Era una noche oscura y tormentosa. El viento soplaba con fuerza y el cielo estaba cubierto de nubes negras. Un relámpago iluminó la carretera solitaria, donde un coche avanzaba a toda velocidad. Dentro del coche, había cuatro personas: Carlos, Ana, Luis y Sofía. Eran amigos desde la universidad, y habían decidido escapar de la ciudad por un fin de semana. Querían ir a una cabaña en el bosque, donde podrían relajarse y divertirse. Lo que no sabían era que el bosque estaba infestado de zombies.
Los zombies eran el resultado de un experimento fallido del gobierno, que había intentado crear una vacuna contra una enfermedad mortal. Pero la vacuna había salido mal, y en vez de curar, había transformado a los infectados en monstruos sedientos de sangre. Los zombies se habían escapado del laboratorio, y habían empezado a atacar a los humanos. El gobierno había intentado contener la situación, pero era demasiado tarde. El virus se había propagado por todo el país, y nadie estaba a salvo.
Carlos era el conductor del coche. Era un chico valiente y decidido, que siempre tomaba la iniciativa. Ana era la copiloto. Era una chica inteligente y curiosa, que le gustaba investigar y aprender cosas nuevas. Luis y Sofía iban en el asiento trasero. Luis era un chico divertido y bromista, que siempre hacía reír a los demás. Sofía era una chica dulce y cariñosa, que siempre se preocupaba por sus amigos. Los cuatro se llevaban muy bien, y se consideraban una familia.
- ¿Cuánto falta para llegar? - preguntó Luis, bostezando.
- No mucho, estamos cerca - respondió Carlos, mirando el GPS.
- Espero que la cabaña sea bonita - dijo Sofía, sonriendo.
- Seguro que sí, la he visto en internet y tiene muy buena pinta - dijo Ana, sacando su móvil.
- ¿Tiene wifi? - preguntó Luis, interesado.
- No lo sé, pero no creo que lo necesitemos - dijo Ana, guardando su móvil.
- ¿Por qué no? - preguntó Luis, extrañado.
- Porque vamos a desconectar de todo, a disfrutar de la naturaleza, a hacer actividades al aire libre, a contar historias de terror alrededor de una fogata... - dijo Ana, entusiasmada.
- ¿Historias de terror? - preguntó Sofía, nerviosa.
- Sí, ¿no te gustan? - preguntó Ana, sorprendida.
- No mucho, la verdad - admitió Sofía, encogiéndose.
- No te preocupes, no son reales - dijo Ana, consolándola.
- O eso crees tú - dijo Luis, con voz misteriosa.
- ¿Qué quieres decir? - preguntó Ana, intrigada.
- Que quizás haya algo más en el bosque que árboles y animales - dijo Luis, guiñando un ojo.
- ¿Cómo qué? - preguntó Ana, siguiéndole el juego.
- Como zombies, por ejemplo - dijo Luis, riendo.
- ¡Ja, ja, ja! ¡Qué gracioso! - dijo Ana, sarcástica.
- No te rías, podría ser verdad - dijo Luis, serio.
- ¿Y cómo lo sabes? - preguntó Ana, escéptica.
- Porque lo he leído en una revista - dijo Luis, sacando una revista de su mochila.
- Déjame ver - dijo Ana, cogiendo la revista.
- No, es mía - dijo Luis, tirando de la revista.
- Vamos, no seas egoísta - dijo Ana, tirando de la revista.
- No, es mía - repitió Luis, tirando de la revista.
- ¡Dame eso! - dijo Ana, tirando de la revista.
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el fin de semana maldito
HorrorCuatro amigos deciden escapar de la ciudad por un fin de semana, y se dirigen a una cabaña en el bosque. Lo que parece ser un plan perfecto para relajarse y divertirse, se convierte en una pesadilla cuando descubren que hay algo vivo en el maletero...