Irina hacia honores a esa parte de procedencia rusa que recibió como herencia de su madre. Sus ojos de un intenso azul y una larga cabellera dorada que caía de forma cuidada más allá de sus hombros. El metro ochenta de estatura, y las perfectas medidas proporcionadas en su cuerpo, lograban que su presencia no pasará nunca desapercibida. Las suaves facciones en su rostro le aportaban una expresión inocente. No fue de extrañar que ciertas marcas pretendieron utilizar su imagen como reclamo comercial y durante un tiempo sus estudios se compaginaba con largas sesiones fotográficas.
Aunque lejos de explotar toda esa fama que poco a poco se veía vinculada a ella, siempre se mostró cautelosa. Abiertamente se quejaba de ese mundo adornado por el glamour, donde nada era lo que parecía. Ni las exclusivas fiestas en los mejores locales, ni las grandes sumas que le llegaban como ofertas para hacerse con su imagen, consiguieron que se dedicará por completo a esa profesión. Se limitó a pequeñas campañas, que le servían como distracción. Un mero hobby con el que de vez en cuando permitirse algún capricho.
Teresa nunca entendió porque Irina no explotaba esa oportunidad. Porque sólo lo tenia en cuenta como una mera afición. Pensó en más de una ocasión que detrás de los medidos pasos de su amiga se encontraban las imposiciones de la madre de ella, igual de bella que Irina, aunque bastante severa en el tipo de educación que la inculcaba.
Aunque jamás procuro convencerla, ya que aparte de ser un par de años mayor que ella, conocía bastante bien la personalidad de su amiga. Sus firmes convicciones, y sus decisiones se mantenían invariables por mucho que alguien intentará influir en ellas. Si eso ocurría más férrea se mostraba ella. Siempre con los pies bien anclados en la tierra, poco amiga de ilusiones etéreas y un alto grado de responsabilidad.
Ni ese distanciamiento producido por la marcha de Teresa mermó la relación entre ambas. Hablaban periódicamente por teléfono cada semana.
- Aloha rusita, ¿ que tal va todo por allí ?
- Hola pueblerina, como siempre sin demasiadas novedades
- Odio que me digas eso, gracias por recordarme en lo que me estoy convirtiendo
- Qué agria estamos ¿no? Venga algo bueno tiene que tener ese sitio, no puedes estar así de por vida.
- Pues si lo hay, será que yo soy ciega
- Qué agonias, ¿ algún chico que se haya atrevido a tentar a juileta?
- Ni lo hay ni se le espera, los romeo murieron hace tiempo aquí, además mi fama me precede
- Aún sigue eso latente, si que dura si
- Y lo que queda, ni con agua caliente se va la puta etiqueta
- Señorita debería cuidar sus modales
- Aquí te quería ver yo rusita, creo que con Silvia te llevarías bien, aunque esa lo de zorra lo lleva en la frente por eso se pone capas y capas de pote para que no se le vea
- Mal hablada, y yo que iba a darme una escapada para allí el fin de semana
- ¿Qué? ¿que vas venir?
- Sí, aunque viendo como hablas creo que voy a empezar a reconsiderar ese viaje
- Ni se te ocurra, lo que no se es donde te podrás quedar dudo mucho que mi padre acceda, aun esta con que eres una mala influencia
- No te preocupes, creo que el parador será un bonito lugar
- Sí que vas sobrada, algún trabajito te has marcado seguro
- Qué va ya no me llaman, estoy pasada de moda
-Pues aquí vas a estar en candelero de nuevo, ya veras que alboroto se monta en cuanto vean ese garbo que te gastas
-Al final me acojonas, ya será menos ya
-Tu vente con el quitamoscas , el repelente de mosquitos y algo más que se te ocurra, porque moscones te van a rondar seguro
- Para, para, que más que una visita va a parecer que voy de safari, nada de artillería pesada entonces ¿ no?
- Qué dices, el batallón completo que quiero ver como babean
- Al menos habrá algún guardaespaldas, que según lo pintas
- Carlos creo que nos valdrá, si es que no cae redondo cuanto te vea
- Mucho hablas de ese Carlos, no será que quieres ser discreta
- Ni muerta hasta he empezado a cuestionar su condición sexual o es que esta hasta las trancas por Inés
- Lo que te faltaba entonces, tu si que sabes rodearte de gente, joder Teresita, vas de mal en peor
- Va, cambia el tercio que me corto las venas, ¿cuando llegas?
- El viernes, a eso de las seis estaré por alli, iras a recogerme¿ no?
- Por supuesto, aunque con Natalia-
-Genial, debe estar preciosa la princesa
- Lo está sin duda, con acento en su peculiar jerga que no veas, pobre mía va para pueblerina también
- Adoro tu forma positiva de ver las cosas, va a crecer en un entorno saludable, lejos del agobio de la urbe.
- Será que mis pulmones echan en falta esa carga de monoxido de carbono, las prisas, aquí una hora parecen dos
- ¿Agrego una soga en el equipaje? o ¿mejor una fusta?
- Lo que prefieras, me decanto mejor por unos grilletes de esos con bola
-Ya veré, ale guapísima te dejo con tus penas, te veo el viernes si es que llegas viva
- Haré ese fuerzo por ver como te manejas por aqui, bye rusita
La conversación dejo en Teresa una espléndida sonrisa, como siempre ocurría y no paso desapercibida para su madre que volvió a mirarla y le pregunto
- ¿ Qué tal está Irina? -
- Bien, va a venir a verme- respondió Teresa y se sentó junto a su madre que se mostró algo contrariada ante esa noticia.
- Sabes que a tu padre no le hará mucha gracia-
- Ya lo se, aunque tranquila no voy a pediros que la recibáis con una fiesta, se quedará en el parador- le dijo.
Observó el gesto de su madre, algo pensativa. Esta llevaba un tiempo tratando que su hija no pasará tanto tiempo en casa. Aunque el resultado no era el que esperaba, por mucho que se ofreciera a quedarse con la pequeña Natalia, veía como los días transcurrían sin que nada variara.
- Me parece una decisión bastante acertada, al final esa chica va a resultar que sabe a veces lo que se hace.
Teresa se sorprendió ante las palabras de su madre, esta le brindó una sonrisa. - Bueno no dormiré mucho el próximo fin de semana, aunque tranquila hablaré con tu padre para que tenga un poco de manga ancha- le dijo.
- Sí que tienes ganas de perderme de vista, ¿a que se debe esa colaboración?- pregunto Teresa extrañada.
- No puedes evitar que cuando salgas me preocupe, pero ya va siendo hora de que cambies de actitud y asumas que no volverás allí. Sal con Inés, con sus amigas y con Carlos son buenos chicos.
< Uy si yo te contara, te caerias de culo > pensó al escuchar esa afirmación.
- Por cierto, ¿ sabes que le pasa a Inés? Parece preocupada por algo, vino mientras hablabas por teléfono por si querías salir, estará por la plaza - le pregunto su madre.
- No tengo ni idea- aunque por su cabeza paso < Ha pillado a Maria con otro o con otra>.
- Coge a Natalia y ve a verla, con todo lo que está haciendo por integrarte , creo que se lo debes- le dijo su madre. Teresa dirigió su mirada hacia su pequeña que en aquel momento saltaba entre los sillones.
- Iré, le vendrá bien a mi pequeña que le de un poco el aire.
Se levantó comprobando la expresión de satisfacción que se dibujo en el rostro de su madre.
En unos pocos minutos tuvo lista a Natalia que se llenó de impaciencia por salir.
<Por lo menos la princesa parece feliz> se dijo al recibir el abrazo de su niña cuando la cogio en brazos. Salieron y se adentraron por las calles estrechas de esta localidad hasta llegar a la plaza.
Una vez allí trato de encontrar a Inés, o a Carlos, paso por los diferentes locales en los que recordó escuchar que paraban. Estaba a punto de darse por vencida cuando fue a Maria a quien se encontró.
- Hola que sorpresa, ¿como que te ha dado por salir?
- Estoy buscando a Inés ¿no sabrás por donde anda? -contesto Teresa sin mostrar demasiada alegría por verla.
- Creo que volverá ahora, no se que le pasaba a Carlos- afirmó clavando su mirada en ella. -¿Tienes prisa?, quería hablar contigo me da la impresión de que no hemos comenzado con buen pie-
-En otra ocasión Maria, que la verdad si tengo prisa.
Aunque lejos de darse por vencida y dejar que Teresa se mancharse insisto.
- Venga no seas estirada, solo son cinco minutos- dijo a modo de súplica.
< Madre mía lo que me faltaba es que esta me tirará los trastos > pensó al comprobar el interés que mostraba por que le dedicará esa franja de tiempo. Justo en ese preciso instante llegaron Carlos e Inés, agarrados de la mano.
- Te dio mi tia mi recado, que bien que hayas salido- dijo Inés que con su gesto le pidió que le dejará cojer a Natalia.
- Sí, aunque no te veo nada preocupada como me ha dicho- respondió Teresa que miro a Carlos tratando de que le explicará que significaba eso de aparecer agarrados de la mano.
- Era una excusa, y veo que ha funcionado- respondió.
- Vamos dentro o que - pregunto Maria que no parecía impresionada por lo que hacía un segundo vio entre Inés y Carlos.
- Yo ahora vuelvo, tengo que bajar a pagar la autoescuela- afirmó Carlos que dejó un beso en la mejilla de la pequeña Natalia y actuó de igual forma posteriormente con Inés.
- ¿ Te importa que te acompañe? Así paso por la farmacia y compro papilla para la pequeña - le pregunto Teresa.
- Vale- respondió mientras ella trato de que Inés le devolviera a Natalia.
- Vete ya, tampoco va a pasar nada porque Natalia se quede, que estas todo el día pegada a ella
Teresa vaciló aunque Carlos la agarro del brazo y se la llevó.
Llegaron hasta la esquina y el dijo -Vamos pregunta que lo estas deseando
De inmediato se detuvo y se situó de frente a ella.
- Enhorabuena, parece que ya has acabado con la indecisión de Inés- le pregunto Teresa sonriendo.
- Ya, pues no bonita es todo fachada, tu tía las pillo comiéndose los morros
< Ostias, ahora si que se va a armar y yo dejo a la niña con ellas ya veras como vea algo> pensó Teresa que no podía ocultar su asombro.
- No me he podido negar, aunque creo que me estoy metiendo en un callejón sin salida- afirmó Carlos dejando evidentes signos de su desesperación.
- Tu mismo, alucino con vosotros, o estas enamorado de ella o...
- ¿O que?- le dijo el en el límite de perder sus modos.
- Tranquilo guapo, que me da la igual la sexualidad de cada uno también he tenido amigos y amigas homosexuales- le replicó Teresa de manera tajante.
- ¿Qué piensas? ¿Que me presto a ese juego para ocultar algo yo tambien?- afirmó Carlos
- Sí no lo es, lo parece porque cuando te nombran a tu amigo Ricky sales disparado.
- Pues te equivocas, cuando quieras te lo demuestro Teresa- le respondió e hizo amago de llevar su mano a la cintura de ella.
- Eh, ni se te ocurra o te cruzo la cara, vamos a llevarnos bien Carlos
- Vale, vale, madre mía que genio lo siento como para gastarse una broma contigo
- De esas pocas, vale- le dijo Teresa tratando de relajar el momento.
- Ya lo capto ya- le respondió y comenzó a caminar de nuevo, metió sus manos en los bolsillos en una clara apariencia de parecer derrotado.
- Cuando dicen que harías cualquier cosa por amor, no se equivocan, pero contra esto no puedo competir, y esa es la única manera que encuentro para verla feliz.
- Pues te honra el gesto Carlos- le dijo Teresa al ver el abatimiento que se llevó por delante cualquier atisbo de esperanza en el. Continuo con su paso, con su cabeza agachada, rumiando su desgracia entre los gestos negativos que realizaba con su cabeza. Su silencio durante esos segundos se vieron acompañados por el silencio de Teresa que buscaba cualquier palabra que poder decir, que sirviese para infundir un ápice de animo. Pero lejos de llegar a encontrarla, se quedaron en su boca sin saber cual era la más acertada, en la duda de pronunciarlas. Sólo aceleró su paso para llegar al su lado y dejo que poco a poco recobrará la compostura.
La miro y con una sonrisa algo esforzada la dijo
- ¿Vamos a la farmacia?
- No, porque tampoco tienes que ir a la autoescuela ¿verdad?-
- Tampoco, era una excusa- afirmó relajando su gesto
- Pues nada ¿ que tal si volvemos?- dijo Teresa que recibió la sonrisa de Carlos con agrado.
- Pues si, no vaya a ser que estas pierdan las formas y Natalia vea algo que no deba.
- Entonces es cuando les cruzó la cara a ellas- le respondió
- No si contigo tonterías las justas, con lo dócil que pareces, ya me hago mi nota mental " cuidado con enfadar a Teresa".
- Ya lo descubrirán guarda el secreto eh.
Volvieron a la plaza donde Inés y Natalia andaban correteando una detrás de la otra, mientras Maria las observaba. Casi de inmediato Carlos se unió al juego.
- ¿Y la papilla?- pregunto Maria al descubrir que Teresa volvía tal y como se marchó.
- No quedaban- afirmó encogiendo sus hombros.
-Bueno yo me marcho que mañana madrugo- le dijo Maria que se acercó a Teresa para despedirse con sus dos ya famosos besos al aire, aunque extrañamente el primero impacto de manera suave en su mejilla hasta finalizar de forma delicada. Como los labios se acercaban a su oído y escucho las palabras que le susurro.
- Hoy estas preciosa, que no te quepa duda que me enrollaria contigo con los ojos cerrados.
Teresa se quedo petrificada, sintió como una leve caricia recorría un mechón de su pelo propinada por los dedos de Maria al retirarse y como esta se fue alejando.
Se llevó sus manos a la cara
< Dios mio ¿porque me pasan a mi estas cosas?, y ahora esta, que le gusto, pues ya veras cuando llegue Irina, joder, el fin de semana va a ser de traca> pensó.