PRÓLOGO

135 18 4
                                    

El líquido dentro de la botella giraba junto con su mano, antes de acercar la boquilla a sus labios y dar un sorbo profundo.

Barre su mirada por el escenario tranquilo frente a él. El sol cae en el alba, y una pequeña ventisca se cuela entre sus ropas permitiendo que un escalofrío recorra su cuerpo.

No puede evitarlo.

El deseo de recordar sus ojos suaves, y esa pequeña sonrisa que marcan las comisuras de su boca, ahuecando aquellos hoyuelos, cada vez que llamaba por su nombre. Dios, la primera vez que llamó su nombre con fervor para que no huyera lejos de él. Nunca lo olvidaría.

Siempre fue de aquella manera con ellos, desde pequeños que pasaban horas riendo con las manos entrelazadas y sus juguetes, hasta desconocidos que desviaban la mirada en los pasillos.

Chocando su hombro con el propósito de tocarle.

Alza la cabeza cuando nota lo encogido que se encuentra ante el incómodo recuerdo, y despega su mente con claridad dando otro trago a su cerveza.

Extraña su mera existencia, y cada día que pasa se atormenta con los vagos recuerdos.

"¡Hagamos una promesa!"

—¿Una promesa?—susurra, con una sonrisa colgando a medias, mientras la pequeña voz en su cabeza sigue llamándole.

PARENTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora