Único

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Por un cambio, el mismo día siguiente tras haber puesto en llamas la locura de su muerto empleador (además de su arduo trabajo de vida, por el que era grandemente reconocido), el pelirrojo comenzó a limpiar su casa, aquel departamento destartalado y con fugas en el baño, donde por algún milagro no ha muerto todavía.

O al menos quería determinarse para hacerlo.

Después de todo, su cuerpo aún sentía el insufrible cansancio por las experiencias de la noche anterior. El frío adormeciendo la pequeña fuerza restante que le quedaba después de quedar inconsciente, o más bien, ser sacado de sus sentidos con un golpe en su cráneo; siendo abandonado dentro del almacén por más tiempo del que lograba captar su memoria. Sus ojos tampoco dejaban morir la imagen del triturador, el cuál presentaba señales de uso reciente, ahogando sus sentidos con el olor visceral y color rojizo de la carne fresc– Mierda, ¿De verdad estaba fresca? O... ¿Cuánto tiempo llevaba Vincent guardándola en el congelador...? ¡¿Por cuántos días llevaba oculta su amada como paquetes de carne molida, justo bajo su nariz?!

...

... Acaso...

¿...Acaso tuvo alguna oportunidad de salvarla?

Se agarró el cabello con manos temblorosas, apartando los delgados mechones de pelo de su campo de visión, todavía húmedos al haber intentado lavar lo más posible de la sangre que traía encima y que pudo penetrar hasta su cuero cabelludo, tanto la ajena como la suya. El suave aroma a cítricos del jabón barato ayudaba a ignorar los amargos sentimientos que querían resurgir, y eso que ni siquiera había iniciado con su labor.

A cualquier Dios al que le pudiese implorar, su único ruego era que *mínimamente* el antiguo dueño del bistro le haya tenido compasión a Manon, considerando que estaban juntos (¿supuestamente? Ningún hombre en su sano juicio asesinaría a su pareja o a una joven tan perfecta como su ex-novia, pero al final, Vince no podía entrar en esa categoría), acabando con su vida sin tortura ni sufrimiento. Deseaba que fuese así, a pesar de que la evidencia demostrara todo lo contrario, su psique no le permitía pensar lo contrario con el temor de que, en cuanto lo admitiera en voz alta, su sanidad restante quebrantase.

Dentro de aquel restaurante perdió aquello que más le importaba. Lo que más amaba y adoraba sin pensarlo dos veces, por quien había sacrificado tanto y la razón por la que buscó un nuevo empleo que le pagaría lo suficiente para volverse a poner de pie y conseguir un poco de orden en su vida. Haber perdido el trabajo era la última de sus preocupaciones, incluso si terminó quitándole aquella estabilidad económica que apenas pudo conseguir.

Lo que sí le obligaba a lamentarse era que no se esforzó lo necesario para prevenir que la muchacha se distanciara, porque... Si–, ¡si tan sólo hubiera aplazado su ruptura por al menos una semana...! ... Entonces... tal vez ella seguiría respirando... No habría conocido al individuo que la haría ingresar en una trampa para ratones con disfraz de elegancia, sólo para convertirse en el último platillo que prepararía en su vida. El pico de la inspiración de un hombre sin tacto ni gusto (literalmente) en las recetas que preparaba.

Toda su realización transcurrió en menos de un día.

Era dudoso el periodo en que Vincent conoció, capturó, asesinó– a la inocente joven. O tal vez... ¿No tan inocente...? ¿Ya le estaba engañando antes de terminar con él...? Éstas ideas eran otro problema que asaltaba su tranquilidad.

Para su infortunio, las sospechas no eran silenciadas por el testimonio de cierto invitado no tan cualquiera, en la fiesta que mesereó sin retribución monetaria, implicando sutilmente que ya tenían un par de semanas encontrándose su expareja y su exjefe.

Asimismo, las palabras del chef aún seguían resonando, atosigando su calma y provocando todavía más dolor en su pecho.

"Aquella Manon me dijo que acababa de romper con un tonto pelirrojo."

"Tú la amabas, probablemente sigas amándola, sin oportunidad de que ella te amase de vuelta. Y aún así, ella nunca te mencionó."

"Con razón te dejó, eres agotador."

Sabía más que nadie que su Marieanne no era como él pretendía hacerle creer. Su Manon era dulce, gentil sin excepción, curiosa y rebelde cuando el momento lo ameritaba, siempre buscando y queriendo lo mejor para él.

— Incluido después de la muerte.

Sus sueños... La... La sombra afuera del apartamento de Vincent... Su helada mirada escalofriante, casi escarlata como la sangre arrebatada de su interior, fija en el ventanal que pertenecía al maestro culinario. Él no era idiota para no reconocer que esa era la figura de su amada. Simplemente... Se rehusaba a imaginar que Manon estuvo en esa casa antes, a pensar que compartió cama con ese- ¡Ese...!

...

... Demonios.

... No tenía la menor idea de cuál era la palabra más adecuada para describirlo; el adjetivo que encajaría como anillo al dedo a ese hombre, quién fácilmente ocultó su verdadero rostro, sus intenciones, bajo una fachada de cocinero 5 estrellas.

Nada llegaba al nivel que presenció ser alcanzado por Vincent Charbonneau, resignándose a nombrarlo como un sociópata, término que aprendió recientemente leyendo el periódico. No le importaba si no lo estaba empleando correctamente, o que nunca antes había vivido una experiencia de esa misma clasificación, lo único que quería era alguna forma para referirse a tal cínico.

De igual manera, como si eso no fuese el último de sus problemas, el punzante dolor proveniente del costado izquierdo a su rostro seguía allí, casi intacto de no ser por el torpe vendaje con el que detuvieron sus heridas a las 3 de la mañana alrededor de un establecimiento de atención médica, otro de los varios que aún exigían al gobierno por equipos y materiales prometidos antes de escalar a una huelga de enfermeros y doctores. Eso no demeritaba lo que hicieron por él, pero sí le solicitaron que regresara dentro de unas horas durante la hora del almuerzo, para que el médico pudiera examinarlo con más calma y detenimiento. Y obviamente, luz del día.

Suspiró, como si eso amortiguara la crisis nerviosa que creía estar a punto de desencadenarse. Necesitaba ponerse manos a la obra y comenzar a limpiar. Sí, eso era lo que necesitaba para poder dejar de lado los malos pensamientos.

Con un pequeño brinco para levantar sus ánimos se puso de pie, viendo alrededor de la habitación y decidiendo cuál sería la mejor tarea para iniciar el quehacer.

...

"... No quiero una rata muerta en mi nevera."

Coal-Fired Heart (Dead Plate)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora