A través del filo de una espada

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Todo había pasado demasiado rápido, tan solo un segundo bastó para encontrarse contra la pared junto al filo de una espada que le asechaba con arrebatarle poco a poco la vida ¿Acaso ese iba a ser su ultimo respiro?

Una corriente eléctrica surcó por cada una de sus extremidades, como una frecuencia bastante molesta que le recalcaba lo expuesto y vulnerable que se encontraba.

Pero sabía que perder la vida no era lo que más le afectaba, terminar sin conocimiento en el suelo tal cual su amigo azabache no era lo que más le preocupaba.

El simple hecho de verlo ahí, frente a él, a esa persona a quien le había abierto las puertas, esa persona de quien confió sin poner en duda sus intenciones... verlo frente a frente, amenazante y dispuesto a rebatarle el último suspiro era lo que causaba ese estado en shock en el cual había quedado.

Poco a poco contempló ese brillo tan peculiar que destellaban aquellos ojos escarlatas, era como si realmente estuviera en presencia a uno de los tan característicos demonios que atormentaban a gran parte del bosque en el que se encontraban, demonios de quienes tiempo atrás su madre se había encargado de comentarle con lujos y detalles para mantener una constante lejanía de ellos. Pero quién lo diría, con una sonrisa en la que podía ver gran parte de su dentadura y un tono rasposo en que proclamaba su espectacular victoria ante todos, Bakugo se acercó a su oreja con el simple hecho de susurrarle unas palabras.

— Te equivocaste en salvarme ese día... — comentó algo bajo, causar un nuevo temblor en el contrario, que fue muy bien percibido por su atacante. — Aunque me sirvió para aprender de ustedes... sus costumbres y donde se escondían... — prosiguió. — En tu otra vida, no confíes en alguien tan de prisa...

Quién lo diría, hace unos días siquiera se le había pasado por la cabeza que se encontraría a un paso del abismo, hace unos días estaba jugando al lado de sus amigos, todos convertidos en dragones disfrutando de una tarde prospera para darle una grata bienvenida a una nueva primera con flores y frutos adornando cada uno de los árboles que se encontraban a su alrededor.

Hace unos días las risas de quienes había considerado su familia se escuchaban por todas partes, risas que ahora eran reemplazadas por rugidos, fuego, gritos, llantos y lamentos. Una escena completamente diferente a la que tenía en mente.

— No... — terminó diciendo el semidragón, quien permanecía quieto sin ni una pisca de terror en sus ojos. — Sé que te estás arrepintiendo de todo esto... no quieres hacerlo, no tienes que hacerlo.

— Quien te crees que eres tú para decir todo eso. — concluyó el cenizo, sosteniéndolo desde la base del mentón enterró con algo de fuerza sus dedos en aquel sector.

Y Kirishima cerró sus ojos prácticamente por inercia a lo desconocido y lo que podría llegar a suceder, recordando como aquel día de lluvia en que en uno de los tantos caminos que daba a la aldea de los humanos se encontró con el cenizo casi moribundo. Si bien, por recados de su madre había partido esa mañana a dejar una canasta de frutas a la cabaña de las hechiceras que se hallaban en esas tierras, la intriga y curiosidad lo había llevado a acercarse a ese pequeño bulto que se encontraba a las orillas del río.

Con cuidado se aproximó lo justo y necesario, notando lo pálido que se encontraba producto a las heladas aguas que entregaba esa época de invierno.

Impresionado por su hallazgo sacó al cenizo de la orilla para lograr recostarlo en una cama improvisada que sus instintos le habían llevado a crear, entre pasto y una que otra rama consiguió que el cuerpo casi inerte logrará descansar a un lado del fuego que él mismo se había encargado de mantener vivo.

Bajo un techo de piedras se quedó un par de días, pendiente de su temperatura y cuidando cada movimiento que el cenizo podría realizar. Comprobaba de vez en cuando sus signos vitales, con un bombeo lento se aseguraba de que al menos su corazón siguiera con su funcionamiento, siempre tan atento a la primera señal que este podía dar.

A través del filo de una espadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora