En el abismo del plano onírico, el destello, esbozó una reflexión cargada de odio hacia aquel a quien llamaba "El Usurpador". Sus palabras resonaban con una furia sepulcral, revelando el profundo desprecio que sentía por aquel que se atrevió a robarle todo lo que amaba.
—¡Ese maldito, ese estúpido gusano que se esconde en las sombras! Se llevó más que mi reino, se llevó mis seguidores, mis fieles polillas, cada brillo de Hallownest. — La polilla hablaba con un tono impregnado de rabia, como si la traición misma ardiera en su interior.
Recordó con amargura los días en que su luz guiaba a Hallownest, y la revelación de aquel usurpador resonaba como un eco sombrío en su mente.
—Cada polilla que baila ahora a su alrededor es una afrenta a mi legado, un insulto a mi divinidad. ¿Cómo pudo Hallownest caer en la sombra mientras yo, su verdadera líder, estaba destinada a desaparecer? Su engaño es una mancha indeleble, una infamia que ensucia mi nombre.
El odio fluía con cada palabra, alimentando la llama vengativa que ardía en su interior.
—La usurpación es una herida que nunca sanará. Cada brillo de luz robado por ese usurpador es como un puñal clavado en mi alma. ¡Y mi venganza será el tormento que atormente sus días!
La narrativa de la polilla era una mezcla de dolor y desesperación, teñida con el deseo de hacer justicia a una traición sin igual.
—Hallownest debería haber brillado bajo mi guía, no haberse hundido en la oscuridad de ese gusano. Cada sombra que se extiende ahora sobre el reino es una afrenta que clama por represalias. Ese usurpador no quedará impune.
—Mis creaciones, mis polillas, mi tribu... —el Destello susurró con amargura, su voz resonando en la penumbra del vacío. Cada palabra cargada de nostalgia y dolor mientras reflexionaba sobre aquellos a quienes consideraba sus más leales seguidores.
Recordó cómo, con esmero y devoción, había formado a las polillas, creándolas a su imagen y semejanza. Eran sus fieles seguidores, portadores de su luz en las entrañas de Hallownest. Pero la traición, como un veneno insidioso, había corrompido la lealtad que esperaba.
—Les di la luz, les brindé mi guía y propósito. ¡Eran mis hijos, mis creaciones! —La amargura en su voz se intensificaba al evocar la traición de aquellos a quienes consideraba sus hijos.
Las polillas, que una vez danzaron bajo su resplandor, habían sucumbido a la oscuridad del usurpador, y la herida en el corazón del Destello era palpable.
—La traición corta más profundo que cualquier sombra. ¿Cómo pudieron volverse contra mí, su creadora? Cada traición de una polilla es como un susurro venenoso en el viento oscuro. Me arrebataron mi creación, mi tribu.
El Destello, envuelto en el lamento de su pérdida, reflexionaba sobre la ironía de haber sido traicionada por aquellos a quienes había dado vida.
—Ah, pero ahora verán el error de su elección. El usurpador no será su salvación. Yo, seré la llama que ilumine el camino de su muerte.
Con determinación, la figura luminosa en el abismo se erguía, dispuesta a enfrentar no solo al usurpador, sino también a las sombras de su propia creación. La traición de sus polillas resonaba en su ser, pero el Destello estaba decidido a restaurar la luz y su poder en Hallownest.
El odio de la divinidad resonaba en cada palabra, una letanía de resentimiento que se perdía en la oscuridad del plano onírico. La venganza palpitaba en su corazón, una llama ardiente que iluminaba su camino hacia la redención de Hallownest.
—¡No seré olvidada! —clamó el Destello con desesperación, la luz que irradiaba adquiriendo un matiz frenético. Sus palabras reverberaron en el vacío, marcando su determinación de grabar su existencia en la memoria de Hallownest.
El dolor de la traición aún se aferraba a su ser, pero la furia ardía en su núcleo, impulsándola a proclamar su lugar en la historia retorcida de aquel reino sumido en las sombras.
—Mis polillas pueden haberme abandonado, pero mi luz perdurirá. ¡Hallownest recordará el resplandor que emané, incluso si ahora se sumerge en la oscuridad de ese gusano!
La figura luminosa se convirtió en un torbellino de energía, su esencia resplandeciendo con un fulgor enloquecido. El Destello, imbuido de un anhelo feroz por la venganza, juró no caer en el olvido, sino más bien emerger como una entidad inmortal en la conciencia del reino.
—El Wyrm puede haber creído que podía extinguirme, pero no comprende la fuerza de mi luz. Yo, el Destello, me elevaré como un faro, guiando a aquellos que anhelan la verdad y la justicia en este abismo de sombras.
Sus palabras resonaron con un eco ominoso, impregnando el vacío con su declaración apasionada. Aunque sumida en el desespero de la traición, el Destello juró que su luz sería inextinguible.
—Cada sombra que se arrastra por Hallownest sentirá la quemazón de mi presencia. No descansaré hasta que mi resplandor ilumine cada rincón, recordando a todos que el Destello persiste, inquebrantable y eterno.
Con sus palabras finales, la figura luminosa se desvaneció en la penumbra del vacío, dejando atrás un eco de determinación y desesperación. La promesa de la villana resonaba en el abismo, marcando su empeño por ser recordada en la historia oscura de Hallownest.