CAPÍTULO 1: ¡Que se entretenga!

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1999

Nunca me ha gustado el futbol, pero en estos momentos como quisiera ir a jugar con Salvador al campo, tropezarme y que venga corriendo a salvarme, que me levante en sus brazos y me lleve corriendo a la sombra sobre la hierba, me pregunte si estoy bien o si necesito que me cure con un beso de amor.

-En qué piensas? -pregunto mi madre-.

-En nada.

Abrió el refrigerador y saco una bolsa de manzanas

-Gabriel, si no estás pensando en nada, deja de mirar al comedor, los señores están comiendo y es de mala educación, mejor ponte a lavar las manzanas -me dijo. Dándome las manzanas y un traste-.

-No es que no piense en nada, solo tengo hambre.

-Nada más deja que termine de acomodar los trastes y ya nos vamos -dijo mientras colgaba las tazas en la pared-.

Mi madre trabaja lavando ropa y limpiando la casa del presidente municipal, los jueves cuando ella sale temprano del trabajo yo siempre la voy a alcanzar, casi siempre es la misma rutina, llegar directo a la cocina y esperar a que termine sus cosas. La admiro y la amo tanto como a nadie en el mundo, siempre ha trabajado demasiado para que podamos vivir, mi padre nos dejó hace 4 años y se fue a vivir con la hermana de mi madre, no saben cómo lo odio, a él y a su mujer, mi madre nunca quiso decirme que paso en realidad, pero no se necesita ser inteligente para saber que se estaba cogiendo a mi tía, no entiendo como la gente puede matar a los que aman, mis padres se casaron y la biblia dice que cuando dos personas se aman, se casan y viven felices por siempre, entonces ¿Por qué matar a la mujer que le prometiste amor para toda la eternidad?, ¿Por qué matar al hijo que se supone debes amar y cuidar? Nos enterró en la tierra fría y ni siquiera nos lloró. Él nos mató, pero mi madre se levantó, rasco con sus uñas y me saco de la tumba a la que él nos había metido y desde ese entonces mi madre ha hecho todo lo posible para que sigamos viviendo y que jamás volvamos a caer en aquel hoyo.

No le pagan mucho en ese trabajo, pero nunca nos ha faltado comida y el señor Esteban lleva pagando mi escuela los 5 años en los que mi madre lleva trabajando para él, me encanta ir a la casa donde trabaja mi madre, es muy grande, solo la sala está más grande que mi casa, se parece como a la de las novelas, el terreno es enorme y está rodeada de fincas.

Justo allí, en esa casa, conocí a Salvador, se preguntarán ¿Quién es Salvador? Y yo les diría mil cosas lindas de él, es que es raro, lo conozco, pero no lo conozco, no sé si llegan a entender lo que digo, yo sé que él es el mejor y más lindo chico sobre la faz de la tierra, pero ni siquiera sé cuál es su película favorita, bueno muchas veces lo he visto sentado en la sala mirando Chucky, pero no creo que sea su favorita, si me preguntan diría que su película favorita es Toy Story, su color el azul y su animal favorito el perro, tenía 9 años la primera vez que lo vi, mi madre ya llevaba dos semanas trabajando allí, yo estaba sentado al lado de ella mientras planchaba la ropa y él estaba viendo El Chavo del 8 en la sala, eran de las pocas casas que tenían una tele, y no solo una, eran dos, una estaba en la sala y la otra en el cuarto de los dueños, mi madre había puesto el burro de planchar en un cuarto al lado de la sala para que yo pudiera ver la tele, llevaba media hora riendo en silencio cuando vi que se volteó y me miro, tenía los ojos grandes y cafés iguales a los míos, podría decir que nuestra mirada era casi la misma, sus ojos vestían extrañeza al ver a otro niño en su casa y mis ojos definían extrañeza al ver la cara más hermosa que vería jamás en mi vida, eran sentimientos opuestos, pero de alguna forma iguales, lo único diferente en nuestra mirada eran las cejas, las mías delgadas, pero las de él eran más grandes y tenía una pequeña cicatriz en la izquierda, el continuo viendo la tele, pero después de unos minutos él se acerco

Me estoy enamorando de ti, otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora