No seria pasión si no estuvieramos hirviendo

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Después de una extensa pelea cayendo al suelo Yamato sonríe con su rostro hacia el sol, al fin ha decidido salir de la sombra de su padre y vivir su propia leyenda, la persona que la hizo llegar a tal reflexión se encuentra al frente con una sonrisa rebosante debajo de todos los moretones, Ace no oculta su alegría al haber encontrado una persona que le hiciera llegar a su limite, este jadeando decide sentarse también, mientras Yamato se acerca con cierta curiosidad.

-Así que ese es el poder de una fruta de tipo logia...- pregunta Yamato mientras se sienta al lado del joven.

-Es correcto, es la fruta Mera Mera, me da el poder de manipular el fuego – Respondió Ace lleno de confianza.

Los jóvenes siguieron con su conversación por horas hasta que el sol se desvaneció en el horizonte, Yamato conociendo el lugar como la palma de su mano decidió robar algo de alcohol de los litros que su padre tenia almacenados, Ace se veía poco dispuesto a colaborar pero después de un par de botellas el hombre estaba riendo y cantando mientras le contaba a Yamato una y otra vez como su hermano se convertiría en un gran pirata.

Yamato estaba feliz, era la primera vez en años que conversaba con otro joven, que se reía, bromeaba y tomaba con alguien de su edad, era definitivamente una experiencia nueva que no queria que acabara nunca. Despues de absorber varias botellas los dos se encontraban de espaldas en el suelo mientras veían las estrellas en el cielo despejado de Wano.

-Nunca les había puesto atención – Interrumpió el silencio Yamato con una voz suave y gentil – ¿Que crees que signifiquen?

-Creo que cada una de esas luces es un deseo – Replico el chico con una sonrisa en el rostro – Así sabemos cuando se cumplirán.

Yamato rio a carcajadas mientras se levantaba de un salto,

-Bueno, ha sido una charla divertida, pero estamos hechos un asco – Dijo mientras se miraba la ropa chamuscada y llena de suciedad – Mi padre tiene un baño privado, como los oficiales no están y los soldados rasos no tienen permiso para ir a esa parte del castillo no debería haber nadie.

-Oye oye – interrumpió Ace mientras hacia una seña con la mano – ¿De verdad crees que sea buena idea?

-Claro - respondió Yamato sin ninguna duda en su voz – Te prometo que es un lugar espectacular.

Después de una breve caminata ambos llegan a un sendero hermoso, el camino de ladrillos se extendía hasta un gran puerta, justo en medio hay un hermoso puente tradicional japones de color rojo con sus detalles y bordes adornados en dorado, bajo este puente se puede ver un pequeño riachuelo cuya agua es tan transparente que se ven a los peces nadando en este mientras una brillante luna llena se refleja en el rio.

Al llegar a la gran puerta Yamato la abre sin mayor esfuerzo, tras de esta una enorme tina de porcelana resalta, mientras que el lugar esta adornado con un tapiz plateado que cubre todo el cuarto el cual es alumbrado por una fila de candelabros gigantes, sin duda parecería el palacio de un rey. Ace queda atónito a ver estos aposentos al mismo tiempo que se quita la ropa mientras corre a una de las pequeñas piscinas alrededor de la tina y se acuesta en la orilla mientras pone un paño sobre sus ojos.

-Valla, esto si es vida – dijo Ace a si mismo mientras pone sus manos en la nuca – Nunca había estado en un lugar así.

-Entonces supongo que si te gusto el lugar – Añadió Yamato – Te dije que era increíble, toma, traje mas alcohol.

- Te lo agradezco – respondió Ace mientras se quitaba el paño de la cara y escupía el trago de alcohol que acababa de tomar.

Yamato se encontraba de pie frente a él, su figura era impresionante, como una escultura de mármol con unas curvas de proporciones equivalentes a la emperatriz pirata, ya se había quitado la ropa y tenia botella de Sake en su mano:

No seria pasión si no estuviéramos hirviendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora