VERDE

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El verde siempre ha sido el color que menos le gusta a Susan, se siente tan sofocante dentro del auto, aunque el aire acondicionado está encendido, suspira el olor a fresas y menta, sus olores favoritos, mira el libro en sus manos y suspira de nuevo, las historias de amor siempre son tan lindas, no existía nada que le emocionara más que el romance, el cortejo y los clichés.

¡Es que son tan lindos!

Sonríe un poco, quizá en alguna otra vida encuentre al amor de su vida o a su hilo rojo como en las historias de los libros o en las películas de la televisión, la persona que en todos los universos vendrá por ella y el sapo que se convertirá en príncipe, con quien vivirá un amor a primera vista o que serán enemigos y luego se darán cuenta de lo mucho que se aman y no pueden dejar de pensar el uno del otro, amantes, o aquellas historias de amigos a enamorados.

Estaba segura que algún día conocería aquel que recorrería toda una montaña por estar con ella y le diga que está perdidamente enamorado, quien la llene de flores y le haga sentir que es todo lo que tiene, con cartas oliendo a su perfume y miradas disimuladas pero apasionadas en cada cita.

Susan siempre fue así, tan ilusionada y confiando en el amor, tan cursi y llena de amor, pero algunas veces aquello se convertía en momentos de sufrimiento que parecían jamás acabar, con miles de cicatrices en su alma, pecho y muñeca, quien decía confiar ciegamente en la vida, pero quien luchaba por quedarse porque no le parecía tan maravillosa después de todo.

Puede que ella sintiera en su pasado que no necesitaba absolutamente nada, mas que aquellas palabras de consuelo y reconocimiento por quienes creía amar.

Mientras sigue observando por la ventana una canción de su banda favorita suena y comienza a mover los dedos de las manos al ritmo, tratando de hacer saber a su cuerpo que ama aquel sonido.

Sigue observando por la ventana del auto y mira toda la vegetación del color que más detesta en la vida y cierra los ojos, cansada de aquel abismal color. Comienza a tararear un poco de la canción que suena en sus audífonos y vuelve a suspirar.

-¿Sabes que es gracioso, Cesar? – Cuestiona al chofer del auto, aquel le mira por el retrovisor del carro y levanta una ceja, dando a entender que le escucha.

Susan permanece un momento en silencio y quita uno de sus audífonos, mira a Cesar y le sonríe.

-Que odio el color verde, pero estoy tan acostumbrada a él, que ya no siento nada – Dice por fin, Cesar no dice nada y continua con su ardua tarea de llevarla al internado.

Susan tomará un campamento de verano esas vacaciones, está emocionada, pero siente que podrá morir de miedo.

Cesar maneja el auto y fuma un cigarrillo, después de dos semanas va por Susan, mira el camino al campamento de verano y mira aquel color verde plasmado por todos lados y tiene tanta razón, ya no se siente maravillado por ver verde en su vida, ni ningún otro color en general, está tan acostumbrado a verlo y se cuestiona qué es lo que piensa Susan ahora.

Cuando llega a buscarla después del termino del día, Susan sube callada al auto, Cesar está acostumbrado a escucharla tararear canciones que le gustan y a verla por el espejo del retrovisor moviendo la cabeza de un lado para otro, pero esta vez, está mirando la hacia la ventana, no tiene ningún audífono puesto y tampoco ha hecho algo diferente que le indique que está bien.

-¿Se la pasó bien señorita? – Pregunta, Susan sonríe y sigue viendo hacia la ventana.

-Somos afortunados de vivir, Cesar – Dice, él sabe que Susan ha intentado muchas veces quitarse la vida, que pasa por cuadros depresivos muy fuertes y que le es muy complicado mantenerse, pero está ahí, diciéndole que son afortunados de estar vivos. Le da la razón.

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