Única parte.

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"¿Ya tienes que irte? Apenas prepare el desayuno" Niall lo mira molesto con su mandil favorito puesto y tiene esa pose de una mamá viendo a su hijo irse con el estómago vacío.

"Lo siento Ni, tengo que llegar temprano a clases hoy. Creo haber hablado contigo sobre que prefiero la comida para llevar" sus pasos son rápidos en el pequeño departamento estudiantil tratando de encontrar todo lo necesario en su maletín.

"Pero yo te conozco lo suficiente para saber que no comerás y la traerás paseando en esa cosa todo el día" señala a su gastado maletín café que fielmente lo había acompañado desde el primer año. "Y aprecio demasiado a mis tuppers para dejarlos morir en comida echada a perder"

"De acuerdo no guardes nada y seré libre de comer en una cafetería" alza sus manos encontrando las llaves y guardándolas en el bolsillo interior de su abrigo.

"Ugh, te amo más de lo que te odio Styles" dicho eso Niall se da la vuelta buscando en las gavetas los recipientes que sabía, entrarían en la miniatura de bolso de su amigo.

"Sabes que también lo hago" lanzando un beso en su dirección corrió a seguir alistándose.

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"Es tarde, es tarde, es tarde" se repetía una y otra vez en voz baja mientras trotaba por los pasillos. ¿Qué eran diez minutos de retraso? Seguro al maestro de derecho no le importaría en lo absoluto, demasiado absorto en sus historias sobre cárceles y ese tipo de cosas.

Con unos pequeños toques en la puerta y casi treinta miradas sobre él, entró tratando de no llamar mucho la atención. Tomó asiento sacando una pequeña libreta de su maletín y comenzó a hacer sus notas.

De esa manera - entrando y saliendo de distintas aulas - terminó con su horario de clases, estaba agotado y varias veces sin permiso sus párpados intentaron cerrarse. Saber que aún debía ir a la dirección recibida por un mensaje para cuidar a un mamífero no alentaba mucho su merecido descanso.

Prefirió tomar un taxi que el subterráneo para dirigirse ahí. Al llegar no se veía nada mal, altos edificios aparentando estar hechos solamente de vidrio se imponían por todo el paisaje junto a los automóviles último modelo y personas con ropa de alta costura.

¿Quién querría a alguien cuidando a su conejo por aquí?

Aunque no fuera totalmente normal estaba seguro era así, esas personas tenían tanto dinero que no le sorprendía lo gastarán en sus mascotas.

El chofer lo dejó frente a un edificio reflejandolo por los pulcros cristales. El portero abría y cerraba la puerta - de cristal, obviamente - desde adentro para todos y una alfombra abarcaba toda la ancha entrada.

Un silbido brota de sus labios apreciando todo alrededor. "Parece que un conejo vive mejor yo" admite para sí mismo y se dispuso a entrar.

La recepcionista preguntó quién era y a dónde se dirigía, él le mostró su credencial y dijo que esa tarde cuidaría a la mascota del señor Timber. Lo miró de arriba a abajo antes de ordenarle la siguiera para mostrarle el camino.

Si no fuera por los números que marcaba el elevador hubiera perdido la cuenta después de los primeros diez pisos. El elevador como todo lo demás ahí mostraba su reflejo.

"Hemos llegado, última puerta a la derecha. Disfrute su estadía" dicho eso, las puertas se cerraron de nuevo dejándolo solo en el desolado pasillo. Pasó saliva dando pequeños pasos hasta la puerta, introdujo el código incluido en el mensaje haciéndola abrirse. No imaginaba cuánto tendría que trabajar para alguna vez poder abrir una puerta igual a esa y que el lugar le perteneciera. Claro estaba que no elegiría un lugar tan frío y tan grande.

[[ ORÐINARҰ WoRLÐ ]] L.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora