P r ó l o g o.

55 7 0
                                    


El grito ahogado que emitía el hombre ponía la piel de gallina a JungKook.

No de mala manera, más bien de emoción, de adrenalina y satisfacción.

Pura satisfacción.

El chico que yacía atado en la silla de madera era joven, claramente gozaba de su veintena y en su rostro brillaba vida, vida e inocencia.

Y esa clase de personas eran las favoritas de JungKook.

Kim Seokjin lloraba y suplicaba mientras se movía e intentaba desatar el fuerte nudo en sus manos.

Solo había ido en aquella fiesta porque su primo Beomgyu había insistido en que asista, dijo que supuestamente conocería a algún galán y terminaría con el Seokjin aguafiestas que no le dejaba desvelarse jugando con el celular.

Había aceptado, fue en la fiesta que uno de los amigos universitarios de Beomgyu estaba haciendo.

No sabiendo que ese sería el peor error de su vida.

Terminó chocando accidentalmente con un chico simpático y atractivo que le invitó un trago en forma de disculpa ya que había derramado por completo la bebida que él tenía.

Se alejaron del tumulto de gente ebria y descontrolada para comenzar a correr agarrados de la mano, riendo y gritando cosas al viento.

Seokjin no se había percatado que JungKook había puesto droga en su bebida mientras él le mandaba un mensaje a su primo para avisarle que se había ido de la fiesta. 

JungKook propuso un reto en el cual Seokjin debería beber todo lo que había en el vaso, el castaño aceptó y tomó de un trago la bebida.

Fue tan rápido el efecto que terminó desmayado entre los brazos del azabache.

Ahora no tenía ni puta idea de donde se encontraba.

Solo sabía una cosa. Jeon JungKook era el causante de todo eso.

Seguía tratando de zafarse de la fuerte atadura en sus muñecas, sus lágrimas no le permitían ver ni pensar con claridad.

Quería irse de ahí, quería desaparecer de la vida de JungKook, así como él mismo quería desaparecer al azabache de su vida.

Pero en cambio lo tenía ahí, apoyado en la encimera de aquel sucio lugar observándolo con una intensidad atemorizante.

Ladeó la cabeza al ver que las lágrimas del castaño caían sin permiso por sus coloradas mejillas, paseó su vista ante el inquieto cuerpo maniatado y amordazado de Seokjin.

— No temas. — dijo por primera vez desde que el castaño despertó.

Seokjin comenzó a moverse más, sus movimientos inútiles eran más desesperados en un débil intento por buscar libertad para él.

Sus ojos llenos de lágrimas suplicaban al azabache la libertad que le fue arrebatada.

JungKook sacó de su bolsillo derecho una paleta roja, sacó el envoltorio y la llevó a su boca. Observó unos minutos más el cuerpo tembloroso de Seokjin para después posar nuevamente sus ojos en los suyos, arrancando toda esperanza al castaño al ver que el azabache lo observaba con una sonrisa tétrica, una sonrisa que reflejaba la verdadera maldad en un ser humano.

Al menos una parte.

Comenzó a negar cuando vio que JungKook se acercaba a él lentamente.

Sus dedos trataban de agarrar la gruesa soga que ataba sus muñecas, intentaba buscar maneras de que sus manos fueran liberadas.

JungKook se paró justo en frente de él, bajó su cuerpo a la altura del castaño para observarlo más de cerca.

Sus grandes y frías manos tocaron su barbilla para levantar su cabeza y así chocar miradas nuevamente.

Era una pelea constante de miradas que Seokjin sabía perfectamente que él no podría ganar jamás.

— Tienes una piel envidiable Seokjin. — dijo con voz ronca el azabache. — Tienes muchas cualidades que hacen que te admire más.

Seokjin comenzó a gritar más fuerte, sus gritos no podían salir como él quería por la tela que cubría fuertemente su boca.

— Debo admitir que no veía una persona así de perfecta en mucho tiempo. — JungKook se alejó un poco. — Unos ¿Dos años? Sí, si es mucho tiempo. — JungKook se volteó para agarrar algo que estaba en la mesada donde anteriormente estaba sentado 

Sacó una navaja, no era ni tan grande ni tan chico, era lo suficientemente pequeño como para esconderlo entre la manga de su abrigo, en caso de necesitarlo.

Volteó nuevamente para ver a Seokjin esbozando una sonrisa ladeada, caminó los escasos cinco pasos que los separaban y se agachó ligeramente para estar en el campo de vista del castaño.

Sacó la navaja y se la mostró a Seokjin; solo para asustarlo, solo para desesperarlo, solo para desesperanzarlo.

Paseó la punta por todo el contorno de su mandíbula y cuello, hizo presión en la manzana de adán para luego subir nuevamente hasta sus coloradas mejillas que no dejaban de ser bañadas por sus lágrimas.

En un movimiento rápido hizo un corte limpio en su mejilla, una línea horizontal que se hacía más visible con los hilos de sangre que comenzaban a salir.

Cuando quizo repetir el mismo acto en su otra mejilla, el sonido de un timbre en la parte superior de la casa paró abruptamente la mano del pelinegro.

Habían venido en su casa a las una de la noche, no teniendo amigos ni familiares.

¿Quién demonios lo interrumpía durante su actividad favorita?

🦋Próximamente🦋

☆KJY-🐨

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 05 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝑨𝒔𝒆𝒔𝒊𝒏𝒐 𝒔𝒊𝒏 𝒎𝒆𝒎𝒐𝒓𝒊𝒂 [𝑲𝒐𝒐𝒌𝒎𝒊𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora