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El cielo naranja cubierto por nubes y humo estaba en su punto máximo, desde que la guerra había iniciado, la belleza azul del hogar de miles había sido cambiado por un manto rojo carmesí que inundaba cada vez más de sus ciudades, a pesar de los esfuerzos por los pocos luchadores que tenían en sus puestos, habían perdido ya mucho terreno.

—No tenemos tiempo.—

Murmuró entre dientes, comenzando a correr con su hacha en mano al notar el ataque al distrito con banderas blancas alzadas, si bien, no se estaba quedando ahí más, apenas salió por la mañana y se alejó entre el campo abierto, notó como el ambiente se tensaba y los portales de obsidiana aparecían al rededor de aquel que apenas inició su viaje llamó hogar.

—¡Jodidamente no tenemos tiempo!—

Exclamó a sus compañeros, quienes voltearon hacía donde el pueblo, empuñando sus armas como guerreros solitarios, pues un grupo de cinco apenas podría contra un ejercito de demonios, sin embargo, ¿Qué más daba el miedo?

Las espadas y hachas se alzaron, llamando la atención de aquellos que estaban cerca de ellos, comenzando con la emboscada que tantas veces se había repetido a esas alturas.

Estalló.

Rich empuñó su hacha y comenzó a correr por aquella llanura, esquivando oponentes indignos, golpeando a aquellos que insistian en atacar aun si no lo quisiera, bailando al tango de la muerte como si aquello no significara peligro, presionando el mango de una asesina sin cuestionarse porque, en su mente sólo existía la idea de salvar a aquellos que habían sido envueltos en un sinsentido de razones.

El ejercito rojo estaba creando una estructura de TNT al rededor del pueblo, casi a la par que los pueblerinos intentaban huir, siendo algunos atrapados por demonios los cuales los encerraban en jaulas y lanzaban por los portales, como si estuvieran exterminando una plaga molesta la cual les importaba en lo más mínimo.

Malditos egoístas, creyentes de ser dueños de este y más mundos, malditos inmundos que luchaban por la conquista, en lugar de mantener la paz.

Su vista se nublaba, pero su cuerpo no dejó de luchar hasta que un kilometro le separaba del pueblo, pudo sentir el sabor de la victoria, de no ser porque un "Tsssst" resonó en el campo abierto y nada más importó.

—¡Alejate de ahí, gran idiota!—

Una de sus compañeras le jaló del brazo, pero ni siquiera así reaccionó.

Su vista continuaba enfocada en la belleza del humo sobre el cielo, una nube artificial de tonos rojos y grises, cubierta por la sangre de cientos de personas inocentes las cuales pecaron de buenas personas.

Un sumbido pasó por sus oidos, de un lado a otro, impidiendole escuchar los lamentos de aquellos que le acompañaban en su viaje y de igual forma habían perdido sus hogares gracias a la conquista de las criaturas del Nether.

Lo cierto era que aquella emboscada podría ser considerada como una trampa para el esqueleto de Wither, sin embargo, a esas alturas, todos eran conscientes de que no se trataba de algo más que coincidencias de mal gusto, pues el plan del ejercito rojo no era atrapar al traidor del nether.

Rich se dejó caer al suelo de rodillas, sin quitar la vista del que antes era un pueblo, jadeando por el cansancio, ignorando su ropa llena de sangre, ignorando su hacha enterrada en el suelo, ignorando los cadaveres a sus espaldas.

—No es tu culpa.—

Nia era una de sus compañeras, una mujer de guerra que se había levantado en armas luego de perder su hogar a manos del ejercito rojo, decidida a detener una guerra que se salía de sus manos, al igual que los otros cuatro que le acompañaban.

—¡No es tu culpa, Rich! Levantate de ahí, tenemos que evacuar antes de que decidan venir por nosotros.—

La pelirosa trató de levantar al wither sin éxito, pues este estaba inmerso en sus no tan nuevos lamentos.

Cada vez que perdían un distrito, era así.

Las banderas del nether se alzaron gloriosas ante su conquista, y aunque los rebeldes y el traidor del nether quisieran romperlas, sabían que era una pelea sin causa, la cual no ganarían aún si se dejaran uñas y cabellos.

—¡Rich, reacciona de una buena vez!—

Exclamó una voz masculina esta vez, un chico sin rostro se había arrodillado frente al proviniente del nether, sacudiendo sus hombros con desespero.

—Vendrán por nosotros si no te levantas ahora, ¡Tenemos que irnos!—

Rich abrió sus ojos y tomó una bocana de aire, levantandose rápidamente de ahí al recordar su posición.

Debían evacuar, rápido.









Nota de autor(?:

A decir verdad, me hubiera gustado un capítulo más largo, sin embargo, creo que está bien así.

No se si mi forma de narrar fue muy adecuada, espero que les guste de cualquier forma! Sigo probando formas de escritura distintas:D.

Disculpen por la nota, no me gusta ponerlas, pero quería agradecer la paciencia, ya me estaba haciendo para atrás con el fanfic, pero tengo muchas ideas, aunque no las se plasmar muy bien.

Les hice un dibujo (El de hasta arriba) para ilustrar un poquito mejor la exploción!

¿Les gustaría más dibujos de escenas importantes? No soy tan bueno y mi estilo flaquea un poco, pero me divierte hacer estas cosas.

Una vez más, gracias por leer esta pequeña historia!

El Traidor Del NetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora