Capítulo 1: Trazos de refugio en la tormenta, un nuevo comienzo

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La lluvia caía implacable sobre las calles empedradas de la ciudad, creando un murmullo constante que acompañaba el sollozo solitario de T/N. Sus lágrimas se mezclaban con las gotas de lluvia mientras se aferraba a un viejo paraguas roto. La oscura noche reflejaba su estado de ánimo mientras caminaba sin rumbo fijo, evitando a toda costa volver a casa.

En algún rincón oscuro de la ciudad, Niki, un chico de mirada fría y expresión seria, caminaba con las manos en los bolsillos de su chaqueta. La lluvia no parecía afectarle; su rostro permanecía imperturbable, como si estuviera acostumbrado a la tormenta tanto como a su propia existencia.

Los pasos de T/N la llevaron a un callejón solitario, donde se dejó caer en un rincón, abrazando sus rodillas mientras el agua empapaba su ropa. La desesperación la envolvía, y sus sollozos resonaban en la tranquilidad de la noche.

Niki, al doblar la esquina, escuchó el débil eco de los sollozos. Su mirada, siempre alerta, se posó en T/N, quien estaba completamente ajena a su presencia. Se acercó con cautela, pero su expresión no revelaba ninguna emoción.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Niki con su tono frío y distante.

T/N levantó la mirada, sorprendida por la presencia del chico. Sus ojos se encontraron con los suyos, pero no pudo articular palabra alguna.

—No pareces tener un destino claro. ¿Por qué no quieres volver a casa? —inquirió Niki, sin mostrar interés aparente pero con una curiosidad oculta en su mirada.

T/N parpadeó varias veces, sintiendo la incomodidad de la lluvia que seguía empapándola. Se preguntó por un momento si debería confiar en Niki, pero algo en la manera en que la miraba le hizo sentir que podía abrirse un poco.

—No hay nada para mí allí. Mi casa ya no se siente como un hogar, y... —T/N titubeó antes de continuar—. No sé a dónde ir.

Niki la observó en silencio por un momento, evaluando sus palabras. Sin decir una palabra, extendió su mano, como una oferta silenciosa para ayudarla a ponerse de pie.

—Vamos, te llevaré a un lugar donde puedes quedarte por ahora.

T/N vaciló por un instante, pero finalmente tomó la mano de Niki. Se levantó con dificultad, sintiendo el frío penetrar en sus huesos. Niki, sin cambiar su expresión imperturbable, la guió por las callejuelas mojadas hacia un edificio de aspecto antiguo.

Al llegar a la entrada, Niki abrió la puerta con una llave que sacó de su bolsillo. Subieron por unas escaleras estrechas hasta llegar al tercer piso. La puerta que Niki abrió reveló un modesto apartamento compartido con instrumentos musicales esparcidos por todas partes.

—Esto es lo más cercano a un hogar que tengo en este momento —dijo Niki, y T/N pudo percibir una pizca de sinceridad en sus palabras.

Aunque la apariencia del lugar era modesta, la atmósfera estaba cargada de creatividad y calor humano.

Una vez dentro del apartamento, Niki guió a T/N hacia su habitación. La estancia, aunque modesta, emanaba una atmósfera acogedora y creativa. Niki abrió la puerta de su armario, revelando una colección ecléctica de sudaderas, pantalones y camisetas que parecían contar historias por sí mismas.

Entre la variedad de prendas, Niki rebuscó con determinación hasta encontrar una camiseta blanca que prácticamente le llegaba hasta las rodillas a T/N, y un short de chándal negro que complementaba el conjunto. Con gestos precisos, le entregó la ropa a T/N, quien agradeció con una sonrisa tímida.

—Es lo mejor que puedo ofrecerte por ahora. Espero que te sientas cómoda —dijo Niki, su tono frío matizado por una sutileza que rara vez mostraba.

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