La sonrisa más hermosa y feliz del mundo puede esconder una sonrisa falsa y triste; junto con unos ojos llenos de un pasado oscuro.
“Let The World Burn”
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El agua caía delicadamente sobre sus manos al estar lavando los platos. Era demasiado relajante y lo mantenía ocupado hacerlo.
Aunque sabía perfectamente que al mayor no le gustaba que lo hiciera, ya que, según se descuidaba sus manos delicadas haciendo esto, pero, ¿Que mas iba hacer?, ¿Dormir?, ¿Leer?
Estaba harto de hacer lo mismo y repetirlo todo el tiempo, era algo cansado y agotador hacer lo mismo día trás día y aunque quisiera hacer algo más no podía, el mayor se lo prohibía como si fuera un niño chiquito que no supiera los riesgos de las cosas.
— ¿Ocupa ayuda en algo, señor?
Dió un pequeño brinco por el susto. — ¿Hum? No, no, no. Así estoy bien, muchas gracias por intentar en ayudarme.
— ¿Está seguro?, al señor no le gusta que haga algo, podríamos ayudarle en algo.
Y aquí vamos, lo mismo de siempre.
— Estoy bien así, gracias por intentar en ayudarme Charlotte —Habló para finalizar en lavar los platos.
Era de día y hace poco que el mayor se había ido, pero la atención de los empleados de este mismo no faltaron hacía el menor.
Y para que mentir, estaba cansado de ser tratado como una princesa que no puede hacer nada. Sí, era lindo ser tratado así pero llegas a un punto que te cansas y quieres algo más, quieres hacerlo por tu propia cuenta y dejar de ser un inútil en frente de las personas.
Pero la contraria sabía que algo estaba mal, el dálmata se notaba un poco mas diferente que otros días.
Había escuchado un poco sobre la conversación de la mañana de Chase y Marshall, tal vez en ese momento ambos se miraban alegres pero al momento de irse el mayor se le notaba molesto.
Simplemente decía palabras en su idioma materno con enojo que era difícil de saber a qué se refería exactamente con eso. Lo único que agradecía era que el dálmata no había presenciado eso, pero aún así se le miraba serio, algo inusual de él.
— ¿Sucede algo con usted, verdad? — Y al fin decidió hablar, viendo como el albino se quedaba quieto. —, señor, puede confiarme lo que sea que este pasando, no tengo porque decirle a Jones.
