Falta algo

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Kirishima no sabe realmente por qué se  despierta cada medianoche sin falta alguna, no sabía  qué sucedía con su sistema últimamente, pero aquello le hacía mal. Esta última semana ha tenido una preocupación ¿Extraña? Como que algo faltaba...

Simplemente era extraño.

—Mi amor... vuelve a dormir. —Susurra su novio, queriendo descansar un poco más.

Kirishima quien en esos momentos estaba semi sentado en la cama, mira a Bakugo con una sonrisa boba, amaba tanto a ese hombre.

—Ahorita duermo, Suki...—Le respondió con un susurro igual o hasta más grave que el que escuchó del rubio. Sabía que Bakugo somnoliento era bastante adorable, más porque normalmente él no era tan meloso, su lenguaje de afecto siempre estaba acompañado con un "idiota" o un "bastardo" de por medio, y realmente no le ofendía. Nunca lo hizo, pero escucharlo hablar fuera de lo habitual, era bastante acogedor.

Pero incluso antes de pararse de la cama deja suaves besitos en toda la cara de Katsuki quien comienza a reír por tanto afecto.

—Hmm oye...—Jadeó el rubio de sorpresa una vez los besos de su pareja pararon en su cuello, dejándo pequeñas lamidas y mordidas leves. Y alejándose un poco de este, se da la vuelta para mirar los enormes ojos rubí que tanto amaba de Eijiro. —Sólo vuelve a dormir Ei...

Kirishima le haría caso, era bastante débil ante Katsuki. Pero al final como se ha acostumbrado a hacer desde hace cinco días atrás, sólo se levantó de la cama con cuidado, y se dirigió a la cocina para tomar un poco de agua.

Bajó las escaleras que conducían a la sala, y acarició la cabeza de su hijo. Un gato naranja gordo y peludo que mayormente se la pasaba durmiendo en el sofá.

Eran las cuatro y cuarenta, era temprano sí, pero igualmente siempre despertaba a las cinco para hacer el desayuno y luego dárselo al rubio. -Que con los años aprendió a tolerar la comida hecha por Eijiro-

¿Cuántos años tenían ya? ¿tres, o cinco tal ves? Ah no no, eran ocho. Sí, ocho años con ese rubio malhumorado, y créanle que desde que pudo confesar sus sentimientos, fue la relación más hermosa que llegó a tener.

Y claro, antes era un carajito de diecisiete, precoz, hormonal y con muchas preguntas que le costaba procesar, pero aún así, Bakugo siempre estuvo con él.

Sin embargo,  últimamente algo faltaba. Y no, no estaba perdiendo el interés por su novio, más bien era todo lo contrario, cada que lo veía o descubría alguna acción nueva de Katsuki, simplemente lo volvía loco.

— ¿Me puedes decir por qué mierda estás en medio de la cocina, con las luces apagadas y sin hacer malditamente nada, Shima?

Mierda, la voz de Bakugo lo había sacado de trance. Pero sí, lo que dijo estaba en todo lo cierto, se había quedado disociando en plena cocina.

El rubio prendió la luz, observando arisco a su novio quien aún seguía ahí sin hacer nada.

—Katsu... ¿Cuánto tiempo tienes?

—Lo suficiente, idiota. —Se cruzó de brazos frente al teñido. —Entonces.

—Entonces... ¿No lo sé?

— ¿Cómo no vas a saber?

Eijiro se sonrojó, es verdad, sonaba ridículo pero realmente no sabía por qué se despertó en primer lugar. —No, en serio, no lo sé, Suki.

Bakugo suspiró pacientemente, conocía a su bastardo, y algo le pasaba. Estuvo despierto las cinco veces anteriores en la que Kirishima se despertó sobresaltado en la madrugada, sin embargo no le había dado tanta importancia entonces, pensaba que se trataría de alguna nueva rutina de ejercicio o algún nuevo maraton de series que podrían llegar a pasar a esa hora, ya vio que no era eso.

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