La utopía

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Por años crecí escuchando a la abuela narrar de aquellos tiempos difíciles e insípidos que nuestros ancestros tuvieron que atravesar. Al principio creía que teté como siempre llamé de cariño a mi amada abuela, inventaba aquellas alucinantes y macabras historias para asustarnos o hacernos reflexionar. Que sorpresa ha sido para mi al crecer y leer sobre todo aquello en libros de historia y entender que nada de lo que había dicho era ficción, incluso si nuestra sociedad lo ve como una distopía, es una cicatriz que cargaremos por siempre pero que gracias al trabajo duro hemos sobrepuesto un paso a la vez.

Toda mi vida he habitado junto a mi madre Sara y mi padre Aaron en la aldea de Amaraf. Soy la primera de tres hermanos seguida de la adorable Amal y el comprometido Samuel.

Amaraf es un pequeño poblado al Sur de Eritrea, por muchos años tuvimos que ocultarnos pero ahora es una aldea unida, todos nos conocemos y nos cuidamos. Desarrollamos un pequeño oasis con ayuda de la Organización Progresista Mundial ya que los recursos habían sido destinados equitativamente para todos los seres vivos, al término de la Gran Lucha, que era una disputa entre personas avaras contra personas que buscaban devolverle al mundo su esplendor dando a cada quién lo que le tocaba. Por fortuna en el 99% del mundo el bando de los silenciosos quienes abrían los ojos a las personas poco a poco y sin usar violencia, había triunfado, derrocando la desigualdad, la apatía y la codicia que los incitadores radicales (como les llamaban a los del bando que buscaba apoderarse del mundo, también de forma oculta pero más agresiva ya que nos usaban como marionetas para obtener sus deseos) se habían esforzado durante siglos para corroer nuestra sociedad.

En mi aldea cuidamos y multiplicamos esos recursos. Las calles llenas de flores, los platos nunca vacíos, nuestra sed fue saciada, trabajamos de la mano hombres y mujeres para construir nuestra amada sociedad. Pareciera que aquí no existiera el llanto ni el dolor, pareciera que el tiempo no pasara, pareciera que no hubiera nada que hacer y aún así tuviéramos la posibilidad de hacerlo todo. Teté decía que era como volver a ser niños, aunque no poseas nada, nunca te sientes tan vacío, nunca te sientes insuficiente y si tienes suerte, nunca te sientes tan solitario, los límites son tu creatividad.

El amor es más fuerte que el egoísmo, pareciera que la madre tierra pudiese por fin respirar, los niños son felices corriendo por las calles mientras papá y mamá se divierten haciendo un estofado, yo ayudaba a teté y a los grandes señores a labrar el campo, que llenaba nuestros estómagos y nuestros corazones.

 Y justo cuando se ocultaba el sol, nos reuníamos todos en la plaza central a cenar, a reír y a darnos algo de calor. Cantábamos hasta el anochecer y despedíamos el día como si fuera el último. Jamás sentí que me faltara nada, todo cuanto necesitaba se encontraba frente a mis ojos.

Un día quise conocer el único rincón en el mundo que seguía en la lucha entre ceder ante las injusticias o vencer con ayuda del amor y la sabiduría. Me preparé muy bien con ayuda de los antiguos libros, e incitada por las locas vivencias de cuando mi teté era apenas una niña, me aventuré en las hermosas ciencias humanísticas de amorología y virtudología que se extienden en como el amor puede cambiar al mundo y como tu virtud llena tu ser y cumple tu propósito en la vida mientras que a su vez aporta mucho a los demás. Empaqué todo cuanto poseo en mi mochila y viajé durante 3 meses.

El resultado de este evento desafortunado quedará plasmado en las siguiente páginas. Mi mayor error, fue anhelar viajar al fin del mundo con la esperanza de cambiar al necio, de cambiar a quien a pesar de que ve, decide no ver o al menos decide no hacer nada. Ningún título, ningún libro, ninguna historia te prepara para abrir tus ojos que irremediablemente se ahogarán en lágrimas al enfrentarte a una realidad tan despreciable. Y la realidad es que mi atesorada Amaraf desde este infierno pareciera no existir, pareciera un sueño irreal, pareciera una utopía.

¿Cómo en este mundo tan sencillo seguían existiendo algunas personas tan vanales?


LOS BENEFICIOS DE LA SOCIEDAD IMPERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora