feromonas respondieron inmediatamente a la imagen de un omega asustado.

Jungwon seguía haciendo señales con sus manos, intentando explicarle que no era como pensaba. Sintió su lobo en un estado confundido cuando el olor a canela lo empezó a rodear. Hacia mucho que no había estado expuesto a feromonas de un alfa; en Italia, su hermana y él tenían prohibido tener uno cerca, todos sus guardias y acompañantes eran betas u omegas. Serían castigados si no fuera de esa forma.

El hombre de cabellos negros detuvo los aspavientos cuando la confusión le rodeó.

Los alfas no eran amables, ellos solo tocaban y destruían.

Sus ojos azules observaron a Ni-Ki confundido. Haciendo que un tinte rosa se extendiera por el rostro del alfa ante la pesadez de los ojos azules sobre él.

MAFIA ROJA ✧ SUNGJAKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora