𝟎𝟕. 𝐨𝐮𝐫 𝐟𝐢𝐫𝐬𝐭 𝐤𝐢𝐬𝐬, 𝐡𝐨𝐧𝐞𝐲

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Capítulo 7
Nuestro primer beso, amor
'Cause I see sparks fly, whenever you smile

Capítulo 7Nuestro primer beso, amor'Cause I see sparks fly, whenever you smile

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𝒷𝑒𝓉𝓉𝓎

La gran feria estaba comenzando a vaciarse, yo había quedado con mi padre para que pasara a buscarme al rededor de una hora más tarde y seguía conversando animadamente con Kiley, Tamara y Mateo.

Un mensaje de Alex apareció en mi celular, por lo que sonreí al leerlo «Te espero en la entrada al bosque».

—Chicos, en un rato vuelvo —dije antes de despedirme de cada uno de ellos.

Camine con una sonrisa hacia donde mi amigo me esperaba con las manos en los bolsillos. Cuando llegue a él, coloque mis manos en su cuello, dándole un abrazo.

Sus brazos rodean mi cuerpo como si fueran un refugio hecho a medida. Cuando nos abrazamos, el mundo parece detenerse por un instante, y es como si el universo entero se resumiera en ese contacto. Puedo sentir el latido acelerado de su corazón, sincronizándose con el mío en un compás perfecto.

Nuestros cuerpos se acercan con una delicadeza que solo dos almas que se atraen pueden entender. Cada roce de piel despierta una sinfonía de sensaciones, desde la suavidad de su tacto hasta la electricidad que se desata con cada contacto. Es como si nuestras emociones se transmitieran a través de ese contacto físico, creando un lenguaje silencioso pero elocuente.

Sus manos encuentran el camino para entrelazarse con las mías, y en ese instante, se establece una conexión que va más allá de las palabras. Hay una calidez reconfortante que se transmite a través de ese abrazo, como si ambos encontráramos en el otro el lugar donde encajamos perfectamente.

Cada roce, cada contacto, es una revelación de los sentimientos que ambos compartimos, una manera de decir lo que a veces las palabras no pueden expresar completamente. Es un momento íntimo, donde el mundo exterior se desvanece y solo existe la complicidad y la cercanía entre nosotros.

—Hola —dijo Alex cuando salió del abrazo.

—¿Cómo estás? —pregunte mientras sonreía.

—Ahora que estoy a tu lado, mejor que nunca —me respondió mientras ambos comenzábamos a caminar.

Su brazo rodeó mis hombros, le dediqué una sonrisa. Un ambiente cálido y silencioso se formó entre nosotros. Lo único que nos dedicábamos eran sonrisas mientras veíamos como el sol comenzaba a caer. Caminábamos sin tener algún lugar donde terminar nuestro paseo, solo nos guiábamos para pasar tiempo uno con el otro.

Con una clara sonrisa en el rostro, quita el brazo de mis hombros para entrelazar nuestras manos con cuidado. Mi cabeza pasó a posarse en el hombro de mi amigo. Alex sonrió ante eso ganando que le dé un corto beso en su mejilla.

—Me encanta pasar tiempo contigo —dijo mi amigo, sacándome una sonrisa. Saque mi cabeza de su hombro para quedar enfrentada a Alex.

—Lo mismo digo —dije mientras le dedicaba otra sonrisa.

—¿Puedo ser sincero contigo? —pregunto Alex dedicándome una sonrisa.

La sonrisa de Alex siempre me hacía sentir como en una película de amor, era como si yo tan solo estuviera bien con saber que él estaba bien. Era como si un millón de chispas volaban cuando su sonrisa aparecía.

—Claro, dime —dije.

—Hay algo que he querido hacer desde hace un tiempo... —dijo Alex mientras se acercaba a mí.

— ¿Ah, sí? — pregunté confundida.

—Sí, esto —dijo él, cada vez estaba más cerca de mi rostro.

—¿Puedo? —pregunto Alex mirando mis ojos un momento antes de volver a ver mis labios. Asentí con sumo cuidado y de pronto sus labios se posaron sobre los míos.

Me resulta complicado poner en palabras lo que experimenté en aquel momento mágico con Alex. Estaba llena de una mezcla abrumadora de emociones: anticipación, nerviosismo, pero sobre todo, una emoción indescriptible que hacía latir mi corazón a mil por hora.

Cada encuentro con Alex se sentía como una conexión única y especial. Desde nuestras conversaciones hasta las miradas que intercambiábamos, todo fluía con una naturalidad que me dejaba maravillada. Sentía que éramos almas gemelas, destinadas a encontrarnos en este mundo caótico y formar un vínculo que trascendía lo ordinario.

La dulzura de Alex era como un bálsamo para mi alma. Cada gesto suyo irradiaba ternura, y su forma de tratarme con tanto respeto me hacía sentir valiosa y querida. Era una sensación abrumadora, reconfortante y, a la vez, emocionante.

Y entonces, llegó ese momento, ese instante en el que el mundo pareció detenerse. Cuando nuestros labios se encontraron, fue como si el universo entero se alineara. Fue un beso suave, pero cargado de una pasión delicada, un momento en el que sentí que nuestras almas se rozaban, conectadas en una complicidad profunda.

Lo que hizo ese momento aún más especial fue la manera en que Alex me miraba, con un respeto y admiración que trascendían las palabras. Me sentí amada, cuidada y valorada de una manera que me hizo amarlo aún más.

Después de aquel beso, me encontré con una sonrisa imborrable en mi rostro. Sentía una plenitud inexplicable, como si mi corazón bailara de alegría. Ese beso no solo fue un momento único, fue el inicio de una nueva etapa en nuestra relación, una en la que la complicidad y el amor seguirían creciendo.

En resumen, aquel momento con Alex fue como flotar en una nube de felicidad. Experimenté un amor y una conexión que iban más allá de las palabras, algo que se sentía en lo más profundo de mi ser. Fue un instante mágico que selló nuestra complicidad y dejó claro que estábamos destinados a compartir algo extraordinario juntos.

Cuando el momento mágico termino ambos nos mirábamos con grandes sonrisas en el rostro.

—Te quiero demasiado, Alex —dije antes de volver a unir nuestros labios.

Luego de un momento sentí como mi celular sonaba en mi bolsillo. Alex sonrió al ver que se trababa de mi padre diciendo que estaba por salir.

—Creo que tenemos que volver, Tamara va a venir a dormir a casa —dije tomando su mano.

Alex asintió y los dos volvimos casi corriendo con nuestros amigos.

—Hasta que vuelven —dijo Tamara mientras me abrazaba.

—Estábamos preocupados —dijo Kiley sumándose al abrazo. Pronto estábamos los cinco en el gran abrazo, todos nos sonreíamos y disfrutábamos del momento el uno con el otro.

El auto de mi padre apareció al lado nuestro, bajando y asombrosamente, también uniéndose al abrazo.

—Tenemos que irnos —dijo cuando el abrazo terminó. Con una sonrisa nos despedimos de todos los presentes y comenzamos a ir directo al auto.

Apenas llegamos a mi casa y ya nos encontrábamos adentro, tomé la mano de Tamara para correr hacia mi habitación.

—Tamara, no sabes —dije casi saltando de la emoción.

—Dime —dijo mi amiga mientras reía por mi gran felicidad.

—Alex y yo nos besamos —dije, la chica chillo tanto como yo y ambas nos abrazamos emocionadas. 


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betty - alex walterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora