4.

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—No lo amo... —explico con voz apenada y desconcertada. ¿Que se supone que tiene que confesar? Lo que paso con Kevin anteriormente no estaba planeado para que esto sucediese. Estaba dudoso, ansioso y la extrañez recorría su ser. Kevin frunció el ceño intrigado.

—¿Tienes novio? —era lo que el pelinegro necesitaba saber.

—Sí, pero, te juro que no lo amo. Hace mucho que él y yo dejamos de querernos. —justifico Diego sin pensarlo, se sentía tan angustiado. Su historia con Edson era complicada de explicar. Sabía que eligió el camino más fácil, aquella noche solo buscaba diversión, pasarla bien, tener un encuentro casual y olvidarse de todo.

Trago en seco al revivir tales momentos.

Fin de semana, la cena servida en la mesa, la luz de las velas iluminando el lugar, las flores decorando el florero y un chico esperanzado de recibir a su novio con una sorpresa, sabía que Edson tenía mucho trabajo, tantos pendientes, demasiadas llamadas por atender, múltiples negocios que atender. Su novio solo tenía tiempo para su trabajo, nunca para Diego, parecía que solo era un adorno que con el paso del tiempo se empolvaba y perdía importancia.

Su única ilusión era recibirle con un detalle especial, hacerle saber que ahí estaba para él, que era su novio... que lo quería. El castaño cocino con esmero y emoción, preparo la comida favorita de Álvarez, salió a la florería a comprar las flores más lindas y lamentablemente nada fue recompensado.

Pasadas las doce de la madrugada, con la ansiedad a tope decidió llamarle a Omar, comenzaba a cansarse de esperar. Habían pasado más de tres horas y no existía ninguna pista de que el mayor fuera a llegar.

—Diego. ¿Qué pasa? —la voz de Álvarez respondió del otro lado.

—Mi amor, ¿no vas a llegar?

Un bufido resonó por parte de Edson, la pregunta le había molestado. —Diego, sabes que tengo un montón de trabajo, siete contratos que firmar, está a punto de comenzar una cena para cerrar otro trato. Lo siento, pero hoy no llegare, creo que dormiré en la oficina. —comento el castaño con una extraña furia la cual Diego no sabía cómo describir. Solo sintió como su corazón se estrujaba en dolor y un par de lágrimas se deslizaban por sus cálidas mejillas.

El silencio del castaño hizo que el pelinegro volviera a hablar. —¿Solo querías saber eso? Sebastián acaba de llegar por mí, supongo que es hora de ir a la cena.

Y aun con la garganta adolorida por el sentimiento, contesto. —Si, solo quería saber eso. Espero que disfrutes la cena... —miro la mesa perfectamente decorada, todo para nada.

—Adiós. —murmuro Álvarez y al segundo, la llamada había finalizado.

Lo sabía, lo sabía, lo sabía.

Edson no lo quería, ya no más. Trato de evitar tal pensamiento, siempre buscaba una excusa, una excusa que ocultara la realidad. Lamentablemente vivir en la mentira solo hacia las cosas más complicadas.

Dejo que las lágrimas fluyeran por su rostro, se sentía demasiado triste, tan miserable. ¿Que hizo para merecer tal desprecio? ¿Como fue que Edson olvido la promesa de que le amaría toda la eternidad? Tal vez solo fueron palabras, no un compromiso.

Cerro los ojos fuertemente y con la tristeza aun desbordando, abandono el comedor y se dirigió a su habitación, no le importaba nada más, ni Álvarez, ni su noviazgo. Nada.

Cuando el taxi le dejo afuera del bar, un latido de emoción llego a sí mismo, lo que estaba a punto de hacer solo sería esta noche, nadie se enteraría.

Pago la entrada al lugar y de inmediato el guardia de seguridad le permitió el acceso, la música a todo volumen, las personas por todo el lugar; disfrutando, gozando, viviendo... Fue entonces cuando Diego decidió que tenía permitido todo y no se iba a limitar.

tuyo ۵ ❛kevin x diego❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora