IX. Mean

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Capítulo 9
Mala
All you are is mean and a liar, and pathetic, and alone in life

Capítulo 9 MalaAll you are is mean and a liar, and pathetic, and alone in life

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Betty.

El Día de Acción de Gracias siempre trae consigo una marea de sentimientos encontrados. Desde el fragante aroma a comida casera hasta el bullicio de la familia reunida, cada detalle parece despertar una oleada de nostalgia que inunda mi ser.

La nostalgia se teje entre los recuerdos entrañables de aquellos años en los que el Día de Acción de Gracias era sinónimo de risas desbordantes, abrazos cálidos y la mesa repleta de platillos tradicionales. Las imágenes se agolpan en mi mente: la cocina rebosante de actividad, el olor embriagador de los pasteles de calabaza y manzana, la calidez del hogar repleto de conversaciones animadas y risas que resonaban por todos los rincones.

Pero también hay un toque agridulce en esta nostalgia. Se hace más fuerte al recordar aquellos seres queridos que ya no están físicamente presentes para compartir este día. Esos espacios vacíos alrededor de la mesa se convierten en un recordatorio de ausencias que duelen profundamente, una especie de eco melancólico que se cuela entre la alegría del momento.

El Día de Acción de Gracias se convierte así en un crisol de emociones, una amalgama de gratitud por lo que se tiene y añoranza por lo que se ha perdido. A pesar de la nostalgia, este día siempre deja una estela reconfortante, recordándome la importancia de apreciar cada momento con aquellos que están a mi lado y de atesorar los recuerdos que han dado forma a quien soy hoy.

Sin embargo, el Día de Acción de Gracias del año anterior había sido todo menos un momento para agradecer. Cene sola en San Francisco, mi padre se la había pasado todo el día trabajando y mi madre... ella ni siquiera llamo. Desde antes de que me obligaron a partir a California, no sé absolutamente nada de mi madre. No recibí un saludo por mi cumpleaños, navidad, año nuevo o mi primer día de clases. Por lo que me llevaba a estar algo resentida con ella, no me gustaba sentirme así, pero ella no terminaba nunca de cooperar.

Yo me siento profundamente herida. ¿Cómo puedo no estarlo? Mi madre, la persona que siempre ha sido mi roca, no apareció cuando más la necesitaba. La ausencia en Navidad y mi cumpleaños, días que solíamos celebrar juntas con risas y abrazos, dejó un vacío que pesa en mi corazón.

Intenté aferrarme a la esperanza de que el Día de Acción de Gracias sería la oportunidad para limar asperezas, para sanar las grietas que se han formado en nuestra relación. Pero parece que mi madre no ve las cosas de la misma manera. ¿Por qué parece tan renuente a reconciliarse? Es como si estuviéramos atrapadas en un ciclo de desencuentros y distancias emocionales que no logramos romper.

Me siento atrapada entre la decepción y la tristeza. Quiero poder hablar con mi madre, explicarle cómo me siento, pero también siento una especie de obstáculo invisible que nos separa. Es doloroso, frustrante y, al mismo tiempo, desearía que las cosas fueran diferentes.

Quizás haya malentendidos, palabras no dichas o simplemente diferentes formas de percibir la situación. Pero por más que desee que todo se arregle, también entiendo que cada persona tiene su propio tiempo para sanar y perdonar. Espero que algún día podamos superar esto y recuperar la conexión que solíamos tener.

Me desperté muy temprano, algo de mí estaba emocionada por el día que sería. Baje las escaleras para dirigirme hacia la cocina, mientras le escribía a Tamara. Una clara sonrisa se formó en mi rostro al ver a su padre ya en la mesa.

Él había comprado una tarta de coco y me esperaba con el café servido en la mesa. Lo miraba y sentía mientras mis ojos cada vez se sentían más húmedos, sabía que él estaba intentando recompensar todo lo que había sucedido. Mi padre me miraba con una sonrisa mientras se acercaba a abrazarme.

—Quiero compensarte todo el tiempo que me perdí a tu lado —dijo él mientras sostenía mis hombros con delicadeza. Sonreí escondida en su torso.

—Gracias —murmure.

Cuando termino el abrazo escuche como el timbre comenzó a sonar. Ambos nos miramos confundidos y vi como mi caminaba, con una notable cara de confusión a abrir la puerta. Tome mi celular al ver como un mensaje de Alex saludándome por los buenos días. Aunque mi sonrisa se esfumó al escuchar gritos acercándose a la cocina.

—¡No! ¡Déjame hablar con ella! —grito una mujer.

—¿Para qué? ¿Para que la vuelvas a lastimar? —escuche los gritos intranquilos de mi padre.

Me quedé totalmente confundida, por lo que apague mi celular y lo guarde en mi bolsillo. Vi como Indie se subía a la mesa, muy nerviosa acaricie a mi gato. La puerta se abrió de golpe dejando ver a mi madre, siendo perseguida por mi padre. Él intentaba tranquilizarla sabiendo que ella podría decir cualquier cosa y romper su corazón en mil pedazos.

—Beatrice... —dijo mi madre, la miré confundida.

Mis ojos comenzaron a llorar, ella estaba ahí. Después de todas las noches que llore por ella, tantas veces que me sentí totalmente culpable y enojada conmigo misma por ser una mala hija. Todo lo que me arrepentí, todas las llamadas a mis amigos a la madrugada buscando un consuelo. Y ella estaba ahí, mirando, se perdió toda mi vida. Nunca le importo saludarme por mi cumpleaños número catorce, quince y dieseis, no me volvió a llamar por navidad, día de Acción de Gracias o año nuevo.

—Hija, lo lamento tanto —dijo ella, intentando acercarse a abrazarme. Me alejé de ella mientras sentía como un nudo se formaba en mi garganta.

—No quiero escuchar tus razones —dije mientras me daba la vuelta.

Mire a mi papá, él había tomado a mi gato y lo acariciaba para tranquilizarse.

—Pero quiero dártelas —intento comenzar a hablar ella.

—No las quiero escuchar, ya te lo dije. Lo único que pido es que un día me respetes, que me escuches tú a mí —dije dándome vuelta para verla.

—¿Sabes lo mal que la pase yo? ¿Cuándo decidiste que no me querías más cerca de ti? ¿Lo mal que me puse cuando hiciste a papa que me alejara de todo lo que amo solo por qué vos querías? —le pregunte mientras gritaba, estaba totalmente molesta —. No quiero escuchar tus estúpidas razones por la que me mandaste lejos de mis amigos, lejos de mi vida. Y creo que lo que más me afecto fue que ni siquiera te molestaste en llamarme por mi cumpleaños, ni por nada. No sabes nada de mi vida, y no quiero que pienses que todo se puede arreglar por estar conmigo un día de acción de gracias. Porque te perdiste de mucho, de demasiado.

—Tu padre tampoco es el hombre perfecto —se justificó ella.

—Él tampoco es el hombre perfecto, pero mínimo lo está intentando. Pudo haber cometido un millón de errores en el pasado, pero lo está intentando —dije enojada.

Antes de que ella pudiera decirme algo más, comencé a correr de mi casa, me fui de mi casa con mi corazón, latiéndome en la garganta, corría como una cobarde. Alejándome de mi peor pesadilla, de mi madre, quien solo le importaba dejar como el malo a mi padre.







Holaaa, como estan? 

No les puedo explicar la locura que es para mi que Betty llego a los 15k de lecturas, no lo puedo creer. 

Los adoro. 

Diganme que opinan de este capitulo, espero que lo hayan disfrutado. 

No se olviden votar, los quiero.  

Betty - Alex WalterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora