Más allá del ocaso

Primer trago - Martini

6:34 am el reloj sonó igual que todas las mañanas, esa típica y molesta melodía que me despierta todos los días a la misma hora, recordándome que tengo una vida cuyas obligaciones debo de cumplir o seré solo un fracaso en la sociedad.

Luego de posponer mi alarma por casi cinco veces seguidas y ver que ya solo faltaba un minuto para que el reloj marcará las 7:00 am, asumí que mi pequeño rato de paz había terminado y era momento de volver a la rutina, estiré mi cuerpo de manera extraña, como si de una escena del exorcista se tratará; en medio de un ritual típico de todas mis mañanas que me alentaba a sacar la pereza y pararme de la cama.

Finalmente y luego de estirar mi cuerpo en más de mil poses impensables para el cuerpo humano me levanté de mi cama y sin molestarme por ponerme algún tipo de calzado, caminé sobre el frío suelo de la mañana con mis pies desnudos hacia el baño, donde hice mis necesidades matutinas liberando todo el líquido retenido por mi esfínter en aquel largo sueño del que acababa de despertar, mientras miraba fijamente a la pared blanca delante de mí que dividía mi baño de mi habitación, reflexionando en sí debería cumplir con mis obligaciones como un ser humano promedio o debía de darme el lujo de ser un antisistema y volver a mi cama para dormir unas cuantas horas más, igual y me lo merecía... O bueno, eso quería pensar.

Luego de un largo rato de meditación me levante del inodoro, el cual ya hasta había dejado una marca evidente en mis muslos, la cual era señal de que ahora iba incluso más tarde que antes, suspire mientras acomodaba mis pantalones de pijama y caminaba hacia mi armario buscando que ponerme. Ya me sentía lo suficientemente lúgubre como para usar ropa negra el día de hoy, así que simplemente pensé en usar algo de ropa colorida por una vez en la vida, pero una vez abrí mi armario intente contener una risa llena de decepción por mi mismo, quería usar algo de color pero bueno... Mis elecciones por la ropa negra en los últimos años no ayudarían mucho a mis planes, a excepción de algunas prendas de color blanco y unos calcetines, toda mi ropa era color negro, talvez si debí hacer caso a mamá cuando me decía que comprará algo más colorido, pero ya estaba hecho, tomé un pantalón tipo sastre junto a una camisa negra, mi abrigo, una gabardina negra que llegaba solo un poco más abajo de mis rodillas, unas botas negras Dr.Marten y unas medias rosa con ositos. Mi outfit del día de hoy estaba listo y tenía algo así como el toqué de color que quería, aunque no era notorio en absoluto, pero bastaba con que yo supiera que estaba allí.

Miré el reloj por última vez 07:55 am -mierda voy tarde

No tardé mucho tiempo en tomar mi mochila y salir corriendo de casa en busca de no perder el único autobús que me llevaría a mi trabajo a una hora medianamente aceptable y pues bien, no era un día tan malo cómo creí, ya que logré tomar el autobús, pero nada es tan bueno como parece. Aparentemente, no era el único en ir tarde a cumplir con sus obligaciones sociales, por lo que el autobús iba más lleno que de costumbre, esto era completamente sobre humano, ya estaba lo suficientemente cerca a otros varios desconocidos, invadiendo su espacio personal y ellos el mío, mientras luchábamos por siquiera poder respirar en un infame espacio donde no podía entrar una sola persona más, pero la voz del conductor era clara y persistente con unas simples pero molestas palabras.

-!Por favor un pasito para atrás, todavía hay espacio en él fondo!

Estaba conteniendo mis ganas de gritarle que no había lugar para una persona más allí; mientras él iba cómodamente en su asiento protegido de la multitud por un cristal transparente, acompañado de su propia ventana personal donde le llegaba el tranquilizador aire fresco de la mañana mientras conducía. Ya había suficientes personas como para llenar el autobús y que el pudiera obtener un salario decente en un solo recorrido ¿por qué querría forzar algo más en ese lugar? La única explicación a eso era la típica codicia humana, que no se sacia solamente con lo justo; sino que siempre quiere más y más, creciendo hasta volverse el monstruo incontrolable que es.