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CAPITULO CATORCE

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CAPITULO CATORCE.

' ¿Entonces somos amigos, Adele?. '

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──🩸˙ ̟ Adela recordó aquel incómodo encuentro con su vecina, donde le mencionaba las extrañezas de su amigo Dahmer. La verdad es que ella no creia que algo anduviera mal en él, pero sabía muy bien que las apariencias eran engañosas.

Con aquella idea rondando su cabeza, empezó a analizar cada situación que habia tenido con él. Estudiaba psicología por lo que creia que podria ver algun patrón alarmante si se lo proponía.

Dahmer era alguien alejado de sus vecinos, pues no lo vio hablando con alguien más aparte de ella, y con un hombre al que algunas veces también saludó. Era alcohólico y aquello era excesivamente obvio, por lo que supuso que llevaba ya mucho tiempo en eso. Tambien era alguien superficial, no mostraba demasiado sus emociones y ella era testigo de eso. Su tono de voz vacío y monotono ni siquiera cambiaba cuando hablaba de su familia, por lo que quizá tenia algun problema en ese ámbito.

Adela, como buena estudiante de psicología que aspiraba a lo forense, era obsesionada con leer casos como el de Ted Bundy o Edmund Kemper, al cual lo encontraba extremadamente interesante. Ella estaba tan segura que su vecino no encajaba en aquellos patrones, pero, recordando a Theodoro, cualquier persona podria ser un asesino.

Jeffrey tampoco era lo suficientemente sociable como para 'encantar' a las personas, es decir, ahí la mayoría no parecía agradarle su presencia y ella podia notarlo. Quizá solo era un hombre desdichado y algo extraño.

También recordó, por fragmentos, las veces que habia escuchado ruido raros en su departamento pero no se habia animado a preguntarle, o que él queria causar una buena impresión en ella y se esforzaba por eso. Rememoró la vez que fue a pedirle agua, y vio su hogar desastroso.

Dahmer era más un hombre soltero alcohólico que un asesino. Lo cual le entristeció porque, hasta ese momento, ella no fue nada prudente con su adiccion, es decir, ella le habia ofrecido alcohol las veces que fue a su departamento.

Aunque no quisiera, porque no era obligación de ella cuidarlo, lo sintió así. Pensó que, al ser viernes, él querría descansar en su casa cómodamente, por lo que, ideo un plan para hacer que la noche de su vecino fuera lo más tranquila posible.

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Dahmer se encontraba lavando los utensilios que habia usado, para su suerte todo estaba considerablemente ordenado, pero tenia un pequeño asunto que arreglar en su habitación. Giró su cabeza y vio parte del cuerpo de un hombre, tirado en el piso. Suspiró, no tenía ánimos de seguir limpiando.

Cuando escuchó que el timbre sonó los cabellos de su nuca se erizaron y su cuerpo se tensó. Quedó totalmente quieto en el lugar, como si de aquella manera la persona detras de la puerta no pudiera oirlo.

Pero cuando escuchó la voz de su vecina deseo ser bueno, deseo no tener aquel cadaver en su habitación y no tener sangre en sus manos, pero era tarde. Ya era tarde para él. Salió de sus pensamientos al volver a escuchar la voz de Adela.

Maldijo y se limpió las manos rápidamente y cerró la puerta de su habitación. Suspiró y sonrió, abriendo la puerta.

—Hola, Adele. Disculpa, estaba ocupado.

Ella le sonrió de forma calida.

—Hola, Jeff. No hay problema. Traje esto para compartir, si es que tienes tiempo.

La joven mostró un tapper con comida casera, él sintió el rico aroma, cerrando sus ojos. Antes de responder luego de unos segundos que parecieron eternos para ambos, Jeffrey hizo que Adela pasara a su departamento.

Probablemente podría arrepentirse, pero estaba seguro que él no podria hacerle daño, no a ella. Ambos se sentaron en el sillón y comieron sirviendose en unos platos que colocó el dueño de casa.

Él le ofreció bebida y ella solo aceptó gaseosa. Ella no sabía como indagar más en la vida de su vecino, ni como hacer que la conversación fuera más intima. ¿Qué podia hacer ella, para que su vecino, el cual era totalmente cerrado a las personas y torpes socialmente, se abriera con ella?. No tenia idea, pero sabia de un método infalible para verse como un ser bueno: ser honesta.

—La verdad, Jeff, vine aquí porque creo que necesitas a alguien. Sé que tienes problemas con el alcohol y con la mayoría de los del edificio, pero quiero que sepas que yo estoy aquí y puedes decirme lo que desees.

Adela sabia que todo el mundo necesitaba a un amigo, a una persona con la que compartir momentos lindos y secretos, alguien con quien contar en cualquier situación, y ella le ofrecía aquello a Dahmer.

El rubio no reaccionó luego de unos minutos, donde la sonrisa tan amable que tenia, que parecia levemente forzada, se hablandó. Ahora entendía la cercania de su vecina con él: ella quería algo.

—¿Solo te acercaste a mí por esto?, ¿para ser mi amiga?.

Ella negó con la cabeza.

—La primera vez sentí que te debia una por la valija, y luego me pareciste interesante. Me interesas, Jeff.

Su cara seguía sin mostrar una reacción que ella pudiera identificar.

—¿Por qué tú te acercaste a mí?.

Dahmer no supo que contestar, porqué tampoco sabía la respuesta. No sabía porque fue amable aquella vez, tal vez porque ella parecia agobiada con la valija, o porque era mejor hacer amigos que enemigos, pero, genuinamente, no tenia respuesta.

Adela se incomodó, por lo que dejó su plato en la mesa ratona y suspiró, sin saber como salir de la situación. El mayor tenia una mirada perdida, como si hablara consigo mismo.

—No lo sé, supongo que solo quería ayudarte, o tal vez porque me pareciste linda.

Él no creyó que aquello sonara tan heterosexual, pero asi fue. Ella le sonrió sin decir nada, pero demostrándose agradable ante aquel comentario.

—¿Entonces somos amigos, Adele?.

—Si, Jeff.

Happiness is a butterfly. | j. dDonde viven las historias. Descúbrelo ahora