•El penal•

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—¿Quién va?

—Montiel.

—Es el penal, soñado por cualquier pibe, que arrancó a jugar en los baldíos, en el barrio, en la calle, en la vereda..., en el pueblo, en la plaza. Y ese es Montiel... Somos todos Montiel, Gonzalo, vamos. Montiel al arcoooo... GOOOOOOOOL.

Eso gritaba el relator mientras lloraba. Gonzalo lo escucharía miles de veces más tarde, pero en ese momento sólo le importaba una cosa: eran campeones del mundo, él había hecho el penal que les dio la Copa. Ahora, lloraba debajo de todos sus compañeros, quienes estaban tirados sobre él.

—¡Te amo, Gonzalo, te amo! —le gritaba alguno de ellos; Cache no identifico cuál.

De a poco se fueron separando y lo dejaron respirar, aunque Montiel notó que no fue para dejarlo respirar que se alejaron, sino porque sus parejas estaban dentro de la cancha. Cachete empezó a buscar a su novio, pero no lo veía entre toda la gente (familiares, parejas y amigos de los jugadores).

Estaba en pareja con Lucas Martínez Quarta desde 2018, y el día del partido contra Países Bajos habían cumplido cuatro años juntos. Y en serio quería que esté con él en ese importante momento.

—Mi vida. —Se escuchó una voz detrás de él, y ni siquiera tuvo que voltear para saber a quién pertenecía.

—¡CHINO! —gritó, dándose vuelta para abrazarlo. El Chino lo atrapó en el aire, correspondiéndole. Montiel empezó a llorar en su hombro—. Viniste —susurró entre lágrimas.

—No me pierdo ningún partido tuyo, y mucho menos me voy a perder este estando en Qatar... Somos campeones del mundo, mi amor —susurró el Chino, sin creerlo.

—Somos campeones del mundo —repitió Gonzalo.

—Y es gracias a vos —sonrió Lucas.

—Yo la toqué con la mano y Francia nos empató —le recordó Cachete.

—¿Y qué? Eso ya no importa. Después de esa equivocación, vos tuviste los huevos para patear la pelota más pesada, y nos diste la tercera estrella —le dijo Lucas.

—¿Te dije que te amo? —sonrió Montiel. Quería besarlo, pero sabía que, por las estúpidas leyes de Qatar, no podía hacerlo.

—¿Te dije que quiero pasar toda mi vida con vos? —sonrió el Chino.

—¿En serio? —susurró Gonza.

—Sí —respondió Lucas—. Hace cuatro años y nueve días que estamos juntos, y desde el primer día supe que quería estar siempre con vos. Y no podría elegir un mejor lugar para pedírtelo: acá en el Lusail, cuando vos nos diste la Copa. Así que, Gonzalo Ariel Montiel, mi campeón del mundo favorito —dijo mientras se arrodillaba y sacaba una cajita aterciopelada—, ¿te casarías conmigo? —Abrió la cajita, para mostrar un hermoso anillo.

—S-Sí —dijo Gonzalo, tapándose la boca y con los ojos llorosos—. M-mil v-veces te diría que sí.

Lucas se levantó y le colocó con suavidad el anillo, para luego, con ternura, besarlo, sin importarle nada. Los separaron dos golpes sobre ellos: Bautista y Mía. Y los cantos de "dale campeón" de sus compañeros.

—¿Oficialmente sos nuestro papá? —le preguntó Bauti a Gonza, con los ojitos brillantes.

—Sí, mi vida, oficialmente —sonrió Gonza, abrazándolo. Luego también abrazó a Mía.

Lucas sonrió y cuando sus hijos se separaron, le sacó una foto a la mano de Cachete con el anillo y la publicó, con el pie de "me dijo que sí ❤️🤍".

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