Vino, primero pura
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.Luego se fue vistiendo
de no sé que ropajes;
y la fui odiando, sin saberlo.Llegó a ser reina,
fastuosa de tesoros...
¡Qué iracunda de hiel y sin sentido!
...Mas se fue desnudando.
Y yo le sonreía.Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.Y se quitó la túnica,
y apareció desnuda toda...
!Oh pasión de mi vida,
poesía desnuda,
mía para siempre!- Juan Ramón Jiménez