SKYFALL

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Sabe que las cosas tenían siempre un propósito, ella lo sabía claramente y conoció esa verdad universal a muy corta edad. Todas y cada una de las acciones tienen un propósito y, asimismo, una consecuencia clara, aquí la pregunta era: ¿por qué siempre estaban ellos involucrados de alguna manera?

Su pequeña familia de tres siempre estaba allí, viviendo las consecuencias.

Desde que Sasuke tuvo que salir de misión tras los rastros de Kaguya cuando Sarada tenía 4 años, ausentándose por 8 años, hasta ahora, Sasuke ayudando a Boruto, el verdadero hijo de Naruto, ausentándose otros 3 años... su pequeña niña ya no tenía 13 años, tiene 16.

Recuerda claramente cómo hace 3 años, Sarada llegó a ella, buscándola en medio de un mar de llanto explicándole cada cosa que había sucedido, cómo Kawaki había encerrado a Naruto en otra dimensión, cómo Ada había alterado la memoria de todos y cómo, debido a estas acciones, Boruto fue perseguido. Su hija, su bebé tenía el mangekyou sharingan en sus bellos ojos oscuros, su mirada triste y abatida la miraban, suplicando que le creyera... Sakura lo hace, es su hija, su tesoro más preciado, ella le creería todo.

Cuando Sarada por fin pudo calmar su llanto, la miró de nuevo y le pidió perdón, en ese momento, Sakura se quedó en shock, pero lo aceptó, entendía por qué su hija le había pedido a Sasuke que se llevase a Boruto y lo ayudara. Sakura se puso en los zapatos de su hija y entendió, de verdad lo entendió: Boruto fue su amigo desde la cuna, crecieron juntos, entrenaron juntos, hicieron parte del mismo equipo, además, es el hijo de su ídolo, el séptimo Hokage, quien, a su vez, era el mejor amigo, el hermano, de Sasuke y Sakura. Sarada le explicó toda la historia real, no la que les hicieron creer, Sakura la entendió. Sarada no tenía a quién más recurrir, solo a sus padres, solo al hombre más fuerte que conoce, el hombre que siempre está allí para creerle y cuidarla siempre.

Sus padres la aman, saben a quién criaron, siempre le creerían con los ojos cerrados y la protegerían sin importar qué.

Los propósitos, los propósitos y las consecuencias...

Fue complicado lidiar con las consecuencias. Al Boruto ser perseguido, considerado el chico que asesinó al Hokage, no su verdadero hijo... su esposo fue de nuevo condenado como un traidor, ¿cuándo podría tener su familia un momento de felicidad?

En su mente persistían todos los recuerdos juntos y felices que Ada había puesto en su mente, pero ella lo sabía mejor. Su hija le mostró todo con el poder de sus ojos, aprendió bien de su padre.

Cada día era difícil, cada año aún más, pero ella no se rendiría, no lo haría.

Sakura abre los ojos.

Ojeó entonces su alrededor, su casa, aún adornada, mostrando con orgullo el símbolo Uchiha. Por más que sus "amigos" le dijeran que su esposo era de nuevo un traidor, empezando por Shikamaru, el actual Hokage, ella lo sabía mejor, y el legado de su esposo, el orgullo de su clan, jamás se repudiaría si ella tenía algo que decir al respecto.

— Sakura-sama—. Un shinobi llamó a la puerta. Sakura se levantó del sofá, donde descansaba después de leer algunos casos que tenía en el hospital. Abrió la puerta y se encontró con la familiar máscara de un Anbu.

— Hokage-sama la requiere en su oficina de inmediato—. Y así como llegó, desapareció en una nube de humo.

Sakura extrañada, decide ir lo más pronto, así podrá regresar antes de que Sarada vuelva a casa.

Sakura camina por las calles de Konoha portando con orgullo el emblema Uchiha en su espalda, los ciudadanos la observan y la saludan. Nunca la han tratado diferente por las supuestas acciones de traición de su esposo, la tratan teniendo presente todo lo que ha hecho en la Aldea durante años.

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