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Habían pasado apenas un par de días desde que todo había terminado. Todos los cazadores aún seguían en reposo recuperándose de sus heridas, todos excepto los ahora únicos dos pilares.
Ellos apenas lograron levantarse fueron a visitar el sepulcro donde yacian los cuerpos de los más pequeños, claramente Aoi intento detenerlos por la gravedad de sus heridas, pero está de sobra decir que no le hicieron caso a la chica de las coletas.
Ambos pilares caminaban, sus rostros reflejaban el cansancio y tristeza que sentían, a pesar de haber ganado la pelea el precio que tuvieron que pagar era muy alto.
Sanemi: debí hacerle caso a Muichiro, debí decirle a mi hermanito que lo único que quería era protegerlo -dijo mientras lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos-
Giyu: el te perdonará, tu intención era buena.... El lo sabe, hiciste todo para protegerlo
Sanemi: y aún así no lo logré. Tu entiendes esto, estás pasando por lo mismo
Giyu: Vi morir a tantas personas importantes, todos tratando de protegerme, mi familia, mis amigos, todos murieron por salvarme. Creí que siendo un pilar sería capaz de cuidar lo único que me quedaba, pero no fue suficiente.
Sanemi: nos pidieron vivir felices nuestras vidas
Giyu: es difícil cumplir con ese pedido -sobre sus mejillas también se deslizaban lágrimas-
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Mientras conversaban llegaron a aquel sepulcro, se sentaron en el piso mirando aquellas tumbas, poco tiempo después notaron que otras dos personas se acercaban, por lo que rápidamente limpiaron las lágrimas de sus rostros.
Giyu: Murata, Emir
Murata: buenos días señores pilares, espero que continúen recuperándose
Emir: Señores pilares, me honra estar frente a ustedes, les deseo pronta recuperación
Giyu: cómo están? Resultaron heridos?
Murata: nada de gravedad... Aunque
Emir: -con lágrimas en los ojos- mi hermana no logró salir de la fortaleza, cuando todo se derrumbó... No fueron capaces de encontrar su cuerpo
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Giyu se levantó y colocó su mano sobre el hombro del joven -se volverán a encontrar y podrán vivir una vida feliz-
Sanemi: que es eso? -preguntó sanemi mientras señalaba algo que Murata tenía en sus manos-
Murata: esto? Oh, me las pidió el señor tomioka
-sanemi volteó a ver a giyu buscando una respuesta-
Giyu se levantó y se acercó a Murata, tomando el objeto entre sus manos acercándolo ligeramente a su naríz
Giyu: margaritas, tu hermano le obsequió una a Muichiro, las pusieron en su jardín y cuidaban juntos de ella, se volvieron las favoritas de ambos, así que supuse que les gustaría tener aquí algunas
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Giyu comenzó a usar sus manos para escarbar un pequeño agujero para colocar la planta, acto que fue seguido por Sanemi quien también ayudaba a escarbar. Al terminar de colocar adecuadamente la planta ambos la observaron y una sonrisa se dibujó en sus rostros.
Sanemi: se tenían mucho cariño
Giyu: cumplirán sus promesas, estaremos todos juntos de nuevo
Sanemi y giyu susurraron al mismo tiempo -si, todos juntos otra vez-
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Al transcurso de los meses muchas cosas habían cambiado, se sentía un ambiente de paz, muchos de los cazadores que habían resultado heridos estaban sanando, la paz y felicidad que tanto anhelaban por fin había llegado y las heridas del alma también estaban sanando.
