OLIVIA EVANS, una popular adolescente que ve su historia de amor desmoronarse cuando Danny Walter, su novio, la deja inesperadamente al enamorarse de otra chica.
Herida y decidida para vengarse, encuentra consuelo en los brazos de Issac, el atracti...
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ME SENTÍA AGOBIADA por este plan para vengarme de Danny. No podía creer que Erin haya conseguido arrastrarme a esto. Estoy atrapada entre el deseo de demostrarle a Danny que nunca tuvo que dejarme de esa forma y el peso de la responsabilidad que esto conlleva.
— ¿Necesitas ayuda, Olivia?— me pregunto, un chico rubio que era uno de los extras de la obra.
— No.— le respondí lo más borde posible.— Piérdete, porfavor.
Sabía quien era, y también sabía sus intenciones conmigo. Al final termine rindiéndome, y en medio del ensayo me levanté para recoger mis cosas.
— ¿A donde vas?— me grito Danny.— Enséñame lo que llevas compuesto.
— No tengo nada.— le entregué la libreta en blanco.— Últimamente no tengo inspiración.
— Pues tómatelo enserio, Olivia. Para ti esto es un club más, pero para mi es más que eso.
— Necesitábamos esas canciones para la obra, y tú solo piensas en estupideces de adolescente.
— Relájate, que me llevas solo un año.— le arrebate mi libreta de las manos y la guarde en mi mochila.— Paso de discutir contigo.
— Esto es un trabajo en equipo, Olivia, y todos tenemos responsabilidades. ¡No puedes simplemente ignorarlas!
— No necesito tu sermón, y ya te dije que tendrás tus canciones, solo que hoy no.
Cansada de la discusión con Danny, salí del club de teatro intentando evitar más conflictos. Sus gritos resonaban en mi mente mientras buscaba un respiro. Al salir, me sorprendió encontrarme con Alex, quien parecía nervioso.
Alex me miró con arrepentimiento y suspiró antes de hablar:— Olivia, necesitamos hablar.
— Vete, no te quiero ni ver.
Caminaba hacia la salida del instituto pero Alex se ponía en frente mia, prohibiéndome escapar.
— Lo siento, Olivia. Estaba intentando ser buen hermano con Danny y cometí un error. Solo necesito que entiendas...
Antes de que Alex pudiera terminar, me agarró fuertemente del brazo. Intenté zafarme, pero su agarre era firme, y la ira en mis ojos no hacía más que aumentar de la frustración.
— ¡Pero que haces! ¡Suéltame!
A pesar de mis intentos de liberarme, su agarre persistía, generando una sensación de impotencia que me enfurecía aún más.
Y de la nada, apareció Isaac, y al ver la tensión, empujó a Alex lejos de mí. Su intervención fue tan inesperada como bienvenida.
— ¡Alex, que mierda te pasa!— grito Isaac empujándolo.
Alex retrocedió, sorprendido por la intervención de él. Mientras tanto, yo aproveché la oportunidad para alejarme de la situación, agradeciendo en silencio el gesto.
