Alyson regresa a su pueblo con un claro objetivo: recuperar los recuerdos que su mente ha bloqueado. Pero no es solo la verdad la que busca; Alyson también tiene una cuenta pendiente con Matthew Hemmings, el popular capitán del equipo de fútbol que...
"Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti."
-Friedrich Nietzsche
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Ese día estaba demasiado feliz. La chica separaba la ropa sucia en dos montones; uno con la oscura y otro con la clara mientras canturreaba con entusiasmo. Metió el primer montón en la lavadora y la puso en marcha, sentándose segundos después justo al lado.
Se miró las rodillas llenas de heridas, pero en ese momento nada le importaba. Tenía la púa azul y todo lo demás daba igual. Daban igual las voces, los insultos o los golpes, por fin tenía consigo su amuleto de la suerte y lo que le brindaba una esperanza en el futuro.
Escuchó la madera crujir debajo de unas suelas de zapatos demasiado pesados y se levantó rápidamente, acomodando su vestido.
El chico de ojos azabaches se recostó en el marco de la puerta y la observó enarcando una ceja.
—¿Por qué estás tan feliz hoy? —preguntó analizándola de arriba a abajo.
—Es porque he encontrad...
No pudo terminar la oración, ya que él se acercó bruscamente, agarró la cadena que colgaba y se la arrancó, lanzándola al otro extremo del pasillo.
—¿En serio Alyson? —Apretó su cuello con una ligera fuerza —. ¿Me estás jodiendo?
La chica no podía hablar, sus pies estaban suspendidos a una breve distancia del suelo mientras conseguía soltar algún que otro quejido.
—¿Qué coño hacías con eso? —Su rostro estaba tenso y la vena de su cuello hinchada.
Contemplaba con terror al chico que poseía una mirada inyectada en sangre cuando la soltó, haciendo que cayera en un golpe seco y doloroso.
—Lo que va a pasar ahora va a ser culpa tuya. —Se arrodilló frente a ella, cogiendo su mentón para obligarla a mirarle —. Lo que le pase ahora a ese capullo pesará en tu conciencia, por zorra.
La chica le siguió por el pasillo, llevándose las manos al cuello con molestia mientras le veía agarrar su casco, sus llaves y su chupa de cuero.
—Eres mía Alyson —pronunció lleno de odio, escupiendo las palabras con furia —. No lo olvides.
Abrió la puerta y cerró de sopetón. Ella se acercó, aporreándola con fuerza y gritando entre lágrimas mientras la madera se teñía de rojo carmesí.
—¡Andrew no! —Desgarro mis cuerdas vocales presa del pánico mientras me incorporo, llevándome las manos al cuello y respirando con dificultad.
La luz de la mesita de noche se enciende y observo a Matt, que me contempla en silencio y con los ojos cristalizados.