⚠️: one shot escrito durante la temporada pasada (22/23).
Los clásicos.
Estos siempre han estado llenos de rivalidad absoluta, sin importar si eran un amistoso o un encuentro en una competencia importante de Europa. Si bien todos entendían y respetaban el acuerdo silencioso de «lo que pasa en el campo, allí queda», había situaciones que ameritaban excepción a la regla.
Por otro lado, muchos no lograban separar el juego de los insultos de la grada o de los rivales. Ese era el caso de Pablo y Vinicius, quienes convertían el campo en un ring de UFC, dejándose llevar por provocaciones ridículas.
Aunque claro, muchas veces estas eran bastante preocupantes, como los insultos racistas hacia el brasileño o la persecución constante de los árbitros hacia Pablo; sin embargo, esto no justificaba sus acciones.
Desde la lejanía el equipo culer observaba a Vinicius protestar por cuarta vez en menos de veinte minutos. Araújo mantenía sus ojos en Gavi, para evitar que se involucrara en otro lío, ya estaba amonestado y corríamos el riesgo de jugar con uno menos, y teniendo en cuenta que nos enfrentábamos a nuestro eterno rival, quien se caracterizaba por su plantilla repleta de jugadores con grandes habilidades, prefería tener a Pablo bajo su cuidado.
—No entiendo por qué siempre debe hacer un escándalo —dijo Pablo, con una expresión de disgusto—, es vergonzoso.
—No lo sé, es un gran jugador, si se centrara en solo jugar al fútbol y dejara de hacer estos shows, todos lo amarían —dije sin mala intención.
—Pienso lo mismo, ya se lo he dicho, pero creo que hay algo más allá —explicó Araújo, quien era cercano al brasileño.
—¿Tú crees? —preguntó Gavi burlón—, yo creo que es tonto, solo eso.
—¡Pablo! —regañé haciendo reír a Ronald que se alejaba trotando.
El balón volvió a ponerse en juego en los pies de Frenkie, quien se las ingenió para crear una jugada que logró terminar en gol, el cual celebramos de la misma forma eufórica de siempre: abrazados en una de las esquinas del campo, con Pablo saltando sobre nuestros hombros.
Me desconcentre por un momento. Puse mi mano en la espalda de Pablo, para evitar que cayera al césped de manera abrupta, como una vez le sucedió a Adeyemi.
Antes de volver de nuevo a nuestras posiciones besó mi cuello, y mi energía se restauró por completo.
Los problemas volvieron a hacer presencia en el área, cuando el Madrid tiró un córner. El equipo merengue buscaba una oportunidad para igualar el marcador, mientras que la defensa azulgrana hacía esto casi imposible.
Vinicius y Pablo se empujaban en busca de espacio, pero solo lograron enojarse aún más y empezar a gritarse como desquiciados mientras los empujones iban y venían.
El brasileño alegaba que el español se estaba pasando, mientras Pablo aseguraba que sólo hacía su trabajo y que dejara de llorar.
Yo definitivamente no los separaría, pasaba de movidas. Además, estaba seguro de que Araújo intervendría si las agresiones escalaban.
Me preocupaba un poco que lo sancionaran por su actitud, conozco lo mucho que sufres cuando no estás en el campo, por la razón que sea, pero tanto Gavi como Vinicius empezaban a sacar de quicio al árbitro y con toda la razón.
El balón rebotó en el travesaño, y quedó en los pies del goleador del Madrid, Karim Benzema, quien no dudó en chutar, pero no contaba con que Christensen se atravesaría y cortaría en transcurso de la pelota.
Una mano en mi hombro tiró de allí con fuerza, logrando darme la vuelta. Todo fue bastante extraño y sucedió demasiado rápido como para lograr procesarlo. No sé cómo pasé de intentar buscar el momento indicado para robar el balón a tener a Ceballos gritándome mierdas en la cara.
Cualquier persona se defendería gritándole más de lo mismo, sin embargo, yo solo quería reír. No me importaba en lo absoluto, pero mi sonrisa burlona desapareció en cuanto Pablo tomó a Ceballos de la camisa, gritándole como si su vida dependiera de ello.
Rápidamente nuestros compañeros se acercaron con la intención de separarlos, pero sólo lograron que Pablo afianzara su agarre. Y claro, otros que habían tenido algunas pequeñas diferencias a lo largo del partido aprovecharon para enfrentarse.
—Pablo, basta —dijo Balde, intentando tranquilizarlo para que lo soltara por su cuenta.
—¿Qué hizo Pedri, hijo de puta? —Seguía gritando—. ¿Tienes algún problema personal con él, o solo buscas pelear con quien no te devolverá los golpes porque eres un cobarde?
—Pablo, de verdad, debes parar —Esta vez fue Sergio quien intentó controlarlo, pero en cuanto alguien le dio un manotazo, dio media vuelta y empezó su propia pelea—. ¿Qué haces, cerdo?
—Gavi, es suficiente —dijo Rodrygo en defensa de su compañero.
Yo me mantenía inmóvil junto Ter Stegen, quien no tenía muchas ganas de involucrarse, pero empezaba a cansarle la situación.
—Pedro, haz algo —Me ordenó Marc, fastidiado—, todo sabemos que eres el único capaz de tranquilizar a Gavi.
Asentí, y con pasos cortos me adentré al tumulto de personas, temeroso de que alguien quisiera reñirme de nuevo, porque Pablo se volvería loco.
Me acerqué lo suficiente como para que lograra escucharme, y le dije: —Gavi, está bien, estoy bien —Me miró como intentando corroborarlo.
—¿Seguro?
—Lo estoy —Rápidamente deshizo el agarre y se acercó a mí dando otra mirada de preocupación.
—La próxima vez le irá peor —dijo cerca de mi oído para que solo ambos pudiéramos escuchar—, nadie puede tocar a mi bonito, mucho menos gritarle.
—No habrá próxima, porque si vuelve a suceder, abstinencia por dos meses —dije de la misma manera, cerca de su oído y bajo.
—No es justo —chilló berrinchudo, haciéndome reír.
Por un momento olvidé donde estábamos y la amonestación que le caería, pero no fue una sorpresa cuando el árbitro levantó una tarjeta roja.
Sin rechistar caminó con una paciencia desesperante hasta el banquillo, donde Xavi aprovechó para gritarle un poco. Desde la lejanía veía como asentía ante las palabras de nuestro técnico y me causaba especial gracia que aquel monstruo, al que no le importaba su integridad física cuando un balón estaba en juego, empuja y grita a jugadores que le sacan hasta dos cabezas, pueda verse tan pequeño.
En cuanto el partido acabó, me acerqué a él, y entre risas me dijo: —Recorrer el camp nou de rodillas es más fácil que cuidarte el trasero.
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cwtch ★ gadri
Fanfictioncwtch: un abrazo cálido y afectivo; acurrucarse, que genera una sensación de un lugar seguro o una sensación de estar en casa. © ofrendasalmar