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Jungkook

Cuando has encontrado una cámara, comienzas a verlas todas, observando a través de la espesura salvaje de plantas de interiores como los ojos de las panteras. Es inquietante, no saber si Yoongi está mirando en un momento dado o no, pero supongo que ha sido así por un tiempo, incluso si no me di cuenta.

Él me ha estado observando. Viendo mi vida como una telenovela.

Probablemente sabe sobre mi condenado programa de cocina.

Probablemente conoce todos mis hábitos y, sin embargo, todavía me observa. Es liberador.

¿Yoongi me ha visto desnudo? ¿Me ha visto masturbarme?

Me alegro, de repente, de no follar como la mayoría de los hombres en mi posición, porque no hay posibilidad de que Yoongi me haya visto en la cama con otra persona. Seung siempre se ha burlado de mí por ello, llamándome monje, pero es una cosa de confianza. No bajo la guardia. No para nadie, y ciertamente no para alguna aventura sin sentido.

Resulta que nunca tuve las defensas en alto con Yoongi. Él pasó sobre ellas, todo antes de que yo supiera su nombre.

Al principio, odiaba la sensación de ser observado. Cuando todas esas alertas sonaron en mi habitación, estaba casi más enojado con él que con el sicario, porque soy el observador, maldita sea. Soy el hombre que conoce los pequeños puntos blandos en crudo de todos. Nadie me ha cagado.

Pero desde que hablé con él un par de veces... es diferente con Yoongi.

No me importa que él me mire. De hecho, a medida que avanza el día, me gusta.

Lo pruebo, a veces. Está claro que no me llamará solo para charlar, no importa cuánto quiera que lo haga. Pero él responderá si le pregunto de alguna manera, si parece que no puedo encontrar algo o quiero preguntarle sobre el apartamento.

Es gracioso. Ni siquiera está aquí, y es el anfitrión más receptivo que hayas visto.

—Reinicia. —Dice, llamándome a media mañana cuando “accidentalmente” derribo el router de una estantería. —La contraseña está pegada en la parte inferior.

—No es muy seguro. —Bromeo con él, tan contento de escuchar su voz ronca. Volví a colocar el router en su lugar, viendo cómo las luces se ponían verdes una por una.

Yoongi hace un ruido como meh.  La versión audible de un encogimiento de hombros. —No puedes hackear papel.

No, supongo que no puedes. Aunque si alguien pudiera, sería él.

Termino una hora antes de que necesite escuchar su voz de nuevo, luego lleno una regadera desde la cocina hasta el borde y empiezo a pasear entre habitaciones, agitándola en alto en una amenaza visual.

—No lo hagas. —Espeta Yoongi tan pronto como respondo a su llamada. —Las regué hace dos días. Ninguna de éllas lo necesita. En serio, harás que se pudran las raíces.

—Tal vez se lo merecen. Han estado escondiendo tus cámaras.

Yoongi gime. —¡Jungkook! No lastimes a mis plantas. Por favor.

Yo no lo haría. Sé a estas alturas, incluso si Yoongi aún no se ha dado cuenta, que prefiero luchar contra cien sicarios que hacerlo infeliz, incluso por un momento.

—Ven a casa, cariño. —Lo intento a continuación. —Me estoy sintiendo solo.

Él se ríe y suena estrangulado, agudo y sin aliento. —De ninguna manera. Estás tratando de atraparme con miel. Batiendo tus pestañas grandes y varoniles a la cámara. Estás actuando de manera coqueta, sexy y seductora en este momento, pero cuando llegue allí, ambos sabemos que eso es todo. Son cortinas para Yoongi.

hackerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora